5. La agonía

31 2 0
                                    

—No puede ser mamá, no ha comentado nada de que se los hayan encontrado en un barco...

Simplemente intentaba negar que aquello pudiese ser cierto de alguna manera. Aunque en parte, mi padre no había vuelto a llamar desde que se marchó y eso solo conseguía aumentar mi miedo interior.

Por un momento, también se me pasó por la cabeza que pudiese Dylan estar involucrado en aquello, pero, aunque no sabía su edad me extrañaba mucho que fuese de mediana edad, eso me tranquilizó bastante pues, me sentiría culpable si le llegase a pasar algo simplemente por el hecho de pisar la calle de noche para ir a verme a mi ventana.

Justo entonces, llegó Lidia hasta donde nos encontrábamos mientras se refrotaba los ojos de haberse despertado hacia apenas unos minutos.

—¿Qué pasa?

—Nada, estamos aquí desayunando. —Mencioné quitándole importancia al asunto para que mi hermanita pequeña no se asustase, además no había suficientes motivos para alarmar la atención.

—Escuché que estabais hablando algo sobre papá.

—En las noticias acaban de comunicar que han encontrado los cuerpos de cinco hombres decapitados y que ha sido de nuevo culpa del asesino del pueblo. —Declaró mi madre, sin apenas sentir algo de tacto por su hija, mis ojos se abrieron de espanto intentando encontrar a los ojos de mi madre, pero seguía con su mirada fija en la mesa.

Ahora mi madre ya no parecía actuar como aquella mujer reservada de siempre, desde que tuvo aquella discusión con mi padre, todo parecía haber cambiado en ella... Como si nada le importase.

—Con esa noticia, solo hemos sacado en conclusión que ahora al vampiro de castellar le ha dado por atacar a hombres también, pero eso no quiere decir que le haya pasado nada a papá. —Intenté explicar para que Lidia no se preocupara —. Recuerda que papá está en un barco, así que, es imposible que lo haya podido encontrar. —Le regalé una sonrisa cómplice.

—Sí... Es cierto. —Declaró Lidia medianamente convencida.

Esperé a que termináramos todas el desayuno para hablar a solas con mi madre, necesitaba saber qué le estaba pasando... Esto no era algo normal en ella, y aunque nunca tuvimos una gran relación hija madre, la quería demasiado para que le pudiese pasar algo, que entrase en alguna depresión grave o algo peor.

Lidia había salido afuera para estar en la piscina, así que aproveché el momento y me acerqué a mi madre mientras ella se encontraba en su habitación arreglando la cama de matrimonio.

—¿Es por papá? ¿Aún te preocupa que pueda estar con otra?

Parecía haberle sorprendido mi presencia, pues se sobresaltó y dirigió sus lagrimosos ojos hacia mí, eso me conmovió y sentí demasiadas ganas por abrazarla, pero nunca, que yo pudiese recordar en esos momentos, había tenido ese tipo de contacto con ellos, con mis padres. Y me sentía extraña si lo hacía, como si estuviese realizando un mal acto.

Bajé mi mirada al suelo, me dolía mucho verla de aquella manera.

—Ya no me preocupa nada, Evelyn. —Dijo con su voz entrecortada y rota de dolor.

Esas palabras no podían indicar nada bueno...

—Vamos mamá, no quiero verte así, prometimos que disfrutaríamos todo lo que pudiéramos mientras estuviéramos aquí de vacaciones. —Le intenté recordar que ella misma se lo propuso, entonces decidí dar dos pasos más para acercarme a ella.

—Ya nada es lo mismo... —Se apoyó contra la cama y se sentó muy despacio.

Yo decidí entonces sentarme junto a ella, pero mirando al frente mientras ella dirigía su mirada al regazo.

El Último Rayo De SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora