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Abro mis ojos e inmediatamente quiero golpearme en la cabeza

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Abro mis ojos e inmediatamente quiero golpearme en la cabeza.

- Mierda, mierda, mierda, mierda - murmuro muy, muy bajo, mientras aprieto mis ojos.

Estoy echada en una cama que no es mía, arropada con una colcha muy cómoda y tengo a un koala abrazado a mi cuerpo. Carajo, creía que en Australia habían canguros, no koalas ¿Porqué me aprieta de esa forma? Todo esto es mi culpa, no he descansado lo suficiente en el vuelo a New York y encima el bar y todo... Mierda ¿Porqué soy tan estúpida? Nunca debí quedarme dormida.

Comienzo a moverme muy lentamente, despegando el pecho sudado del gringo de ojos verdes de mi espalda y desenvuelvo mis piernas de las suyas. Él hace un sonido, como si estuviera exhalando aire y luego se acomoda y se vuelve a coger de mi cintura. La putamadre ¿Es enserio? Esta es la cucharita más incomoda de mi vida.

No, tachen eso. He tenido cucharitas más incómodas.

Si no quiero que se levante y tener una conversación bastante incómoda, será mejor que me quede quieta unos minutos antes de volver a tratar de levantarme.

Me acomodo nuevamente en la cama y miro hacia la gran ventana. Estoy en un piso muy alto y desde mi vista casi puedo ver la estatua de la libertad. Realmente es un lugar bastante bonito, lujoso y hay un olor a menta en el ambiente. Nada comparado con el pequeño departamento de una habitación y media que voy a compartir con Santi por lo que resta del año.

Cuento mis respiraciones y miro hacia el piso, en donde está mi ropa tendida, esperando que pase el tiempo.

Estuvo bien ¿No? Es decir, no es el mejor polvo de mi vida, pero estuvo bien. No es como si quisiera repetirlo por el resto de mi vida, pero estuvo bien. Ahora solo debo encontrar la forma de irme de aquí antes de que salga el sol. Ni siquiera sé que hora es, dios mío santo.

Espero que no sea muy tarde. Sé como regresar al departamento, pero Santi me ha dicho varias veces que no tome el subway muy de noche porque es peligroso. Me niego a pagar un taxi, desde Manhattan hasta Brooklyn me saldrá carísimo y tengo, literalmente, el dinero contado para toda mi estadía en NY.

Mi visa de estudiante no me permite tener ningún trabajo y, aunque no fuera así, no estoy segura de si encontraría alguno. Es decir, mi inglés es bastante bueno y sé que puedo trabajar si quiero, pero no soy muy buena con los compromisos o responsabilidades (a menos que sea absolutamente necesario). No logro ni que una planta me viva más de una semana.

Es por eso que mudarme con Santi es una buena idea en vez de un lugar sola. Aparte de ser mi mejor amigo, es como mi hermano y, ahora que vive solo hace bastante tiempo, se ha vuelto en todo lo que yo espero ser algún día. Maduro, responsable, con propósito... Claro que eso no le quita lo pendejo, pero nadie es perfecto en esta vida.

Hago el segundo intento para desenvolverme del koala y esta vez funciona. Lo empujo con mi hombro hacia atrás y él vuelve a hacer ese sonido de exhalación y se estira en la gigantesca cama mirando hacia el techo. Aprovecho la liberación y me pongo de pie todo lo rápido que me dejan mis piernas, sin hacer ningún ruido. Busco mi ropa interior en el piso y me la pongo casi volando, al igual que el resto, haciendo un gruñido cuando me pongo la camiseta al revés. Tomo mis DC del piso y salgo de la habitación, cerrando la puerta con un sonido sordo.

Cuando estoy en el pasillo doy un leve suspiro de alivio. Fuera del koala, solo necesito mi chaqueta y mi bolsa y podré irme. Doy media vuelta para dirigirme hacia la sala y mi cuerpo se choca con el de otra persona. La putamadre, ¿Este gringo tiene roommates?

- Oh... - digo susurrando y retrocediendo un par de pasos.

En la penumbra de la noche, solo puedo notar la silueta alta, muy muy muy alta de otra persona.

- Hola... - murmuro, incómoda. Genial, me salvo del koala y me encuentro con la jirafa - Ya me iba...

Antes de que él responda, lo esquivo y camino hacia los sillones de la sala donde dejé mi chaqueta y mi bolsa. Me recuesto sobre la pared mientras me pongo las zapatillas y luego la casaca, me cuelgo el bolso y busco mi celular dentro, pero no está.

Mierda, mierda, mierda ¿Dónde lo dejé?

Comienzo a mirar a todos lados. El departamento me parece más grande ahora que anoche, claro que anoche no estaba precisamente prestando atención. Recuerdo que nos sentamos en el sillón al inicio, pero no encuentro nada. Muevo los cojines y busco por los lados, sin suerte.

- Mierda, ¿Dónde estás? - murmuro para mi misma, mientras me paso una mano por el cabello.

- ¿Esto? - me doy la vuelta para ver al tipo del pasillo parado en la entrada de la sala con mi celular en una mano.

La luz de las calles le caen directamente a él y puedo verlo mejor. Tiene el pelo rubio, más que el del otro gringo y los ojos celestes ¿O grises? No estoy segura. Solo lleva puesto un polo negro sin mangas y unos shorts deportivos claros. Su cara podía calificarse de poker face, no sonríe ni hace un ceño, solo me mira con esos ojos grandes y mantiene su boca recta.

- Gracias - murmuro y tomo el celular de su mano.

Camino hacia la salida mientras saco mis audífonos de mi bolsa. Presiono el botón para llamar al elevador y miro de reojo hacia atrás, el gringo roommate sigue parado en el mismo lugar y con la misma cara.

- Adiós... - digo, sin saber cómo completar la frase.

- Luke - dice él, yo asiento con la cabeza.

- Caro - le digo en respuesta. El timbre de que el elevador ha llegado suena y se abren las puertas, entro y presiono el botón del lobby -. Un gusto conocerte - digo, mientras las puertas se cierran.

Bastante más tarde, sentada en el subte camino a casa y con Iron Madden sonando en mi audífonos, me doy cuenta de que no me sé el nombre del dude con el que me acosté anoche, pero si el de su roommate.

Ironías de la vida.

run  |  «Luke Hemmings fanfic»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora