Agustina

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Holaaaa, llegó un capítulo muy largo jajaj lo lamento, pero en él exploré muchos temas y construí a la madre de un sobre lo poco que pudimos ver de ella en la serie. No sé si recuerdan que denfendió a Valerio durante la comida de navidad y también el padre de Lu le decía que no empezara con su "psicología barata". Espero que les guste como quedó. También la foto de arriba todxs sabemos que es de Danna Paola en alguna novela, pero me imagino que ese era el rostro y la expresión de Lu en una de las escenas que verán en este capítulo. Podremos entender varias cosas y conocer más sobre la infancia de nuestros protagonistas. Por último, encontré un video que me gustó mucho y creo que expresa muy bien como se ha sentido Lu en el último tiempo

Creo que ya no falta tanto para el final de la historia, por supuesto, quedan varios varios capítulos, ya le tengo un cierre creo. Como siempre gracias por su scomentarios, disfruteen 

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-Hola muchachos- nos saludó la que por muchos años había sido mi madrastra- Carla cariño, tiempo sin verte- se acercó a la rubia que estaba al lado mío y la abrazó

-¿quien esa esa tío? - me susurró Rebeka, aunque no tuve tiempo de responder, pues ella pareció escucharla-

-Mucho gusto- extendió su mano para aparetar la de mi amiga- Agustina Hendrich, soy la madre de Lucrecia- sonrió tomó la mano de Samuel. Agustina era una mujer de unos cuarenta y cinco años aproximadamente. Era hija de un diplomático alemán y una importante académica colombiana, país en donde había nacido. Hasta donde tenía entendido, había conocido a mi padre en un evento en México en donde al parecer estaba acompañando al abuelo de Lu. Mi hermana era muy parecida a ella, ambas eran hermosas, con una tez besada por el sol, un cabello castaño claro, abundante y unos grandes ojos color miel. La señora Hendrich, era una neurocientífica y psicoanalista brillante, de las más importantes del país actualmente, aunque tal éxito se lo debía en parte a su ausencia en la infancia de mi hermana. Aunque era una mujer amorosa, comprensiva y generosa, Agustina estaba ocupada todo el tiempo, y aquellos días que tenía libres solía acompañar a mi padre en sus viajes. Por su parte, desde que tengo memoria, me había acogido muy bien, incluso en varias ocasiones intercedió por mí ante mi papá, incluso en algún momento, antes de que su ausencia se hiciera la regla, llegué a sentirla como una madre, supongo que mi hermana había heredado su buen corazón.

Después de saludar a todos los presentes me miró con una expresión inescrutable- hola Valerio- no se acercó a mi.

-Hostia... - Rebeka no pudo ocultar su asombro- pues su hija no habla mucho de usted mi señora, pero si, supongo que también es un gusto- y como era costumbre, no pudo evitar pullar, aunque en este caso estaba agradecido, no entendía muy bien como aquella mujer, antes amorosa, se había desentendido de mi hermana, al igual que mi padre.

-A eso vengo precisamente, a buscar a mi hija- respondió, haciendo caso omiso de la provocación de mi amiga--aunque no la veo por ninguna parte...-

-Pues me alegra tía, ya era hora--volvió a presionar la castaña y Samuel trató de callarla con un codazo. Agustina esta vez si la miro, pero decidió no responder, altiva, como si no lo valiera.

-Valerio- volvió a mirarme con aquella helada expresión- me gustaría hablar contigo.. A solas-

-Perfecto, a nosotros nos están esperando- sonrió Carla tratando de romper la tensión- un gusto volver a verte Agustina, saludos al señor Montesinos- la rubia era una maestra de la hipocresía. Tomó el brazo de Samuel y junto con Rebeka se alejaron, después de despedirse con un simple "adiós".

Quedamos entonces mi madrastra y yo, cuando me echaron de la casa no espere volver a verla, mucho menos que me dirigiera la palabra, yo era el monstruo que había enredado a Lucrecia, el niño descarrilado que solo era una mala influencia.

Los días rarosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora