(Abraham)
- ¿Te encuentras bien tío?- la voz suave de Thomas se filtra por mis odios, logrando que pose mi atención en el.
Su pequeña figura se encuentra sentada sobre la mesa ratonera de la sala, su cabello cobrizo levemente desordenado, sus ojos azabaches observando con curiosidad mi semblante, una sonrisa amenazando con tirar de mis labios ante la postura del pequeño.
- ¿Dónde está tía Maya?- interroga con timidez.- ¿Ella se fue por mi culpa?- sus ojos cristalizándose.
- No claro que no es tu culpa cariño.- Ruby aparece en el lugar al tiempo que envuelve entre sus brazos al pelirrojo.
Su cuerpo vestido con su traje de la milicia, su cabello platinado amarrado en una tirante e impecable coleta alta, siguiendo sus pasos aparece Isaac seguido por Parker, los dos cargan entre sus manos bolsas con lo que asumo es alimento, mi atención se vuelve hacia la puerta de la cocina donde aparece Jess cargando con su protuberante panza de embarazada, su mirada viaja a los jóvenes que recién acaban de entrar en él departamento.
- ¿Y que pasó? ¿Obtuvieron alguna información?- interroga con curiosidad la futura mamá.
- Siéntese ahora les cuento todo.- demanda el hermano mayor de Maya.
Pronto nos encontramos todos sentados en los sofás de la pequeña sala, Thomas no tarda en quedarse dormido entre los brazos de Ruby, logrando así dar vía libre el castaño rizado para comenzar a relatar los sucesos dados hace un par de otras atrás.
- Hemos hablado con nuestros superiores y mi escuadrón llevará a cabo el operativo, nos dividiremos en dos equipos el primero irá en busca de Maya para mantenerle a salvo, y los demás nos encargaremos de aprender a los fugitivos.- informa.- mi prioridad es traer a mi hermana sansa y salva a casa.
- Eso haremos.- apoya Michael.
- No tu te quedaras con tu esposa dentro del edificio de las fuerzas especiales.- aclara el castaño.- no podemos correr el riesgo de que capturen a uno más, es mejor si se encuentran a salvo.
- Concuerdo con Parker, no me perdonaría nunca si algo les pasara, son todo lo que tengo.- hablo, todos los pares de ojos recaen sobre mi.
Tras unas largas horas de plática decido salir a tomar aire fuera, el sol se ha ocultado dando paso a una deprimente postal nocturna, sin estrellas y con una mínima parte de la luna que aporta una tenue luz blanquecina, mi vista se fija en las desoladas calles de la ciudad, de fondo puedo percibir el sonido de los automóviles que transitan por la zona, varias personas se caminan por la acera rumbo a sus hogares.
La imagen de su rostro inunda mi mente, sus ojos, esos hermosos y resplandecientes ojos de tonalidades confusas, su rostro dulce y expresivo, su piel delicada como la más fina porcelana, y su cabello ese que fue de un llamativo color dorado y que ahora es de una tonalidad semejante al más sabroso chocolate. Cierro los ojos recordando cada detalle de su anatomía, la forma en que una sonrisa adornaba sus labios cuando Thomas estaba cerca, la manera en que su cuerpo respondida ante mi taco sobre su piel, y la forma en que su entrecejo se fruncía en cuanto hacía algo que no era de su agrado. Solo ella tenía ese efecto sedante sobre mi, con solo su presencia lograba calmar el revoltijo interno de pensamientos y emociones que amenaza con devorarme en estos momentos, solo ella con su voz con su dulce voz lograba calmar todo en mi.
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Caída Libre| Abraham Mateo
Teen Fiction☆𝐏𝐫𝐨́𝐥𝐨𝐠𝐨☆ 𝐋𝐞 𝐥𝐥𝐚𝐦𝐨 𝐜𝐚𝐢́𝐝𝐚 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐞, 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐢𝐠𝐨 𝐧𝐚𝐝𝐢𝐞 𝐦𝐞 𝐞𝐦𝐩𝐮𝐣𝐨́, 𝐦𝐞 𝐥𝐚𝐧𝐜𝐞́ 𝐬𝐢𝐧 𝐢𝐦𝐩𝐨𝐫𝐭𝐚𝐫 𝐬𝐢 𝐞𝐫𝐚𝐬 𝐚𝐛𝐢𝐬𝐦𝐨, 𝐬𝐢 𝐭𝐮𝐬 𝐩𝐫𝐨𝐟𝐮𝐧𝐝𝐢𝐝𝐚𝐝𝐞𝐬 𝐞𝐫𝐚𝐧 𝐨𝐬𝐜𝐮𝐫𝐚𝐬...