022: Caretas.

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Había puestos de todas las universidades más importantes por todos lados, de Nueva York, California y de las más prestigiosas de la Ivy League

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Había puestos de todas las universidades más importantes por todos lados, de Nueva York, California y de las más prestigiosas de la Ivy League. Sara había soñado con este momento desde que era pequeña, pero no sentía lo que pensó que iba a sentir, su último año debería ser maravilloso y, aunque recién comenzaba, estaba siendo una absoluta mierda.  Su mirada fría y sin la demostración de ningún tipo de sentimiento estaba puesta en la universidad de Nueva York y en poco tiempo ya estaba frente a un entrevistador, quien tenía todos los datos de la menor en la laptop , o eso creía él. 

-Sin dudas tus notas son buenas, no perfectas pero están bien, una chica como tu es una alumna ejemplar de nuestra universidad, señorita Aguilar. Con el reconocimiento de su padre y el renombre de su apellido es más que bienv...- en ese mismo momento fue cuando Sara dejó de mirar el techo, que en ese momento hasta parecia mas interesante que el hombre frente a ella para mirarlo a los ojos.

-Si se refiere a alumna ejemplar solo por tener el apellido de mi padre, pues entonces no quiero su vacante, me buscaré otra universidad, muchas gracias.- Sara se levantó de su asiento con enojo y agarro los pocos cuadernos que tenía en su mano.

-No pretendía ofenderla señorita...- dijo el hombre con una cara de pena, mientras Sara seguía manteniendo su mirada firme y seria.

-Lo hizo, me dijo básicamente que lo más interesante que tengo es mi apellido y mi padre. Si esa es la única razón por la que me quieren ahí preferiría hasta ir a una universidad pública.- la menor de los Aguilar le dio una corta sonrisa al hombre para después caminar afuera del salón, se sentó en uno de los sillones que tenía la escuela, pasó las manos por su cabeza, totalmente frustrada.

¿Alguna vez sintieron esa sensación de no saber para donde ir, de estar atrapada en un cuadrado con cuatro paredes inmensas sin siquiera tener una escalera para ayudarse a subir? asi se sentia ella, simplemente quería escapar de todo, hasta de su propia mente. 

Así mismo se sentía Ander, el chico de pecas al que todos tenían tachado como el chico perfecto. Su cabeza era como un tornado, que iba tomando todas las emociones posibles y juntandolas en su cuerpo, su mente nublada y con los sentimientos a flor de piel.

-Entonces, Ander. ¿Dónde te ves en cinco años? ¿en diez años? ¿Qué quieres hacer con tu futuro?- el chico levantó la mirada, y sintió cómo su garganta estaba hecha un nudo, la incertidumbre creció en él junto a miles de preguntas que llenaban su mente. ¿Realmente viviría en cinco años más, en diez, él realmente tenía un futuro?

-Perdón.- Fue lo unico que salio de la boca del morocho, mientras sentía como su corazón se achicaban y las lágrimas amenazaban con salir. Cerro la puerta y escapó del lugar lo más rápido de pudo, sintiendo como las lágrimas salían por sus ojos hasta finalmente, romper en llanto. A su vez Sara, quien estaba sentada vio como su amigo se desmoronaba frente a él, y se levantó rápidamente. Había prometido estar siempre y lo iba a cumplir. Las lágrimas no paraban y Sara veía como Rebeka se acercaba a la escena, pero no hacia nada. La chica de pelo negro corrió hasta su amigo, abrazándolo y apretandolo contra su pequeño cuerpo mientras Ander dejaba salir los sollozos de su boca. La gente pasaba y quedaban mirando la escena, sin entender qué estaba pasando. Sara separó su cuerpo del mayor y agarro su cara entre ambas manos, juntando sus frentes.

-Calma, ¿okay? Tranquilo. Yo se que vos sos mas fuerte que esto, no dejes que te gane asi.- Rebeka solo miraba la escena un poco sorprendida mientras Sara lograba satisfactoriamente calmar al chico de rulos que parecía a punto de tener un ataque de pánico.  Los tres estaban completamente alejados de la pelea que se asomaba por el otro lado del pasillo, en donde Guzmán había visto algo que había hecho que su corazón se achicara abruptamente, Polo con un libreto de Oxford. La universidad a la que marina soñaba con acudir algún día hasta que la vida se le fue arrebatada despiadadamente. 

Las Encinas estaba dependiendo de un hilo, los adolescentes solo pensaban en ellos como un único, como si no hubiera mas personas con problemas mas grandes, pero al fin y al cabo son adolescentes, y en algún momento todos nos sentimos como que teníamos el problemón del siglo, sin mirar a nuestro alrededor.

El mismo dia que empezaba la Orientation Week el señor Aguilar se encargaría de hacer una transacción importante con la mafia Española que venía visitandolo hacía ya unas varias semanas, el movimiento en la casa de Sara era constante, pero claramente Gabriel no contaba con que su ex esposa estaría vigilando cada uno de sus pasos. 

La verdadera razón por la que Amanda se alejó de su amada hija estaba oculta bajo siete llaves, Gaby había dejado muy en claro que si algo salía a la luz el mismo la iba a matar, sin piedad. 

El mayor de los Aguilar tenía una sonrisa que cautivaba a cualquier mujer que pasaba por su lado, incluso a varias adolescentes y universitarias. El hombre hacía suspirar a gente de ambos sexos y la sonrisa de angelito que llevaba ayudaba demasiado a la causa de no sospechar de él porque "parece un hombre bueno", cuando en realidad se lo conoce como el mismísimo Lucifer. 

El nunca había tocado la droga que llevaba y traía para todos lados, tampoco las armas, no se lo veía en cosas raras y era muy difícil culparlo de algo cuando tenia miles de empleados dispuestos a dar la vida por el. Gaby siempre tuvo sed de más, sed de venganza hacia su madre quien había preferido a su hermana para dejarlo olvidado a él en un rincón. Desde ese momento se prometió a si mismo nunca volver a querer a alguien, todos estaban dispuestos a traicionarte por el precio justo. Tenía gente de confianza, si. Pero estaba muy lejos de querer a alguien.

Gabriel no conocía el amor, y a veces eso hacía que su hija se ablandase hacía el, que sintiera pena. Un hombre que no conoce el amor solo le quedan dos cosas, la locura o la maldad. Gaby tenía ambos.

Cada cierto  tiempo tenia la mania de cambiar a su mano derecha, una jugada hábil, para que ninguno sepa mucho pero tampoco que sepan poco para hacer el trabajo que tendrían que llevar a cabo. .

Alessandro, el pelirrojo Italiano. Nuevo aliado del jefe  solo trataba de buscarse la vida, el dinero fácil. Su abuela había enfermado hacía unos años atrás, un maldito cancer de pancreas que la estaba eliminando poco a poco, ellos eran muy pobres en ese entonces, por lo que el chico se metió en cosas turbias para ganar un poco de dinero y ayudar a su madre con su abuela. Allí fue donde conoció a Gary, el famosísimo Gary, quien pasó de ser famoso por las películas a ser el famoso jefe de la mafia. Alex lo vio como alguien digno de admirar, había invertido su dinero y ahora era una de las personas mas millonarias del mundo, encima de reconocido. Su cara visible y amigable había hecho que su faceta de traficante pasase totalmente desapercibida, como si fuese una careta.

Pero todos tenemos una careta, algunos para ocultar el dolor que sentimos en el fondo, otros para ocultar lo podridos que estamos y otros simplemente para pasar desapercibidos, aunque si hay algo que se, es que las caretas, al final, siempre terminan rompiéndose a si mismas o rompiendote a ti.


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