𝐒𝐞𝐢𝐬 𝐦𝐞𝐬𝐞𝐬 𝐝𝐞𝐬𝐩𝐮𝐞́𝐬
MALE
-¿Estas segura que podes con los dos, ma? -pregunté por décima vez.
-Si amor, Ali y yo nos encargamos, vos relajate que mañana te casas -me acarició el brazo, regalándome una cálida sonrisa.
-Gracias -le agradecí abrazandola.- Y a vos también Ali -repetí la acción.
Después de despedirme bien de mis bebés, volví al departamento para empezar a arreglarme y estar lista para salir con las chicas.
Hoy era la noche de mi despedida de soltera, si, horas antes de casarme. Solo a ellas se les ocurre.
-Yo también ya me voy amor -entró ni futuro marido por la puerta de nuestra habitación.
-Todavía no puedo creer que mañana nos casamos -lo miré negando, desde el borde de la cama.
-Pasaron re rápido estos meses -dijo asintiendo.
-¿Donde van a ir ustedes? -pregunté mientras me quitaba los aros.
-Ni idea, Douglas y Rodri arreglaron todo -contestó alzando los hombros.
-Ojito eh -dije con gracia, aunque lo decía de verdad- No quiero ninguna striper -apunté con mi dedo.
-Ya les dije que nada de eso -me abrazó por la cintura.
-Mas te vale -dije apretandole los cachetes y dándole un pico.
-Ahora si, ya me voy -dijo guardando su celular en el bolsillo de su pantalón- Te amo, nos vemos en unas horas -me besó , despidiéndose.
-¡Yo más! -le grité desde la habitación.
Entré a bañarme y aproveché a darme un baño relajante, como hace mucho no hacía. Con los mellizos no tenia mucho tiempo para mi, no podía dejarlos solos.
Ya lista, salí del baño y comencé con el proceso de ponerme todas las cremas corporales y del pelo, antes de secarlo.
Decidí empezar primero por el maquillaje, que era lo que más rápido me hacía. Gracias a Dios que ya me había hecho las uñas hace dos días, por ende, una preocupación menos.
Me maquillé de manera llamativa, aprovechando que la ocasión lo ameritaba y que hace mucho no salía ni me producía tanto.
Terminado el maquillaje, empecé a secarme el pelo y así poder plancharmelo, aunque naturalmente mi pelo ya era bastante lacio.
Mientras esperaba que el frizz bajara, y que la planchita se calentara, busqué en el armario la ropa que iba a ponerme.
Elegí ponerme un vestido rojo pegado al cuerpo, acompañado de unas sandalias negras de tiritas y una cartera negra de cadena, de Louis Vuitton.
Terminé de arreglarme el pelo, dejandomelo suelto, y comencé a ponerme la ropa. Me encantaba como me quedaba el rojo, y como hacía que me resalten más los ojos.
La noche estaba dividida en dos partes, primero iríamos a cenar, y por último a algún boliche.
Habíamos quedado en que venían todas a mi casa, cerca de las ocho y media, y de acá ibamos al restaurante.