22. Debilidad

20 1 0
                                    

Todo terminó. Y aunque mi padre se ausentó en un momento del funeral, esta vez no se demoró demasiado y pronto se reunió de nuevo con todos. Justo cuando nos dirigíamos hacia el coche de papá, Rober apareció de la nada detrás de mí y puso una mano sobre mi hombro para impedir que prosiguiera con mi camino. Cuando comprobé que se trataba de él, miré de nuevo hacia delante y les comuniqué a mi familia que siguieran sin mí, que no me ausentaría por mucho tiempo. Rebeca me miró con los ojos desorbitados al evidenciar que el chico que quería hablar conmigo se trataba de Rober. Aquel chico herido que estuvo más en las puertas de la muerte que en este lugar, y que de un día para otro no se supo más de él. Yo le contesté con otra mirada, le hice entender que ya se lo explicaría en otro momento.

—¿Qué quieres Rober?

—Siento mucho lo de tu tío... No lo sabía. —Pausó por un segundo. —No fui yo.

—Ya bueno... Ahora también podrías confesarlo todo y borrar mis recuerdos, así jamás podré saber si lo que sé realmente es la verdad o no.

—No Evelyn, no borraré nada si no quieres. —Cogió con suavidad mis manos y pude sentir de nuevo aquel escalofrío por la frialdad de su piel. Me costaba acostumbrarme que aquel chico inocente ahora era un chupa-sangre asesino. —En el hospital congeniamos tan bien... No quiero que te lleves una mala impresión de mí.

—Rober ahí todavía eras tú... Ahora eres un vampiro que mata a personas...

—Es solo un proceso Evelyn. —Acariciaba con suavidad el dorso de mi mano. —Y si me controlo no tiene por qué salir herido nadie, también está la opción de alimentarme de los animales.

—¿De animales también...? Pobres inocentes criaturas. —Mascullé mientras retiraba mi mano de la suya.

—Perdóname por favor Evelyn... —Bajó su mirada. —Me gustaría tanto que tuviésemos aquella cita que planeamos en su momento aquel día mientras aún estaba en la cama del hospital...

Lo había olvidado... Pero, realmente acepté ir a aquella cita, en su momento Rober era un chico normal, honesto, inocente, sin embargo... ahora era un asesino. Siendo honestos el cambio le había servido para mejorar físicamente, aunque eso sonara bastante superficial, realmente parecía un chico atractivo mientras que antes lo veía todo lo contrario.

También era cierto que me salvó ayer justo cuando un monstruo intentaba clavarme aquellos dos cuchillos que tenía por colmillos en mi cuello. Además, conseguiría sacar bastante información acerca de todas las cosas que ocultan estos seres oscuros...

—Está bien... Más te vale sorprenderme a bien. Supongo que no querrás ir a comer a un restaurante normal.

—No me pasará nada por comer comida normal. —Sonrío de manera arrogante. —Pero obviamente no me saciará.

Desvié mi mirada en modo de desaprobación.

—Si me das tu número te llamaré para confirmarte la cita, ¿te parece?

Asentí, le cité mi número y di media vuelta para seguir con mi camino.

Casi llegando al coche de mi padre otra mano me sujetó esta vez por el brazo, todos vieron que me frené en seco de repente. Me giré y esta vez se trataba de Dylan. Ahora todos iban a saber que Dylan y yo ya nos conocíamos. Tampoco logré visualizar a Rober en la distancia, supuse que ya se marchó también.

—Siento mucho lo de Pedro... No tuve antes oportunidad para decírtelo.

—Espera, déjame adivinar... Tampoco fuiste tú. —Desvió la mirada hacia un lateral. Estaba segura de que su gran fortaleza en el oído le había permitido escuchar toda mi conversación con Rober, así que era plenamente consciente de saber a lo que me estaba refiriendo.

El Último Rayo De SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora