One Shot's: Bill Skarsgård.

19: Fiesta.

Este lugar es demasiado aburrido para mi pretencioso trasero. Tanto así que ya le había dado un par de vueltas al gran salón de esta extravagante mansión mientras bebía dichosa de mi vodka dulce.

Observaba a todos juzgando en silencio sus carísimas vestimentas, mientras me echaba a reír en voz baja por algunas abominaciones. Los millonarios llegamos a ser la cumbre de la ridiculez, solo para demostrar a los focos del publico la vida fácil que tenemos que vivir.

—Oh, pobres ricos. Ya no saben en que gastar. —Murmure al observar un abrigo de piel de oso que simplemente me asqueó, dando los últimos tragos a mi bebida.

Suspire con mi rostro relajado, caminando con grandeza y seguridad hasta la mesa donde se repartían los variados vasos llenos de fino alcohol. Juego un poco al estar frente a tal variedad, pero nada era digno de mi paladar e hígado, así que solo tome otra copa llena de vodka azucarada.

—Eso te provocara diabetes. —Comentó una suave voz a mi lado, que no tardé en reparar.

Ruedo los ojos dando un jugoso trago.

—No debería ser tu problema, Skarsgård. — Respondo con una mirada poco amable en su maldito rostro de revista.

Él sonríe, con ese orgullo que lo caracteriza mientras el traje que lleva encima se ajusta a sus movimientos. Las arrugas de la tela abrazan cada musculo recalcando que está hecho a su medida.

—Deja de comerme con la mirada, soy demasiado para ti.

—Uy, has conseguido la respuesta correcta al golpe bien merecido en tu entrepierna aquella cena en casa de tus padres. —Digo parpadeando sorprendida cubriendo delicadamente mis labios con los dedos.

Su sonrisa muere al instante.

—Perra.

—Idiota.

Y así, es como llevo mi relación con el tercer hijo de los Skarsgård. Un odioso ser humano que sabe utilizar su belleza para sus malditos caprichos. Aun reprendo a la yo del pasado por haber estado enamorada tanto tiempo de él, aunque no la culpo.

Esos ojos verdes de cualquiera de los hermanos son suficientes para mojarte las bragas. Comprobado por mi hermana, la esposa del hijo mayor.

—¿Quién diría que al final estaría involucrada en esta familia? —Pronuncia luego de acabar su bebida —Antes no era muy creyente del karma. — Sus ojos me acribillaban con rabia, manteniendo un gesto tranquilo en el resto de facciones.

El sentimiento era mutuo.

—Digo lo mismo. Tiene que ser una especie de castigo divino tener lazos familiares con una mierda como tú. —Mis palabras, las más ácidas que he podido pronunciar, vienen acompañadas de un tono tranquilo que no altera nuestra civilizada conversación y tampoco llega a llamar la atención.

Ya tengo suficiente con escuchar los discursos de mi madre sobre mi comportamiento frente a Bill, como para ahora lidiar con su intensa mirada cada vez que estoy cerca de él.

Como ahora mismo.

—¿Has hablado maravillas con tu madre sobre mí? —Inquiere con tranquilidad notando que estamos vigilados.

Su padre también se encuentra involucrado.

—Por supuesto, le he dicho el demonio del inframundo que eres. Incluyendo esas sucias intensiones con respecto a las mujeres, tomándolas como trofeo. —Doy una sonrisa pequeña dando un pequeño sorbo.

Bill suelta una risa.

—Tu madre está bien informada al parecer. Me halaga saber eso.

Acompaño su risa vagando la mirada por todas las personas de clase a nuestro alrededor.