3. El vampiro de Castellar

74 2 0
                                    

Al día siguiente, mi padre ya se marchó junto con sus compañeros en el barco. Nosotras estábamos solas, pero eso no tenía por qué implicar que ahora nos pasara algo, también podíamos ser responsable de los hechos y procurar que, si en cualquier caso estuviésemos en peligro, nos defenderíamos. No debíamos depender de nadie para ser fuertes.

En las noticias ya habían apodado al asesino de Castellar como el vampiro de Castellar, por su característica de dejar a todas sus víctimas desangradas, incluso a alguna de ellas, se las vio con los brazos mutilados. Mi hermana, llegó a pensar que se trataba de un vampiro real.

Seguro que sí es un vampiro, pero a lo mejor es uno malo porque hay algunos que son buenos y no toman sangre de personas... Como en crepúsculo.

Reí ante semejante ocurrencia. Lidia por favor... Los vampiros no existen. Volteé los ojos.

Yo era la que estaba harta de leer y ver series y era por eso que no me iba a conformar con una vida normal como otra cualquiera, aquellos libros me habían condicionado para que no me resignara con poco, pero tenía sentido común, y sabía perfectamente que eso solo pasaba en libros y películas... Ya me gustaría a mí encontrar a un vampiro como Edward que fuese una bellísima persona y no intentara matar a las personas, pero las cosas no eran tan sencillas, si quería una vida fuera de lo común, debía buscarlo de otra manera en la que yo fuese responsable de las cosas, como el ser actriz...

Mi madre apenas nos dirigía la palabra, se la podía ver angustiada con la mirada perdida en un punto fijo de la televisión y eso lo odiaba, odiaba ver a mi madre de aquella manera.

Vamos a estar bien, mamá... Le agarré de la mano mientras se la acariciaba suavemente.

No es solo eso lo que me preocupa... Dijo entre suspiros.

¿Entonces? Pregunté confundida.

Dudó un segundo antes de decidir si contarlo o no, miró a Lidia y luego volvió a dirigir su mirada hacia mí.

Me temo que vuestro padre me engaña con otra mujer. Pude ver como con cada palabra que salía de su boca, se le comenzaba a quebrar la voz y sus ojos se volvían cristalinos.

¿Por qué estás tan segura?

Papá no puede hacer eso. Dijo Lidia.

Porque en estas vacaciones lo he visto muy pendiente del móvil, vosotras no os dais cuenta de esos detalles, pero yo...

Pero puede haber muchos más motivos que ese, mamá... La interrumpí impidiendo que terminara la frase. —. Incluso puede que se deba a asuntos del trabajo, no debes desconfiar de esa manera sin prueba alguna más específica.

¡Siempre el trabajo! Siempre está ante todas nosotras y ya empiezo a hartarme de eso...

La agarré por el brazo de manera suave para que me pudiese prestar atención —. Escúchame, vamos a estar bien, vamos a pasar genial el resto de verano que nos queda por delante y seguramente papá volverá dentro de poco, no hay motivos para sospechar de nada. La miré a los ojos con firmeza —. Hazlo por nosotras, por mí, quiero pasar un buen verano antes de irme a Madrid y así poder marcharme con la sensación de que todos estamos bien y felices.

Te voy a echar de menos, hermanita. Me confesó Lidia, y ahora era ella la que parecía darse cuenta de la situación porque se le comenzaron a llenar de lágrimas aquellos pequeñitos ojos.

El Último Rayo De SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora