7.1

1K 65 7
                                    

Es jueves y tengo clases en la tarde, aparte de una sesión por videochat con mi psicóloga

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.




Es jueves y tengo clases en la tarde, aparte de una sesión por videochat con mi psicóloga.

Me siento en el piso de mi media habitación y pongo la macbook en la cama, usándola de escritorio. Mientras espero que sean las once de la mañana para conectarme a Skype y empezar mi hora de terapia, doy scroll a mi Instagram y chequeo mis últimos mensajes de WhatsApp.

Ashton y yo hemos mantenido más comunicación de la que me esperaba en un inicio. Es como si mis respuestas cortantes o mis contestaciones tardías solo lo alentaran a hablarme más. Me pregunta cómo estoy, me saluda en las mañanas, quiere hablar de mi día, me habla del suyo y anoche me dijo: Buenas noches, Birdy Bird.

Cuando leí eso casi quise golpearme la cabeza con la sartén ¿Bird? ¿Enserio? ¿Bird? ¿De dónde sacó eso? ¿Leyó Beautiful Disaster y quiso hacer una variación de Pidgeon? What the fuck, Ashton? No eres el Travis de mi Pidgeon. Si algo, podrías ser algo así como Toto. Aún así, no dije nada e ignoré ese mensaje, haciendo parecer que ya me había quedado dormida y hoy en la mañana cuando me desperté tuve el ya conocido: Morning!

No quiero alentar sus ganas o sentimientos, pero no sé si estoy lista para dejar de hablar con él o, más bien, no sé si quiero que él deje de hablar conmigo. Es egoísta y bastante malvado en realidad, pero se siente bien tener a alguien que se preocupe por ti y te afane, aunque tú no quieras nada con esa persona.

Been there, done that.

No es una especie de revancha, por algo de mi pasado o algún sentimiento de superioridad, no soy tan perra como para demostrar palabras de cariño o decir sentimientos en concreto cuando no los siento; en realidad, soy bastante cagona en ese sentido, no es mi culpa que algunos chicos no capten las indirectas. De nuevo, es egoísta y malvado, pero aumenta el ego y yo nunca he sido el tipo de chicas que hagan todo bien.

Mierda, que perra soné.

Mi alarma de las once suena y me reacomodo en el piso, abriendo el Skype y llamando a mi psicóloga. Ella contesta a los pocos segundos.

- Hola, Carolina - me saluda.

Lidia lleva siendo mi psicóloga por casi cuatro años, es la que más tiempo me ha durado. Debo aclarar que llevo en terapia más de la mitad de mi vida. Empecé a los once, después de que mi papá se fuera de casa y he estado off and on desde entonces. He tenido más de ocho psicólogos, he tomado miles de pastillas psiquiátricas y estuve internada una vez en un centro de rehabilitación para niñas con problemas a los catorce. Esa es una parte de mi vida de la cuál no me enorgullezco mucho, es una parte de mi vida que me gustaría olvidar, pero que está presente todos los días, como un clavo en la pared y sé y he aceptado que es algo con lo que voy a vivir para siempre.

Lidia llegó a mi vida en uno de mis puntos más bajos y, prácticamente, me salvó. Tenía diecinueve y estaba en una espiral en descenso llena de alcohol, drogas y malas decisiones; no tenía metas, no tenía núcleo familiar que me controlara, había dejado la universidad por primera vez y estaba tan deprimida que realmente no me importaba nada ni nadie.

run  |  «Luke Hemmings fanfic»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora