Prólogo: Reflexiones sobre mi hermano.

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Valerio siempre había sido el más "humano" de la familia por así decirlo. Siempre había sido el más sensible dentro de un grupo de personas cuya prioridad era siempre el trabajo, el éxito cuantificable en dinero, y en donde no había cabida para el error humano. Hijo de un "error", de un pequeño encuentro, entre un diplomático mexicano y una empresaria chilena, Valerio había sido sometido desde siempre a una gran inestabilidad y a la falta de un grupo familiar sólido. Ambos padres había construido una vida después de aquel "encuentro", en el caso de su madre, esta se había vuelto a casar pero jamás había vuelto a tener hijos, y en el caso de su padre, pues ya sabemos que sucedió. Dentro de esas nuevas vidas, nadie nunca supo como él podría encajar. Esto llevó a que mi pobre hermano creciera con toda la presión y las exigencias de ambos, pero sin el amor de ninguna de las personas que lo trajeron al mundo.

En las largas conversaciones que solíamos tener antes de dormir, en alguna ocasión se abrió, y me contó como de pequeño sufría mucho por esto, pero poco a poco fue construyendo una muralla, una máscara, un personaje. Valerio, el junky, el fiestero, a quien no le importa nada, y quien se dedica a vivir la vida al límite, el Valerio que todos conocen. Pero este no es el Valerio que yo conozco, pues mi hermano tuvo que encontrar un mecanismo para sobrellevar todo ese dolor. Aun así, la intimidad y en los momentos en los que estamos solos, siempre puedo ver en sus ojos aquel Valerio del que me enamoré hace años. Valerio significa valiente, y eso es lo que es mi hermano. El verdadero Valerio es el que siempre piensa en los demás, es honesto, sin temor a decir lo que piensa. Un Valerio con un gran conocimiento sobre la vida, que durante años se ha dedicado a pensarla. A veces sarcástico, leal, con una inmensa capacidad de amar, y un corazón tan grande que le imposibilitó existir en sobriedad.

Siempre pensé en mi hermano como la única persona que podía amarme al conocer todo de mi. El único que podía ver más allá de mis caprichos, el único con el que me he permitido ser, y que tampoco se ha alejado a pesar de que yo también he construido una gran muralla. El siempre peleó por hacernos mejores personas a quienes estábamos a su alrededor. El desafiar a mi padre era su forma de buscar que este se ocupara de sus hijos, que se cuestionara sus valores, que los reorganizara y pusiera a su familia primero. Creo que siempre quiso mostrarle que el valor de una persona yacía no en que tan productiva o exitosa era. En mi caso, yo opté por la vida que se orquestó para mí, elegí ser la hija perfecta, la estudiante perfecta, la niña perfecta en todos los sentidos, pero él siempre supo que mis sentimientos por él serían un impedimento para esto. Aun así, él siempre pudo ver más allá, porque así de brillante es, siempre quiso acercarse a mi, atravesar todas mis capas, para que yo dejara salir lo que llamaba "mi luz". Una luz que en los últimos años yo he dudado tener. Él siempre luchó por los dos y eso es lo que está haciendo ahora mismo. Toda esta sensibilidad, todo este dolor y toda esta humanidad que tiene mi medio hermano, es la que ha llevado a que en este momento se encuentre luchando por su vida. 

Los días rarosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora