Capitulo 21. Me gustas

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(...🌪...)

Lalisa M.

Claramente ese acto por parte de Jennie me tomó por sorpresa. Sentía su cabeza apoyada en mi hombro y sus manos entrelazadas a la altura de mi ombligo. Me removí entre sus brazos y tome sus manos poniendo las mías sobre las suyas.

— No puedo dormir, eso es todo — Murmuré y sentí como acaricio mi espalda con su cabeza.

— ¿Quieres que te ayude a dormir? — Susurro y mi corazón comenzó a latir con fuerza — Yo tampoco puedo dormir, no con los ronquidos de tu amiguito.

Reí levemente sin poder evitarlo.

— Ven, tomemos las mantas. Se donde podemos dormir — Indique señalando las mantad que la señora Park había dejado sobre el sofá.

— Está bien — Dijo ella y ambas tomamos tres y tres.

Tome su mano con mi mano libre y la guíe hasta el ático. Desde allí podríamos ver las estrellas por el cristal donde pasaba la luz de día, además, el espacio estaba libre y lo podíamos usar sin inconvenientes.

— Acomodemos esto por allá — Señaló una esquina.

Usamos una de las sábanas como almohadas, el resto las acomodamos para que quedara más o menos cómodo. Me senté en el pequeño espacio que habíamos hecho en aquel pequeño lugar y Jennie me arropó con las mantas que sobraban. Me acomode entre el algodón y encendí una linterna que tome de por ahí.

— Mira eso, desde aquí podemos ver las estrellas. — Señalo con un dedo ya estando al lado mío.

— Si, eso es cierto. En Seúl no se pueden ver las estrellas, pero aquí es diferente. — Al ser una zona tan rural, la contaminación no impedía que pudiéramos ver los astros.

— Te pareces a ellas — Murmura Jennie de repente haciendo que la mire. Sus mejillas están rojas igual que las mías y lo único que hacemos es mirarnos.

Acuesto mi cabeza sobre su hombro y siento como ella pasa su delgado brazo por mis hombros.

— ¿Jennie? — Llame su atención.

— ¿Si? — Acarició un poco mi hombro.

— ¿Tu crees que soy fuerte?

Ella se quedó en silencio unos segundos.

— Si, lo creo. — Admitió — Pareces frágil, pero siento que eres demasiado fuerte emocionalmente.

Apreté mis labios en una línea recta y suspire.

— Los médicos no creen que viva después de los treinta. — Suelto de repente y el silencio se rompe.

— ¿Que? — Jennie busca mis ojos. Los siento húmedos así que evito su mirada y guardo mi cabeza en su cuello.

— Nací meses antes de lo que debería. Mis pulmones tienen una pequeña malformación, además sufro de problemas en el corazón y hace algunos años llegue a tener cancer, un pequeño tumor cerebral que puede volver en cualquier momento. — Me permití hablarle abiertamente de una de mis mayores inseguridades, mi salud.

— ¿Por que no me lo habías dicho?

— No me gusta hablar del tema, a nadie le gusta. En casa jamás me enseñaron a mostrar mis problemas, sé que para mis padres era difícil tener una hija enferma, por eso jamás estuvieron presentes. — Dije con una lágrima rodando por mi mejilla — No es tan fácil como parece. No es fácil saber que mañana puedo tener una recaída y morir, o pensar en todo lo que me falta por vivir sin poder hacerlo.

— No pienses así, Lisa. — Jennie tomo una de mis manos. — No es un diagnóstico seguro, es sólo una forma de los médicos de intentar tener un pronóstico de lo que va a pasar.

— Soy débil, unnie. Con cualquier esfuerzo físico me agoto, los dolores no me dejan dormir en la noche, el no saber que va a pasar conmigo. Mis defensas son bajas, mis huesos se rompen con facilidad, incluso comer es complicado. — Limpio mis lágrimas con el dorso de mi mano. — Dejare el mundo pronto y nadie podrá impedirlo.

— Lalisa, mírame. — Jennie besó mi frente y buscó mis ojos. — Estarás bien, yo estaré aquí para ti, pase lo que pase.

— No quiero ser una carga para nadie, Jen.

— ¿Quien dice que eres una carga? — Seca mis mejillas y observa mi rostro.

— Kai.

— Mi hermanastro es un idiota, sigo sin saber porque sigues con el. — Apretó los puños de repente.

— Papá dice que necesita nietos antes de que... Eso. Él piensa que Kai es una persona perfecta para darle la descendencia que necesita, y hacerse cargo de los negocios cuando yo ya no esté. — Mi voz se ahoga.

— ¿Com-Cómo que nietos? — Tartamudea.

— Tengo 22, Jennie. Mi calidad de vida puede empeorar en cualquier momento, y mi padre necesita un hijo mío antes de que eso pase. — Me removí — Hemos estado visitando al ginecólogo, pero aún no se nada de lo que vaya a pasar.

— ¿Pero tú no pensarás hacerles caso, o si?

— Es lo más justo para mi familia. Si voy a morir, ellos necesitan una garantía de que va a quedar algo. — Susurro con la voz densa — No quiero que Kai sea el padre, no quiero eso. Pero si quiero tener un hijo, saber que es lo que se siente tener a alguien dentro de ti, verlo nacer.

— Lisa... — Ella tomó mis mejillas entre sus manos — ¿No puedes adoptar?

— Mis padres y mi familia tienen la estupida creencia de que si no es un hijo de sangre, no es digno para la familia. — Negué.

— Lisa, se que quizás sea precipitado y no sea el momento, pero... Me gustas. Y no me importa cuántos hijos tengas o con quien estes, ese sentimiento no va a cambiar. Te voy a querer incluso si no consigo nada a cambio, incluso si no son sentimientos correspondidos. — Dijo y sentí su aliento chocar contra mis labios. — Te quiero, Lalisa.

(...🌪...)

Quizás a muchos no les guste el rumbo que está tomando la historia, pero solo les digo que Jenlisa no va a morir en ningún momento, y que al contrario, se van a unir mucho más después de este capítulo.

¿Como no desearte? {Jenlisa} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora