Analepsis de media noche.

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La luna no es nada comparada con tu mirada...esa sí me cautiva.

— "No, Bolivia, no me gusta escalar"...pero no, alguien quería escalar, ahora miranos, solos y perdidos. Moriremos aquí.

— Rusia.

— Mira mi pie, atorado, seguro habrá que amputarlo para sacarlo de ahí. No me importaría con tal de irnos de acá.

Doy un largo suspiro, mientras lo veo ahí sentado...tomo mi canasta y me la llevo debajo del sauce llorón. Sus hermosas hojas caen hacia abajo y las toco buscando que sus hojas callen los fuertes latidos de mí corazón...me siento tan nervioso.

— Bolivia.

— ¿Huh?

— ¿En la canasta no traes una sierra por si acaso?

— ¿Es, en serio? ¿Cómo para qué podría traer una sierra a un picnic? Rusia.

— Para cortar los sándwiches. Mi padre los cortaba con una sierra.

Una corriente atravesó mi cuerpo. ¿En serio era de él de quién estoy tan perdidamente enamorado? Suspire al verlo tomar la frondosa rama de árbol y partirla con sus manos a la mitad, con tanta facilidad. Pero eso me provocó miedo, miedo de que él hiciera lo mismo que le hizo a esa rama a mí corazón, él lo tiene en su poder, ¿qué puedo hacer yo?

Solo puedo suspirar, solo puedo dejar que la sangre en mi cuerpo corra rápido, solo puedo dejar esas corrientes atravesar mi cuerpo cada que el pronuncia mi nombre...solo puedo dejar que este sentimiento florezca como una rosa cuando el sol la acaricia en primavera.

— Ya está, el poderoso Rusia se ha liberado de las fauses de la rama, soy increíble ¿verdad?

No puedo escapar de este amor que siento por él y...tampoco quiero hacerlo.

— Felicidades, es una proeza.

— ¿Eso es sarcasmo?

— Que desconfiado. Ven acá y siéntate.

Termino de acomodar la gran manta y me siento en ella, abro mi termo y sirvo en dos vasos el delicioso café. Él es capaz de esto y más, él es capaz de convertirme en aquello que nunca creí que sería...un tonto realmente enamorado.

Enamorado de esa manera en la que lo esta la luna del sol, siguiendo constantemente al sol para sentir su brillo, para tomar su brillo y sentirse viva. Así me siento yo, deseoso de compartir su brillo, porque yo brillo gracias a él.

— ¿Y para qué estamos aquí?

— ¿A ti...t-te gusta...la lu-na?

— Un poco.

Dejo el delicioso café de lado cuando el se acuesta sobre la manta, poniendo sus manos bajo su nuca y mirando el cielo, cuando del frondoso árbol cae una hoja entre verde y café para posarse sobre su bufanda.

Veo cada facción de su rostro y sin importarme nada, absolutamente nada me siento cautivo; sí, porque es su alma la que me tiene atrapado, es su rostro aquello que me ha hipnotizado, es...él y siempre será él.

— ¿Tengo algo en la cara?

— Sí, —tienes toda mi atención— una hoja.

Acerco mi mano a su rostro, pero siento que si me atrevo a tocarlo podría despertar, sí porque esto es como un sueño...es mi sueño, mi sueño sublime hecho realidad.. Me limito a levantar la hoja de su bufanda y me le quedo viendo con envidia, ha tenido el placer de hacer contacto con él...de la manera más  simple, pero de una manera que yo no puedo...por temor.

El perdón. [RusiaxBolivia] [ChilexBolivia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora