Parte sin título 9

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Deshacerse del animal que había arrollado hizo sentir a Johnny extrañamente intranquilo. Las voces en su cabeza estaban asfixiando sus propios pensamientos y esas personificaciones, cada una más retorcida que la anterior, lo hacían sentir un demente, incluso más que sus crímenes.


Por supuesto, sin la ardilla podría disfrutar de un breve momento de paz, pero sabía que tarde o temprano todo comenzaría otra vez. En cualquier momento su locura volvería a taladrar su mente y se abriría paso hasta lo más recóndito de su alma y entonces no le quedaría otra opción que continuar el ciclo.


Eso dejaba el tema más importante aún pendiente: su libertad. Jamás sería dueño de sí mismo si esas abstracciones perversas que se cocinaban en su interior lograban salir a la superficie para manipularlo ¿O es que el señor Eff estaba en lo cierto y no existía tal cosa como la libertad?


De lo único que estaba seguro era que si bien explotar su creatividad podía darle un respiro, no dejaría de ser un simple descanso de la peor cara de su locura.


Lo demás quedaba simplemente a especulación.


Casi sin proponérselo, al dibujar esa monstruosidad en su sótano con restos humanos había rescatado algo de su interior que pensaba muerto hace tiempo. Se imaginó por unos instantes que si sacaba provecho de esa satisfacción aunque fuera pasajera, pronto volvería a dibujar sus cómics y por supuesto, dejaría de asesinar por un tiempo.


¿Valía la pena intentarlo?


Esa preocupación en su cabeza no ayudó a que los días dejaran de transcurrir lentos y pesados. Las novedades se volvieron escasas (lo que implicaba por otro lado, menos homicidios) sin embargo, para cuando logró darse cuenta, algo había cambiado dentro de él. Se sentía tranquilo, pero no era una tranquilidad digna del final de una larga historia, si no que la sentía más bien como la antesala de una tormenta. Acababa de comenzar el verano, bien podía ser que el calor avasallador de la tarde friera el contenido de su cabeza, pero se sentía atrapado en un sueño pesado, casi flotando en cielo viciado por el smog y su único nexo con la realidad era el recuerdo del atardecer del sábado en que habló con Devi.


Hubiese querido sacudirse su propia miseria, y aunque sabía que no existía sitio en el cual refugiarse, estar día y noche escondido en su agujero en los suburbios no lo iba a ayudar.Decidió que tal vez sería mejor darse una vuelta por el psiquiátrico e intercambiar un par de palabras con el doctor L. England. Estaba seguro de que el loquero estaría encantado de recibirlo, aunque solo fuera para documentar los sueños de su perturbada mente. En ningún momento durante la terapia lo consideraron ni remotamente un peligro para el resto de los internos. Simplemente era el chico raro, con problemas para dormir, pero que a todo el mundo le caía bien.


Condujo cerca de cincuenta kilómetros bajo un poderoso sol de verano deseando que el horriblemente incómodo viaje hasta el psiquiátrico le ayudara en algo. No pensaba que el hecho de encontrarse con insanos mentales fuera desagradable ¿Quién era él para juzgar al resto? Simplemente no soportaba la idea de que los inadaptados a una sociedad profundamente enferma fueran considerados anormales.


No estaba ansioso por volver a ese lugar, sin embargo la soledad sumada a la rutina de su encierro habían cavado un agujero en su mente más profundo que el de una lobotomía. Aunque sabía que los doctores no iban a ayudarlo ya que no entendían ni remotamente cuál era su problema, al menos podía divulgar sus últimos sueños esperando que en medio de esa perorata sobre los beneficios del buen dormir surgiera una que otra frase con sentido.

Johnny el Homicida Maníaco (Fanfic de la obra de Jhonen Vásquez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora