Capítulo dedicado a: FridaGonzaalez
El sonido de mi móvil se filtra por la bruma de mi sueño, con los ojos aún cerrados tanteo el material blando bajo mi cuerpo, hasta dar con el pequeño aparato que suena sin cesar, indicando la entrada de una nueva llamada, con extrañeza y todavía medio dormida observo el nombre de Isaac resplandecer en la pantalla del móvil, con la mitad de mis sentidos dormidos logro atender la llamada. Música resuena con ferocidad del otro lado de la bocina, también logro a escuchar voces que apenas son leves murmullos.
- ¡Maya!.- escucho a Isaac llamar mi nombre entre todo el bullicio.- ¡Maya necesito tu ayuda!- vuelve a gritar, provocando que deba alejarme el celular del oído para no quedar sorda.
- Isaac.- le llamo.- ¿Qué sucede?- interrogo con extrañeza, al tiempo que mi vista viaja al pequeño reloj despertador que yace sobre la mesa de noche, el cual marca las cuatro y media de la mañana.
- ¡Tenemos un código rojo!- chilla con exasperación.
- ¡¿Y que demonios es un jodido código rojo?!- le grito de regreso, es entonces que caigo en cuenta de la presencia de la rubia de cabellos platinados acostada a un lado.
Durante unos minutos solo puedo escuchar el sonido de la música mezclada con las voces de personas, luego se puede escuchar las maldiciones de Isaac seguido de una risa ronca y divertida que reconozco al instante, los bellos de mi piel se erizan ante la sensación familiar que provoca su risa.
- Tu solo espérame en la sala con un café bien cargado, agua y un botiquín.- habla luego de unos instantes, su voz sale agitada.
- ¿Qué es lo que sucede Isaac?- interrogo al escuchar la voz distorsionada del pelinegro clamar entre balbuceos mi nombre.
- Te lo explico cuando lleguemos a la casa.- informa.- y por favor trata de no hacer ruido, no quiero que Jess y Michael se enteren de esto.- pide.
Luego de esa corta y extraña conversación la llamada se corta, un poco aturdida me levanto de la cama, para seguido encaminarme fuera del cuarto de huéspedes donde Ruby sigue durmiendo plácidamente como si nada, totalmente ajena a mi conversación con el rubio de cabellos rizados, con pasos sigilosos camino por la planta baja del lugar hasta dar con la cocina donde me dedico a poner la cafetera, preparar una jarra con agua fresca, para luego trasladarme al cuarto de baño en la panta superior de la vivienda en busca del botiquín de primeros auxilios. Una vez todo listo me dirijo a la sala justo a tiempo, para cuando la puerta principal de la casa es abierta y dos figuras masculinas se hacen ver, me acerco a paso rápido para ayudar al rubio quién carga con el cuerpo casi inconsciente del pelinegro, con sumo cuidado tomo del brazo a Abraham para seguido colocarlo en mis hombros, juntos lo guiamos hacia el sillón más grande donde le dejamos reposar.
- ¿Tienes lo que te he pedido?- interroga Isaac una vez que recupera el aliento.
- Todo está en la cocina.- le indico.
- Bien, quédate aquí yo voy por las cosas.- demanda, antes de desaparecer tras la puerta de la cocina.
Mi atención vuelve hacia el pelinegro quién no se en que momento se ha incorporado, de tal manera que ha quedado sentado sobre el sillón, sus codos descansan sobre sus rodillas, su rostro oculto tras sus manos y hebras sueltas de cabello, con pasos sigilosos me acerco hacia el, quedando arrodillada en frente de el, con suavidad envuelvo mis dedos alrededor de sus muñecas alejando sus manos de su rostro.
La imagen que se abre paso ante tal acción logra destrozarme de maneras inimaginables, los ojos rojizos del castaño me observan con suma atención, mientras varias lágrimas hacen su camino descendiendo por sus mejillas, su cabello enmarañado da la impresión de que ha estado tirando de el repetidas veces, logrando que adopte una imagen salvaje.
ESTÁS LEYENDO
Caída Libre| Abraham Mateo
Teen Fiction☆𝐏𝐫𝐨́𝐥𝐨𝐠𝐨☆ 𝐋𝐞 𝐥𝐥𝐚𝐦𝐨 𝐜𝐚𝐢́𝐝𝐚 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐞, 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐢𝐠𝐨 𝐧𝐚𝐝𝐢𝐞 𝐦𝐞 𝐞𝐦𝐩𝐮𝐣𝐨́, 𝐦𝐞 𝐥𝐚𝐧𝐜𝐞́ 𝐬𝐢𝐧 𝐢𝐦𝐩𝐨𝐫𝐭𝐚𝐫 𝐬𝐢 𝐞𝐫𝐚𝐬 𝐚𝐛𝐢𝐬𝐦𝐨, 𝐬𝐢 𝐭𝐮𝐬 𝐩𝐫𝐨𝐟𝐮𝐧𝐝𝐢𝐝𝐚𝐝𝐞𝐬 𝐞𝐫𝐚𝐧 𝐨𝐬𝐜𝐮𝐫𝐚𝐬...