En cuanto puso un pie fuera de la casa, asestó el primer golpe. Un oficial calló herido de muerte unos metros más allá.
La respuesta no se hizo esperar.
La lluvia de plomo proveniente de todas direcciones se precipitó sobre el homicida.
Un segundo disparo. Otro policía abatido.
La primera bala que hizo blanco le reventó la rótula. Los restos de su pierna rota quedaron esparcidos por el patio. A pesar del dolor, se las arreglaría para para dar varios pasos más.
Tercer disparo. Cuarto disparo. Dos oficiales eran despachados en menos de un segundo a manos del hábil tirador.
La segunda bala que hizo blanco le perforó el pecho, llevándose al menos la mitad de su pequeño corazón en la trayectoria. Un chorro de sangre escarlata fue la bandera de salida para el quinto disparo, éste fue a dar en un punto más lejano que los anteriores, pero aun así logró otra víctima.
La respuesta fue un proyectil en su garganta. Sintió como la yugular se le desgarraba dejando escapar en unos segundos, la poca vida que le iba quedando.
Un dolor intenso le dio a entender que su tiempo se esfumaba. Además, sintió que un frio mortal le penetraba los intestinos, el hígado y seis costillas.
Antes de desplomarse para siempre, el homicida alcanzó a apretar dos veces más el gatillo. El primero en morir fue uno sujeto que le había disparado por la espalda y el segundo, el policía que acababa de lanzar la advertencia por altavoz. El aparato en cuestión salió volando por los aires y se precipitó al suelo al mismo tiempo que Johnny, solo que este último, tenía diez nuevos agujeros distribuidos por el cuerpo.
Los sobrevivientes del tiroteo se acercaron con extrema cautela. Sin embargo, ya no había nada que temer. El hombre cuyos crímenes se convertirían leyenda, yacía inerte en la tierra, en medio de un charco de sangre.
Su propia sangre.
Esa noche, desde dos puntos diametralmente opuestos de la ciudad, Todd Casil y Devi veían la noticia de Johnny, el homicida maniaco del número 777, culpable de innumerables secuestros, torturas y asesinatos, quien había sido abatido por la policía no sin antes arrastrar consigo al otro mundo a siete valerosos oficiales. Ambos apagaron el televisor al mismo tiempo y contemplaron la pantalla negra con los mismos sentimientos encontrados.
Mientras tanto, en un lugar totalmente diferente y desconocido, Johnny, el protagonista de la tragedia que inundó los noticiarios, despertaba por fin del sueño enfermizo que lo había hecho prisionero por años.
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Johnny el Homicida Maníaco (Fanfic de la obra de Jhonen Vásquez)
Fanfiction"A veces...puedes llorar hasta que no te queden lágrimas por derramar; puedes gritar y suplicar hasta que tu garganta se desgarre; puedes rezarle cuantas veces quieras al dios que creas que te escuchará y aun así no habría diferencia, ni señales de...