27. Viejos lazos

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—¿Por qué estabas en un lugar de abogados? —cuestionó Zayn a su amigo cuando estaban saliendo del edificio.

—Necesitaré uno para el divorcio.

El moreno se vio complacido por la respuesta que había recibido, pero no la comentó. Sacó un casco del asiento de su motocicleta y se lo dio al castaño para después sacar el suyo y ponérselo.

—¿Tienes hambre? —preguntó el moreno subiéndose al vehículo.

—Ya desayuné —fue lo único que respondió antes de subirse detrás del chico y rodearlo con sus brazos.

Tuvieron un rápido paseo en moto hasta una cafetería en el centro donde podrían hablar tranquilamente. 

Al llegar solo había un hombre mayor de cuarenta años sentado en una mesa junto a un gran ventanal al lado de la entrada. Ellos decidieron tomar asiento al fondo del lugar para mayor privacidad.

—¿Entonces de qué querías hablar, bomboncito? —preguntó el moreno después de que ambos le dijeran su pedido a una mesera del lugar.

El ojiazul lo miró serio, —¿qué sientes por mí?

—Te amo, por supuesto —respondió con fácilidad y una gran sonrisa, de verdad encontraba la situación del todo graciosa—, eres mi mejor amigo.

Suspiró con pesar, se veía exhausto.

—Zayn, por favor deja de jugar.

El moreno se puso serio de repente, cualquiera pensaría que estaba enojado, pero el castaño sabía que ese ceño fruncido y el movimiento impaciente de sus manos solo podían significar que estaba nervioso.

—¿Estás enamorado de mí? —cuestionó luego de unos minutos de silencio.

Antes de poder responder fueron interrumpidos por la misma chica que había tomado su orden, esta vez venía con dos tazas de café que colocó frente a cada uno de los jóvenes.

—Por supuesto que no —respondió por fin—, eso es ridículo.

—¿Qué hay de la pintura? —se veía cansado y con ganas de llegar a su casa a descansar.

—Es normal querer pintar cosas hermosas —sonrió feliz hacia el chico, pero este solo lo miró incrédulo—. Lo estaba.

—¿Desde cuándo? —no era lo importante, pero tenía curiosidad.

El moreno torció los labios y lo vio con la cabeza baja, viéndose increíblemente inocente de esa forma.

—Nuestro primer año de universidad cuando los chicos no me dejaron entrar a los dormitorios por mi ascendencia pakistaní y tú amenazaste con golpear a todos los que me prohibieron la entrada —sonrió ante el recuerdo y el corazón del castaño se enterneció al recordar lo que había pasado después.

—Logré que el decano prohibiera todo tipo de conducta racista y aún así te negaste a volver esa noche a los dormitorios.

Fue probablemente el escándalo más grande que hubo ese año ver a Louis gritando por los pasillos del edificio que estaba listo para moler a golpes a cualquiera que osara siquiera pensar mal de su mejor amigo, solo para ir a la oficina del decano para gritarle que se encargaría de hundir la reputación de la escuela si seguían permitiendo actitudes de discriminación.

Era sorprendente lo que un molesto Louis Tomlinson podía lograr, pero ese no fue el final de la historia pues a pesar de conseguir justicia ese mismo día, Zayn estaba tan enojado —y también humillado— al haber sufrido tal cosa, que sin pensar decidió no poner pie en el edificio de nuevo.

Esa mañana había dejado todo su dinero en su habitación y no llevaba nada para cubrirse del frío de otoño. Lejos de su ciudad natal no tenía dónde pasar la noche y cuando estaba resignado a dormir en la vieja camioneta que su padre le había dado antes de irse a la universidad, apareció Louis con un montón de sábanas y un par de almohadas.

Verlo tratar de cargar tantas cosas él solo fue lo segundo más gracioso después de verlo tratar de intimidar a todos los chicos del edificio aunque fueran más altos que él. Cuando ambos estaban listos para dormir en la parte trasera del vehículo, Zayn no pudo dejar de sentir que ese chico era lo mejor que le podría pasar en toda la vida.

Al día siguiente encontraron el estudio donde actualmente vivía sólo el moreno y con ayuda de sus padres lograron pagar el depósito y los primeros meses de renta. Siendo ese su pequeño hogar por varios años.

—¿Entonces esa vez...? —quiso indagar más, aprovechando que estaba saliendo toda la verdad.

Zayn tardó un poco en entender a lo que se refería.

—Esperaba que después de hacer el amor te dieras cuenta de que yo era el indicado.

—Zaynie... —dijo casi en un susurro, sus ojos de nuevo se empezaban a aguar—. Dijiste que solo fue sexo —se estiró para tomar la mano del moreno y este entrelazó sus dedos—, lamento tanto no darme cuenta.

El artista sonrió con tranquilidad y le dio un pequeño apretón a su mano, no quería que su amigo se sintiera peor.

—Tranquilo, te empecé a superar el día de tu boda.

—¡Incluso te pedí que dieras un discurso ese día! —comenzó a llorar más fuerte.

El moreno se pasó a su lado para abrazarlo, y una vez el castaño apoyó su cabeza en su pecho este comenzó a frotar su mano en círculos en la espalda de éste para brindarle consuelo.

—Está bien, cielo —habló con la voz dulce que solo dirigía a su mejor amigo—, todo eso está en el pasado, ahora eres como mi hermanito.

—Soy mayor que tú —comentó levantando la mirada para verlo a los ojos, ya había empezado a parar de llorar—. ¿Qué pasó con Perrie?

Zayn se separó de él, incomodo por la pregunta.

—Es una gran chica, pero no siento que seamos el uno para el otro.

—Pero llevan juntos casi dos años —objetó el ojiazul—, creí que se amaban.

—Y es por eso que no quería terminar con ella, pero no está bien seguir con ella solo por compromiso.

Asintió levemente para darle la razón. Tomó una servilleta para limpiarse las lagrimas y posteriormente sonarse la nariz.

—No están terminando por mi culpa, ¿cierto?

Miró a los azules ojos del chico que se veían tan llenos de preocupación que le hicieron decir una pequeña mentira.

—Ni siquiera surgiste en la conversación.

El más pequeño se volvió a aferrar al moreno en un fuerte abrazo que enterneció de más al rudo motociclista.

—Prometo ser un mejor amigo, —habló con la cara enterrada en el pecho del otro quien comenzó a darle pequeño golpes en la espalda— te amo, Zaynie.

Aún amaba mucho a Louis y siempre lo haría, quizás ya no estuviese enamorado de él, pero sabía que ese chico de ojos azules siempre sería lo más importante en su vida.

—Y yo a ti, Lou.

Nuevamente llegó la mesera a interrumpir, dejando el plato con comida enfrente del moreno y yéndose de nuevo.

—Como ya aclaramos que no estás enamorado de mí... —comenzó nervioso Louis—. ¿Crees que podría quedarme en tu casa unos días?

Infieles [L.S.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora