Capitulo 11. Acostumbrarse (2/3)

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Lalisa M

Abro los ojos de nuevo algo exaltada, aún no me acostumbro a estar en el hospital. Me siento más nerviosa de lo normal y miró toda la habitación. Jennie está dormida en uno de los sofás de la habitación, se ve demasiado cómoda y no la despierto porque parece cansada.

Observó mis brazos y no me gusta lo que veo. Desde siempre odie los hospitales, las inyecciones y todo lo que tuviera que ver con la medicina, irónico pues tengo que vivir con ello todos los días de mi vida y a pesar de los años jamás he logrado acostumbrarme.

«no importa lo fuerte que seas, jamás te acostumbraras al dolor»

Los recuerdos llegan a mi mente y me es imposible no recordar el día en el que conocí a Rosie, en el Hospital de tratamientos de Seúl. Su madre estaba enferma y ella pasaba esos días por allí, me asusté al verla pero supongo que me acostumbre rápido a su presencia.

¿Que haces aquí tan sola?

Aquella voz me sobresaltó. Yo estaba en el jardín del hospital, había una fuerte lluvia y las gotas me mojaban por completo. Me escondía de alguien, más bien de algo. Esta tan asustada que no note cuando llegue a uno de los jardines de allí y me perdí  por completo. Aquella niña extraña tenía un hoddie rojo de una caricatura que jamás había visto, su cabello oscuro era corto y en ese momento tenía flequillo como yo. Tuve ganas de reír al ver que las dos colitas de su cabello estaban disparejas, pero no reí porque el miedo me tenía petrificada .

— ¿Quien eres tú? — La voz me tembló al hablar .

— No respondiste a mi pregunta. — Se sentó a mi lado. Me quede en silencio negándome a responder, mis padres decían que no le podía hablar a extraños — ¿Te comió la lengua el gato?

— Mis papás dicen que no le puedo hablar a los niños extraños.

— Bien, ¿si te digo mi nombre entonces ya no seré una extraña? — Pregunto y me encogí de hombros.

— Supongo...

— Bien, soy Park Chaeyoung, mamá me dice Roseanne. — Se presentó. Pensé en que su nombre era muy bonito, cuando era pequeña quería tener un nombre coreano.  Lalisa era demasiado... aburrido, comparado con Chaeyoung.— ¿Responderás mi pregunta?

— Estoy perdida, eso es todo — Gire mi cabeza a otro lado.

— ¿Por eso lloras?

Negué con la cabeza.

— Es que duele — Susurre.

— ¿El que?

— Lo que me hacen, duele. — Susurre — Me ponen inyecciones en el estómago y me dan muchas medicinas, debo quedarme quieta por horas y después estoy débil.  Mamá dice que no debería llorar, que ya debería haberme acostumbrado. Lo hacen casi a diario, pero jamás me acostumbro.

Rosé sacó algo de su bolsillo — Toma esto — Sacó un pañuelo. — Seca tus lágrimas si quieres.

El pañuelo no era muy útil en ese momento, se empapó con la fuerte lluvia y perdió su utilidad, sin embargo lo puse en mi bolsillo porque tenía un estampado bonito de flores.

— ¿Crees que algún día me acostumbre?

Rosé negó — Mamá me lo dijo un día: No importa que tan fuerte seas, jamás te acostumbrarás al dolor.  Mamá sufre de una enfermedad extraña, supongo que ella sabe de dolor después de todo.

Rosé sabía lo que muchos no de mi. Era esa niña que iba a mi casa a jugar, me explicaba matemáticas aunque ella tampoco era muy buena y me hacia compañía. Supimos superar todas las dificultades y peleas, nos reconciliamos miles de veces y la mayoría de veces nuestra amistad seguía intacta, pero no sabía si esta vez sería igual.

Rosé siempre había tenido cierto problema con las adicciones. Le costaba mucho salir de aquellos círculos viciosos y se dejaba empujar fácilmente por otras personas que le hacían mal. Supongo que ella se siente cómoda de esa forma, y al final, ¿quien soy yo para juzgarla? Solo quiero ayudar pero al final ella no necesita mi ayuda o eso dice.

Lloro en silencio por la preocupación que crece en mi pecho, esa preocupación se convierte lentamente en dolor y suspiró para alejarlo de allí. Jennie sigue durmiendo plácidamente ajena a lo que me está pasando en este momento y no se hasta qué punto es bueno, pues se que una vez que la vista se me comienza a nublar no hay vuelta atrás.

— Jennie... — Susurro pero ella no lo escucha, no tengo más fuerzas para intentar que alguien vea lo que siento ahora.

Intento alcanzar el botón para llamar a alguien que me ayude pero en el intento, el pinchazo de mis costillas me obliga a volver a mi posición inicial y el dolor palpitante me impide moverme. En un acto inconsciente arranco los cables de medicina qué hay en mis brazos y el dolor de mi cuerpo es desesperante.

Silenciosamente mis pulmones se desinflan y yo caigo en una oscuridad profunda al darme cuenta que soy incapaz de soportarlo, se me ha salido de las manos como pasa siempre.

¿Cuando cambiará esta situación?

(...🌪...)

(2/3) 💜

¿Como no desearte? {Jenlisa} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora