#4: La verdad es cruda.

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El chico se veía mal. Su mandíbula parecía temblorosa, él estaba agitado, nervioso. Esta vez no mentía.

  —Sostén el aire ¿Si? Así. Cálmate. Cuenta cinco, respira. ¿Mejor verdad?

Él mantuvo la respiración y asintió, exhalando con lentitud el aire que retenía y viéndome esta vez. Parecía un poco más calmado ahora.

  —¿Por qué insistes en ayudarme? Es decir, no he sido muy amable contigo.

Su expresión curiosa aún me recuerda un poco a los gatos, María amaba los gatos, yo prefería los perros.

  —Supongo que soy un idiota al que le gustan los problemas.

El chico estaba por decir algo más, alguna otra pregunta o comentario, dejó la boca entreabierta unos segundos pero al final solo negó con la cabeza suavemente y fue al baño a lavarse la cara. Volvió más calmado después de unos minutos pero su expresión era diferente, algo que no supe identificar bien, como una mezcla de emociones en su rostro y no eran agradables precisamente. Se sentó en la cama despacio y sin prisas antes de verme, él estaba más serio ahora.

  —Dijiste que ibas a ayudarme, y ahora estás tras esos tipos ¿No?.
  —Si.

El chico respira, piensa ensimismamdose unos segundos y vuelve a verme.

  —No lo entiendo, tú me ayudaste sin motivo, te insulte y fuiste a salvar mí culo, es raro, pero eres el único que me ayudado después de todo. Te diré la verdad, todo, confiaré en ti —dijo clavando su mirada en la mía, un par de ojos oscuros y decididos— pero, no quiero que hagas preguntas hasta que no termine de hablar.

Accedí. Me senté frente a él en la cama contraria y lo mire fijamente.
El tomo aire y se dio unos segundos de meditación antes de volver a hablar.

  —Chris —dijo viendo a sus manos y luego a mí— él era mí guardia, un tipo joven, aún no tenía treinta años. Papá lo había contratado para que me cuidara así que siempre estaba tras de mí, incluso cuando no lo veía sabía que él estaba cuidándome. Fue inevitable. Mí padre era un mafioso, nadie podía tocarme un pelo, la estupidez adolescente, me sentía imparable. Las hormonas y la calentura me pudieron. Él era totalmente mí tipo, alto, fuerte, masculino, un ex-soldado musculoso y francotirador estrella. Lo bese. No debía pero lo bese de todas formas.

El chico rió pero no feliz, con tristeza, melancólico. Se pasó la mano acomodándose hacia atrás unos cuantos mechones de cabello cobrizo y luego volvió a verme.

  —Siempre me han gustado los chicos, no me preguntes ¿Bien? Sólo lo sé, y lo confirme cuando la chica más sexy del curso no fue capaz de hacer que me excite o tan sólo sienta algo. El punto es que el beso llegó más lejos, meses cogiendo como conejos de aquí a allá, a escondidas claro porque mí padre es tremendamente homofóbico. Pensé que no se enteraría de mí pequeña aventura, pero lo hizo. Siempre acaba por enterarse de todo. Un día solo me mandó a dar una vuelta con Félix, es un loco bastante sádico, pero es un sicario intachable y siempre obtiene lo que papá le pide, por eso es su mano derecha. En fin, pensé que era alguna prueba para demostrar que podía convertirme en su sucesor o algo así, nunca me intereso eso de la mafia, no es para mí pero aún así papá insiste en que me ensucie un poco las manos para aprender. Félix solo decía cosas raras mientras caminábamos, me di cuenta que me llevaba al almacén donde siempre "trabajaba" con sus víctimas. Ahí empezó todo.

De repente su semblante cambio. Ladeó la cabeza casi curioso, mirándome y dejando esa tristeza tan fuerte de lado casi.

  —¿Alguna vez te torturaron?

La pregunta del chico me descolocó un poco. Me di una idea de que me iba a contarme, probablemente su padre había mandado a que le dieran una paliza y esa era la razón por la que había huido. De un tipo como Solange podía esperármelo.

Punishment & Revenge [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora