Analepsis de un enamorado.

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El baile de la "paz", se llamaba.
Yo lo llame "el verdadero primer baile de vida".

Bienvenidos todos, son cordialmente invitados a pasar a la pista de baile.

Todos se ponían en pie y yo también lo hice. Me paré en la pista de baile, a un extremo...algo lejos. Después de todo nunca nadie me invitaba a bailar y cuando yo lo hacia era rechazado.

Un zapato chocó con el mío y dirigí mi mirada hacia mi costado, pero no había nadie.

— ¡Oh! Vaya, que coincidencia. —baje mi mirada para verte con tu sonrisa y ya no solo tu cabello— Tu debes ser Rusia, ¿verdad?

Me limité a asentir y tu bajaste la mirada por unos segundos, jugando de manera nerviosa con los gemelos que llevabas en la camisa por debajo las muñecas de tu traje, sé que siempre los odiaste...pero deberías admitir que cualquier cosa sienta contigo.

— ¿Por qué tan solito?

Subiste la mirada hacia la mía y creo que puedo olvidarme de muchas cosas, excepto del sonrojo de tus mejillas aquel día.

— No sé, tampoco debería importarte. Puedes irte, nadie te obliga a estar aquí.

— No...pero quiero estar...aquí.

Y así fue, te quedaste parado junto a mí, jugando con tus zapatos o moviendote de atrás hacia adelante con tus talones y la punta de tus pies...sin moverte un solo centímetro. La música del lugar y las parejas de baile felices, mientras tú y yo allí estabamos como niebla de la mañana; pasando desapercibidos.

La música movida cesó para dar pasa a un hermoso val's. Los movimientos de las parejas en la pista eran memorables, la alegría en sus rostros me parecía algo impalpable...al menos para mí, que no era digno de sentir. Recuerdo la incomodidad en mi brazo al sentir las punzadas que me dabas con tu dedo.

— Bolivia, llamando a Rusia. ¿Hay alguien ahí?

— ¡¿Qué quieres, enano?!

— ¡Auch! Justo en mi estatura. Bueno, no importa, estoy acostumbrado. —aclaraste tu garganta, dándote coraje y fuerza, yo te veía expectante hasta que levantaste la mano, con la palma hacia arriba...acercandola a mí.— ¿Qui-qui-quieres bai-lar?

Ese momento el del sonrojo fuí yo, pero no podía superar el tuyo...jamás pude. Debo admitir que al inicio fue pura cortesía, no quería dejarte ahí parado con la mano hacia mí, así que la tome de mala gana y te arrastre a la pista de baile...¿cómo en alguien tan pequeño y de una ligereza tan notoria, se pueden albergar sentimientos con tanto peso y significado?

— ¡Hey! Me estás pisando.

— Lo siento, es que yo...no sé bailar.

Entonces, ¡¿por qué me invitaste?!

— ¡No, no, no, espera...tengo una idea!

De haber sido otra persona ese día, creo que me hubiese molestado mucho cuando con tus zapatos ensuciaste los míos. Pero al sentir tus manos temblando mientras tomabas las mías, creo que me sentí un poco mejor...estabas dispuesto a bailar conmigo, sin importar el como.

— ¿Lo ves? Ahora es perfecto.

Para ti eso era algo más que un simple baile, era una declaratoria. Hasta que sentí como tus manos eran arrancadas de las mías debido al impacto que tuviste con aquel monstruo cruel.

— Mirá na' más, weón culiao' hemos cortado hace tres meses y ya te andaí' revolcando con otro.

— ¡No me jodas, Chile!

Te pusiste en pie y creo que había que tener demasiado valor para hacerlo después de aquella patada y de aquella humillación. Los murmullos encendieron tus mejillas cómo las luciérnagas encienden su brillo al sentir la presión del ocaso y el frío de la noche.

— Y-yo...

Saliste corriendo hacia afuera y yo...te seguí. He tomado muchas decisiones en mi vida pero esa fue, es y será una de las más acertadas de mi vida también la más importante.

Para ser alguien tan pequeño siempre fuiste más veloz. Desapareciste entre la penumbra como los colores desaparecen al dejar de ser acariciados por la luz.

— Lo siento mucho, Rusia. Nunca debí pedirte que bailaras conmigo...cuando ni siquiera sé bailar. No debías ser parte de ese espectáculo.

Tu llanto ahogado por tus manos me guiaron a ti, cada jadeo de tristeza que emitías era callado por el sonido de los grillos que con sus patitas le dedicaban una serenata a aquello estaba destinado comenzar.

— ¿Por qué querías bailar conmigo? ¿Acaso te estabas burlando de mí? ¡Solo querías provocarle celos a Chile,  ¿verdad?!

— ¿Qué? No. Solo quería estar...contigo. Te veías muy solo y triste.

— ¿Me tenias lástima? ¡Eso es peor!

— No, yo solo...quería hacerte feliz y estar contigo, además...

— ¿Además?

Me acerqué a ti con ira en la sangre, ferviente y desbordando de mis venas...como leche que dejas sin supervisión en la hornilla; burbujeante y desastrosa. Sí, atacar a las espaldas es muy bajo, pero me sentía muy dolido.

— Me intrigas.

Esas palabras acabaron con mi ira y la suplantaron con duda. ¿Qué tenia yo de intrigante? ¿Qué tenia yo de especial? Siempre creí que era alguien común y corriente. ¿Qué podías ver tú en mi que nadie más podía ver?

— A simple vista te veo como un mimo.

— ¡Insolen...

— ¿Sabes qué hay debajo de esa máscara que ellos usan? ¿Debajo de la pintura y de los labios sellados? Yo no sé, pero quiero saber. Es mi naturaleza. Quiero saber, ¿qué es lo que escondes? ¿qué te hece feliz o te pone triste? ¿qué es aquello que te quita el sueño por las noches? Quiero conocerte, Rusia.

Esa fue una noche cómo esta, una sin brillo de estrellas, sin caricias de luz de luna...una noche nublada. Y hoy cómo esa noche no puedo dormir.

— No, Rusia, no. No acerques ese pañuelo a mi cara, ¡por favor! ¡No!

— Recuérdame, recuerda lo que vivimos juntos, por favor.

Y al final dejas de patear y removerme inquieto, eso significa que el cloroformo ya hizo efecto. Me lastima tanto hacerte esto, me lastima de una manera que no tienes idea.

— Cada noche me lamento, por haber sido inútil, por no haberte podido proteger, por no haber confiado en ti, por haberme puesto celoso de esa manera.

Pero lo que más lamento, es haber despertado tarde.

El perdón. [RusiaxBolivia] [ChilexBolivia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora