20. Recuerdos

13 1 0
                                    

La tristeza es una sensación horrible. Te hace querer desaparecer de todos, no quería parecer una dramática, pero realmente comprendía a aquellas personas que llegaban a suicidarse.

Todo estaba yendo mal, cuando deseaba emoción en mi vida jamás me hubiese imaginado que llegasen a ser vampiros. Aunque también es cierto que nunca me conformé con poco y que siempre supe que solo sabemos la punta del iceberg de todo lo que esconde el mundo que nos rodea.

Y es que esta sensación se estaba convirtiendo en angustia. Tumbada en mi cama, noté como comenzaba a faltarme el aire, una presión en el pecho lo acompañaba. Me levanté y fui hacia el cuarto de baño para refrescar mi cara con un poco de agua. Me miré a través del espejo, mi aspecto estaba pálido. Mi vida completa era pálida, pálida como los vampiros. Vampiros que habían infestado mi pueblo y que poco a poco moriríamos todos. Vampiros como Dylan que se hacían pasar por buenas personas, pero que habían sido el causante de la desaparición de mi hermana y mía... Cogí aire y lo exhalé despacio.

Tranquilízate Evelyn, repetía una y otra vez mentalmente. Eran las cuatro de la mañana y mi sueño se había desvanecido.

Mi familia..., mi familia ya no volvería jamás a ser la misma de siempre. Todo era un desastre y yo simplemente quería desaparecer... Y la única forma de hacerlo en un pueblo repleto de vampiros, era salir a andar en plena noche, sin nada con que defenderme.

Era una idea suicida y esa idea en estos momentos me encantaba.

Me puse unos zapatos deportivos y me marché a andar, de todas formas, no iba a hacer nada más productivo en casa.

Comencé a caminar, mis ojos se cerraron por un momento e inhalé todo el aire que mis pulmones me permitieron. Mientras caminaba, cada suceso, cada momento que había vivido en estos meses se me iban apareciendo en mi mente, iban consumiéndome, ¿cómo era posible que existiesen los vampiros?, ¿eran personas muertas y convertidas por otros?, ¿solo sentían la necesidad de tomar sangre? Mi padre nos había traicionado y no solo eso, sino que además ahora ya no era él... Se había convertido en un chupa-sangre, ¿sentiría la necesidad de matarnos? Tío Pedro había muerto y tal vez el causante había sido el propio Dylan...

Perdí la cuenta de los pasos que había logrado hacer, estaba en la plaza central del pueblo. Pero era un pueblo fantasma. Solo se visualizaban luces tenues de algunas farolas, otras de ellas incluso estaban fundidas. Logrando hacer sombras tenebrosas en algunas de las esquinas del pueblo.

Un ruido a mi alrededor me sobresaltó, notaba la presencia de alguien, sin embargo, no alcanzaba distinguir a nada ni nadie. Después, algunos pasos apresurados cerca de donde me encontraba. Debía tener miedo, pero no era así. Me encontraba tan aturdida, tan apagada en esos momentos que simplemente mi cuerpo no estaba preparado para huir, ni siquiera para sentir algo de miedo.

Una respiración detrás de mí hizo que se me erizaran los vellos de todo el cuerpo. Me giré lentamente y a tan solo algunos centímetros. Un hombre, ni siquiera sabía si a aquella cosa se le podía nombrar como "hombre". Era un monstruo, no tenía cabellos, su nariz estaba completamente desfigurada, me ubicaba bajo una de aquellas luces tenues de las pocas farolas que me rodeaban, y eso me permitió verlo a la perfección. Sus ojos eran oscuros, apenas parecían tener algún tipo de color, solo un pequeño reflejo lo percibía de un matiz rojo.

Era pálido, demasiado pálido, jamás había logrado visualizar un tono de piel como aquel. Algunas venas se le marcaban por el rostro y aunque mantenía la boca cerrada, podía notarse claramente que los colmillos sobresalían. ¿Este monstruo era uno de los vampiros que rondaban por el pueblo? Pero... ¿Y Dylan...? Él era todo lo contrario a este monstruo espeluznante.

El Último Rayo De SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora