010: Dos corazones

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- ¿Y cómo estás vos, te hizo daño?
-Como si eso te importara, madre.
-Estoy preguntando por algo, Sara.
-Estoy bien, estoy perfecta, Amanda.

El lunes comenzó siendo una tortura para Sara, sentía que su cuerpo no tenía absolutamente nada de energía, sin embargo caminó hasta su clóset y se miró al espejo, ella solo agarro la ropa que iba a utilizar el día de hoy y se dirigió lentamente al baño, para salir de este con la cara un poquito mejor, bastante maquillaje cubriendo sus ojeras y los labios con el gloss característico de ella, agarro su mochila de marca y bajo las escaleras de una manera lenta.

Sara
Al bajar las escaleras pude notar a un Jax enojado hablando con Gabriel, solamente fruncí el ceño y me acerqué hasta los dos hombres, el pelirrojo cuando me vio puso sus brazos alrededor de mi cuerpo, dejando todo el enojo a un lado, me estrujo contra él, yo solo sonreí.

-¿Como estas? ¿Te hizo algo?- me limité a negar, mirando a el mayor y dejándole un beso en la mejilla.

-Insiste en que tenemos que hacer una denuncia, hace entrar en razón a este chico, por el amor de dios Sara.- frunci el ceño y agarre la mano de Jax, una tostada con mermelada en la otra y ambos nos alejamos de mi padre, comenzando a caminar hacia el auto.

-Dijo que no es lo más conveniente, todo tardaría segundos en llegar a la prensa y según el me tratarían de drogadicta.- hice una mueca mientras me apoyaba sobre el auto, dándole un mordisco a la tostada mientras miraba a mi amigo frente a mi.

-Pero, ¿no te drogaron?- lo mire detenidamente, y cuando por fin trague la comida mire unos segundos al piso.

-Si, me pusieron algo en el drink, pero el sigue pensando que lo hice a propósito y que me drogue por gusto.- Jaxon se limitó a suspirar pesadamente, si alguien conocía a mi papá era Jax, es uno de los hijos que siempre quiso y nunca tuvo, al igual que Migue.

-¿Querés que hable con el o algo...? Lo que sea por ayudarte.- le sonreí, era lindo que alguien se preocupe así por mí.

-No te preocupes, no va a entrar en razón ni aunque quieras, déjalo,  ya pasó.- El solo asintió y cuando por fin termine mi tostada nos subimos al auto, y Jax condujo al ritmo de 'Kiwi' hacia el colegio.
Suspiré al entrar, varias personas me miraron y yo solo mantuve la cabeza en alto mientras caminaba en mi (como migue había nombrado) Bitch mode.
Visualice mi locker y camine hacia este, tenía que agarrar varios libros antes de que empiece la clase, al darme vuelta visualizo a una Lu bastante preocupada.

-Ey, ¿qué pasa?- ella solo se acercó lentamente a mi y agarro una de mis manos, yo eleve mi ceja pero sin dudas algo hizo que mi corazón se acelerara, de repente estaba como a mil por segundo.

-Tenemos que hablar de lo que pasó en... en la fiesta de Halloween.- hice una mueca, ¿acaso todo el mundo se había enterado ya?

-Oh si... no te preocupes por eso, esta todo bien.- le sonreí por alguna manera pero ella seguía preocupada, apreté su mano y ella me miró a los ojos, parecía como lentamente todos, poco a poco iban desapareciendo, hasta quedar solo nosotras dos.

-Lo que viste... no fue nada Sara, es decir, el es mi hermano, no tenemos nada que ver, fue un simple error.- por primera vez escuché como la voz de Lucrecia temblaba, frente a mi. Pero fruncí el ceño al notar las palabras que salían de su boca.

-¿De que hablas Lu? ¿Que pasa con Valerio? o tienes algún otro hermano y no me entere...- la vi destensar los hombros, los recuerdos se esa noche fueron casi nulos, no recordaba nada de Valerio y de ella, solo su hermosa sonrisa.

-No te preocupes, no paso nada. ¿Como estás , cariño?- comenzamos a caminar hasta uno de los patios, al parecer ninguna tenía ganas de entrar a clases, o por lo menos no a la primera.

-Yo estoy bien, es decir, estuve mejor, pero no me quejo.- al llegar al campo de ejercicio, nos sentamos sobre las gradas y ella volvió a tomar mi mano, dejándola sobre su regazo, yo la miré, ambas nos miramos por primera vez a los ojos, dejando ver completamente nuestras almas.

Narrador omnisciente
Desde lejos se visualizaba como las chicas estaban conectadas, la una con la otra, la mexicana de pelo castaño junto a la argentina de pelo negro, sus manos unidas y sin poder decir una sola palabra, por miedo a arruinar todo.
La primera en hablar fue Lucrecia, quien no decía algo sincero de hacia mucho tiempo.

"Creo que eres una persona fuerte, creo que puedes incluirte, disfrazarte y mezclarte con gente de la que no tienes puta idea y aún así ser la mejor de todas, que todos te amen e idolatren. Pero también creo que me vi demasiadas veces en un espejo como para notar cuando una persona también está rota por dentro, cariño, conmigo no tienes que fingir."

Y ahí fue cuando el corazón de Sara se abrió, a ella, a la persona que hacía unos meses atrás juraría que daría lo que fuera por verla desterrada, la persona que ahora le hacía temblar las piernas con solo verla entrar al salón y que causa tanta revolución en su sistema que ni ella misma lo nota, y Lucrecia vio como Sara se destenso y se dejó caer en sus brazos.
Ambas se dejaron caer.

"Toda mi vida estuve tratando de pertenecer a algún lugar, de buscar a alguien que no solo vea cosas malas en mi, busqué que mi padre me ame, intente buscar a mi madre por todo el maldito mundo. Pero siento que todos me decepcionan y que yo misma me hundo en mi propia miseria. Yo misma me decepciono, me lastimo. Y ya no se que hacer para hacerlo todo bien, para que mi padre deje de odiarme por el simple hecho de haber nacido, ya no sé que hacer. Miguel está conmigo desde siempre, es lo único que tengo y no puedo dejar de pensar que en algún momento el también se ira."

La castaña se sintió identificada, su corazón lentamente se estrujo y agarro las mejillas de la chica, acercando ambos rostros hasta una distancia que generaba miedo, ambas se miraron, con lágrimas en los ojos y con los corazones totalmente heridos, estaban tan solas y tan juntas, estaban totalmente desoladas pero sentían ese hilo que las unía, sentían esa electricidad en sus venas, en sus manos y en todo el cuerpo, ambas lo sentían, lo sentían como dos adolecentes enamoradas.

"Yo se que estas rota... ambas lo estamos, déjame repararte, ambas podemos prepararnos juntas, déjame ser esa persona con la que te sientas cómoda de hablar, hace cinco meses te conozco y no puedo, te juro que se me hace imposible seguir viéndote así."

"Yo creo que si podemos."

Y ahí fue cuando se unieron en un abrazo, ambas latinas se abrazaron con fuerza. Las manos de Sara por la cintura de Lucrecia, las manos de Lu pasando por el cuello de la contraria y uniéndose en ese abrazo totalmente reconfortante.
Ambas, en su mundo, sin nadie.
Sin saber de nada, y sin saber que estaban siendo observadas.

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