Save me. (Baekyeol / Chanbaek)

Capítulo dos.

-Arriba, arriba, despierta –Baek suspira, su madre perfectamente sabe que está despierto desde media noche, como siempre, como siempre maldita sea.

Se levantó a rastras de la cama, se dio una ducha y comió el desayuno más liviano, no quería lidiar con su pequeño y frágil estómago, no hoy por lo menos, que sería su último primer día de clases, recordar eso, sin dudas, lo hacía ponerse de buen humor o al menos eso quería pensar.

Luego media hora, decidió que era hora de partir, tomó su bolso y camino en rumbo a la escuela, la cual quedaba relativamente cerca, sin antes darle un sonoro beso en la mejilla a su madre.

Llego al edificio y trago en seco, no quería ver esos malditos bancos de madera otra vez, escuchar la voz del profesor o ver a sus inútiles ‘’amigos’’, pero asumió que no había vuelta atrás, una lástima, pero era lo que era y tan sólo se limitó a suspirar resignado.

Abrió la puerta y vio como sus compañeros se daban vuelta a mirarlo, derrochaban lástima y miradas decaídas, sólo se sentó en el último banco hacía la derecha y vio el mundo pasar en minutos a través de la enorme ventana que daba hacía el patio, donde los árboles eran agitados por la sutil brisa tibia de marzo.

-¿Pu-puedo sentarme? –Una voz profunda lo sacó del ensueño y miro por reflejo hacía su lado y vio a un joven alto, demasiado alto a su parecer, delgado, blanco, pelo castaño miel largo, sonrisa extremadamente intimidante acompañada de un tic en el ojo, que hacía que se cerrará y abriera rápidamente por unos segundos mientras sonreía.

-Sí, claro –Dijo Baek con desganó, mientras movía su mochila de la mesa, últimamente la gente le molestaba demasiado, él sólo quería ser invisible.

-Soy Chanyeol, Park Chanyeol –Baekhyun jamás pudo memorizar todo los nombres de sus compañeros, pero sin duda este era nuevo, jamás oyó ese nombre en el aula, menos esa voz tan profunda, pero algo tenía familiar, quizás su nombre o esa sonrisa, pero no le prestó importancia, quizás cuantos ‘’Park Chanyeol’’ andarían allá afuera con la misma sonrisa estúpida.

-Byun Baekhyun –Dijo seco y distante, no trataría de ser amable, sabía que luego de que se enterara de quien era, se alejaría por completo.

El profesor entro con prestancia al aula, un traje nuevo, sonrisa picarona y maletín colgado de la mano derecha que lo hacía ver como una persona intelectual, al menos Baek piensa de ese modo, se pregunto si algún día podría ser igual que él, pero quizás para la edad del profesor estaría muerto, pensó, y con eso detuvo sus pensamientos con el futuro.

-Buenos días –Dijo, dejando el maletín en la mesa correspondiente para luego ponerse al frente de todos los alumnos- Bueno como ya saben ¡Feliz último primer día de clases! –Baek podía ver las sonrisa desbordantes de sus compañeros y sentía envidia, envidia de no poder ser feliz, cuando era lo que más quería, sabía que se estaba hundiendo, pero no tenía nada por qué o quién luchar, sólo se estaba hundiendo de a poco y hasta éstas alturas, no quería que nadie lo salvara, él sólo quería morir- Antes que se me olvidara, debo presentarles a su nuevo compañero de clases que ha venido de intercambio, por favor Chanyeol, quieres venir adelante –Baek pudo ver por el radillo del ojo como éste se levantaba de su asiento con la misma sonrisa de antes y le corrió un escalofrío por la espalda que le caló la médula espinal.

-Hola, soy Park Chanyeol, pero mejor Chanyeol o Chany –Dijo para soltar una pequeña risita que contagió al aula entero- Espero llevarme bien con ustedes –El joven volvió a su asiento sonriéndole a Baekhyun como desde el principio, pero éste sólo lo ignoro.

El resto del día no fue muy productivo, Baekhyun que sólo encontraba calma a sus infiernos en los libros y el estudio, el día fue demasiado pesado para él, ya que no hubo nada productivo en ninguna clase y sólo dedico a ver el inepto y gigantesco cuerpo de Chanyeol que apenas cabía en el banco, por un momento se distrajo pensando en lo chistoso en que se veía y logró por un segundo soltar una pequeña carcajada, cosa que no hacía hace muchos años, hasta se sorprendió de cómo sonaba el eco de su voz en la pequeña risa.