Infieles [L.S.]

29. Estrategias

—¿Estás seguro que quieres ir? —preguntó Zayn a su mejor amigo a la mañana siguiente cuando este dijo que iría a trabajar.

—Tú pintas cuando te sientes triste, yo cocino —explicó sonriente mientras terminaba de desayunar—, además, el que sea el jefe no significa que pueda faltar. En especial tan cerca de la inauguración.

El rostro del moreno se lleno de realización por un segundo al recordar que faltaba menos de una semana para el evento.

—¿Cuándo regresará Evandro?

—Este jueves, aún tiene que dar el visto bueno a la nueva cocina y asignar todos los lugares —se encogió de hombros—, pensar en esto hace más fácil la separación.

—Lo estás tomando mucho mejor de lo que esperaba —confesó el hombre—, creí que no saldrías de cama por al menos una semana.

El castaño agachó la mirada con el ceño fruncido, él también lo creyó.

—La última vez que hable con Liam me hizo darme cuenta de que sabía muy bien como manipularme, eso hizo que volviera a analizar toda nuestra relación y resulta que no era tan buena como siempre creí —miró a la hora y se levantó apresurado para evitar llegar tarde al restaurante—, debo irme.

El moreno se ofreció a llevarlo, pero este dijo que podría caminar perfectamente, era lo bueno de que el estudio de su amigo se encontrara en el centro cerca de todo. Extrañaba un poco vivir ahí y volver a ese lugar lo traía de vuelta a los viejos tiempos en que no tenía más preocupación que conseguir su titulo universitario.

Al llegar a su restaurante recibió un mensaje de parte de Jade para recordarle que debía ir a verla esa tarde al  para discutir sobre el plan de acción que iban a seguir. Respondió afirmativamente y después se puso su chaqueta blanca y un mandil para comenzar a trabajar.

—Mara —llamó la atención de la chica vestida igual que él—, hoy tengo que salir pronto, pero te juro que es la última vez que lo hago.

—Seguro —asintió con una gran sonrisa—, ¿cómo va todo con Liam?

El ojiazul se congeló por unos segundo, no pensó que fuera necesario contarle a ninguno de sus empleados sobre la situación, pero hablaba con todos como si fueran sus amigos de toda la vida así que tendrían que enterarse en algún momento.

—Excelente —pero este no era ese momento.

Quería conservar este como el único lugar donde nadie lo mirara con pena o le recordará lo que estaba pasando con su matrimonio, que pudiera respirar tranquilo y por un segundo creer que todo estaba bien.

Y vaya que pudo hacerlo porque entre todos los pedidos se pudo mantener ocupado por prácticamente todo el día, incluso considerando mandar un mensaje a la abogada para pedirle re agendar la cita que tenían, pero un pedido raro le hizo cambiar de opinión.

—Andrew, repíteme esa orden por favor —pidió el castaño divertido.

—Sr. Tomlinson... —suplicó con la mirada ya sin aire—. Pidió pollo relleno de queso mozzarella...

—Dile que no está en el menú —no despegaba su vista de la cacerola llena de crema.

El muchacho suspiro una vez más antes de regresar por donde había venido a enfrentar al hombre rizado quien le exigió que dijera al chef que quería ese platillo en específico. Haciendo que el pobre mesero tuviera que regresar a la cocina para hablar con su jefe.

—Sr. Tomlinson, yo le expliqué que no podemos servirle algo que no aparece en la carta, pero no deja de insistir en que...

No esperó a que terminará de decirlo cuando ya estaba saliendo de la cocina y caminando hasta el área principal para buscar al rizado de ojos verdes que ya tenía en su mente. Lo encontró sentado en una mesa para dos como la última vez que había ido.