25. Malas decisiones

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—Lo siento, —dijo Louis entre lágrimas— sé que no es lo que esperabas.

Acarició el cabello castaño y lacio del chico mientras sentía las lagrimas de este caer sin control sobre su pecho desnudo.

—No tienes de qué disculparte —depósito un beso en su cabeza—. De hecho estoy feliz.

—¿Enserio? —preguntó el ojiazul levantando la mirada para ver las esmeraldas del otro.

Apenas pudieron llegar a la cama de Harry cuando el chef había empezado a llorar, alertando al dueño del lugar de inmediato creyendo que había hecho algo mal o que el hombre se sentía culpable por lo que estaban  por hacer.

Louis le contó todo lo que había pasado y este le brindo su apoyo , olvidando inmediatamente la calentura que le había provocado solo unos momentos atrás.

—No me malinterpretes —comenzó a explicarse—, me hubiera encantado tener sexo contigo toda la noche... —usaba su mano izquierda para abrazar al muchacho por la cintura y la otra para dejar caricias por todo su hombro—. Pero aunque el sexo por despecho es increíble, lo más probable que terminarías odiándome en la mañana, y eso es algo que de verdad no soportaría.

—Gracias —enterró su cabeza en el cuello del más alto—, me alegra haber venido contigo.

De nuevo tuvo ese sentimiento de calidez en su pecho, comenzaba a gustarle sentirlo y sabía que solo era posible si Louis estaba involucrado en la escena. 

Se recargó en el respaldo de su cama jalando al otros con él para no abandonar la posición cálida y de comodidad en la que ya se habían acomodado. Siguió acariciando su brazo hasta que finalmente sintió que se había quedado dormido permitiendo que él lo siguiera poco después.

A la mañana siguiente Harry estiró sus brazos encontrándose con una cama vacía como usualmente lo hacía todas las mañanas, excepto que esta vez esperaba encontrar una mata de cabello castaño suave a su lado. De preferencia en su pecho.

—¿Entonces así es como se siente? —se lamentó consigo mismo por todas las veces que él había hecho lo mismo a otras personas. Después de todo, desaparecer en medio de la noche era su especialidad.

Se levantó con pesadez por la decepción de estar solo nuevamente, a punto de enfrentar la fría mañana cuando un delicioso aroma llamó su atención, y después se le unió un suave tarareo que siguió hasta la cocina donde encontró la más dulce imagen que había podido presenciar en su vida.

Parado en medio de su cocina con nada más que un par de bóxers y una playera demasiado grande, se encontraba Louis cocinando lo que parecían ser hot cakes con tocino.

—¿Esa es mi camiseta? —preguntó por fin haciéndose notar en la habitación.

El ojiazul se volteó sonrojado, la camisa le llegaba un poco por debajo de la mitad de sus muslos.

—Lo siento, la vi tirada en el suelo y creía que sería más cómoda que la camisa que traía puesta ayer, —se rascó la nuca apenado— espero que no te importe... eso y que usara tu cocina sin tu permiso.

El dueño del departamento se sentó en una silla junto a la mesa que estaba en medio de su cocina, aún estaba solo en su ropa interior pero eso no le importaba.

—Estoy seguro de que se siente halagada de que alguien de tu nivel la este usando —sonrió amable para calmar los nervios del chef—, y la cocina también.

Louis soltó una pequeña risa disfrazada de bufido antes de rodar los ojos y volver a concentrarse en la sartén bajo la atenta mirada del rizado que de nuevo sentía paz al saber que no lo habían dejado como él había hecho a muchos otros antes.

—Esta es mi forma de agradecer que me dejaras pasar la noche, y bueno... —infló los cachetes con una expresión que enterneció al abogado— ya sabes, hacerme sentir mejor.

Se paró de puntitas para buscar entre los cajones altos por unos platos, causando que este último riera disimuladamente, tratando de no molestar al castaño. Luego de bajarlos sirvió un par de panqueques y de tocino para depositar el primer plato frente al ojiverde. 

—Mi madre me regañaría por dejar que un invitado haga todo —habló con su voz rasposa Harry—, pero disfrutó mucho de la vista.

El castaño rodó los ojos aún sonriendo y por último tomó un vaso limpio de un lado del fregadero para servir un poco de jugo y ponerlo junto al plato del anfitrión.

—¿Cómo te sientes? —preguntó con genuina preocupación el abogado.

Louis se lo pensó un momento antes de responder.

—He estado mejor, pero considerando todo lo que pasó anoche creo que podría sentirme peor —le respondió haciendo un ligero puchero.

El de ojos verde pasó su brazo sobre la mesa para poder tomar la mano del otro y acariciarla un poco antes de volver a hablar.

—Puedo golpearlo si quieres —dijo con una expresión seria, ganándose una risa del ojiazul.

—Mejor hazme reír así me siento un poco mejor.

—Qué bueno, porque detesto la violencia.

El rizado le sonrió con profundo cariño sintiendo la necesidad de proteger al hombre delante de él y también de hacerlo feliz. Se regaño a sí mismo de lo ridículo que comenzaba a sonar, pero entre más veía al chico más crecía ese sentimiento.

—Por cierto —habló nuevamente el ojiazul mientras se servía un plato para sí mismo—, es posible que usara todos los huevos que te quedaban.

—Mis huevos son todos tuyos, muñeco.

Guiñó un ojo al chef quien al entender el doble sentido con que lo dijo se sonrojó por completo, —eres asqueroso.

Siguieron comiendo el pequeño desayuno entre risas y chistes malos por parte del rizado hasta que pudo ver en el reloj de pared que colgaba a un lado del refrigerador que casi era hora de ir a trabajar.

—Mierda, quisiera poder quedarme toda la mañana contigo, pero hoy ira un cliente importante y no puedo llegar tarde —se excusó Harry.

El otro asintió con entendimiento de lo que implicaba eso, —seguro, solo tomaré mis cosas de tu habitación y me iré.

—¿Quieres un aventón? —preguntó entrando a su habitación para preparar algo de ropa para ponerse.

Louis negó la oferta, —vine en mi propio auto y también debo irme si quiero llegar a casa a darme un baño antes de reunirme con una amiga.

—Puedes bañarte conmigo —ofreció alzando las cejas y abriendo la puerta de su baño, todo con una gran sonrisa en su rostro.

El otro hombre negó entre risas terminando de vestirse con la ropa con la que llegó, —nos vemos, Styles.

Harry observó al hombre irse de su departamento con una sonrisa en su rostro. Tal vez no tuvo acción, pero definitivamente fue de las mejores noches de su vida.


Espero les haya gustado este corto capítulo, X.

Infieles [L.S.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora