Squee pensó que a Johnny le costaría trabajo acarrear el peso muerto de la mujer hasta el auto, pero él tenía mucho más fuerza que lo que su cuerpo escuálido y menudo permitía suponer. Simplemente la tomó por uno de sus tobillos (el único que tenía calzado) y la lanzó en el asiento trasero como si fuera una muñeca de trapo. El niño lo siguió pacientemente y se acomodó en el asiento del copiloto.
-Hace un poco de frió.- Dijo asegurándose en cinturón y protegiendo a su oso de peluche entre las piernas.- ¿Podemos encender la calefacción?
-No funciona.- Contentó el homicida sentándose frente al volante.- Además, el frío me ayuda a mantener mis pensamientos claros.
El motor helado rugió lastimeramente antes de que Johnny pusiera el auto en marcha. Avanzaron varios minutos en silencio. Squee tenía la vista fija en la ventanilla, observando con ojos cansados la eterna oscuridad de la carretera y más allá, la tierra desierta que los rodeaba. Se giró lentamente hacia el espejo retrovisor, la mujer que hace un rato lo retenía en la cafetería para que escuchara sus historias sin sentido, ahora dormía plácidamente, con los pies pegados a la espalda de su asiento. Se preguntó cuánto le quedaba de vida. Un escalofríos de recorrió la columna cuando recordó que su vecino era perfectamente capaz de abrir una cabeza humana usando solo un cuchillo y sus manos. Finalmente, luego de casi un kilómetro de viajar con el cuello tenso por sus horripilantes recuerdos, decidió quitarse ese peso de encima:
-¿Vas a hacerle daño a la mujer rara?
-Mira, Squee, la verdad es que los seres humanos son profundamente imperfectos, y algunos tienen tendencia a autodetruírse. Y a esos nadie puede hacerles más daño del que ellos se hacen a sí mismos.
El niño quitó la vista del retrovisor sin estar muy seguro del significado de lo que acababa de oír, pero decidió no hacer más pregustas.
Pasó otro par de kilómetros sin que nadie dijera nada. Aunque la mujer inconsciente lanzaba un quejido de vez en cuando.
-Dime, Squee.- Ahora era Johnny quien rompía el silencio.- ¿Volviste al psiquiátrico luego de la última vez?
El pequeñito asintió levemente con la cabeza.
-Es una pena. Tú no estás loco.
-Eso es lo que digo, pero parece que nadie me escucha.
Johnny pegó el mentón a la orilla superior del volante. Estaba mucho más preocupado de lo que acababa de escuchar que del camino monótono y llano.
-¿Sabes lo que pienso? Creo que están empeñados en volverte loco. Me esfuerzo por mantener tu frágil mente en buen estado, te digo que seas cuidadoso, pero los adultos que te rodean no me hacen la dejan fácil... mira que olvidarte en una gasolinera tan lejos de casa.
-No importa, no fue tan malo.
-Eso es cuestión de interpretación, lo que yo interpreto, por lo menos es que tus padres no debieron tener nunca un hijo.
-Eso es lo que dice papá.
El joven dio un suspiro profundo y se giró hacia su copiloto para poder mirarlo fijamente mientras le hablaba. Parecía que ya no le importaba el hecho de que él era el conductor.
-Lo siento, Squee, a veces no me doy cuenta de lo que te digo... Mira, yo no creo que seas tú quien deba ir al psiquiátrico, si no ELLOS. Hay algunas instituciones que logran exactamente lo contrario de lo que se proponen, por eso pienso que tus padres quieren que te vuelvas tan loco como ellos.
El niño escondió la mirada en el señor Shmee. No estaba de acuerdo, pero tampoco se atrevía a contradecirlo.
-¿Sigues tomando los medicamentos que te dieron en el psiquiátrico?- Continuó el joven sin notar este detalle- ¿No te ha pasado nada extraño?
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Johnny el Homicida Maníaco (Fanfic de la obra de Jhonen Vásquez)
Fanfic"A veces...puedes llorar hasta que no te queden lágrimas por derramar; puedes gritar y suplicar hasta que tu garganta se desgarre; puedes rezarle cuantas veces quieras al dios que creas que te escuchará y aun así no habría diferencia, ni señales de...