¡Que sinceridad! Amo los temores.
¿Estar sumiso aborreciendo la vergüenza?La pastosa textura se desliza desde el comienzo de una evidente cabellera. Por las lineas arqueadas de mis hebras, caian pizcas de grumos duros en mis hombros.
Degustar, bocados rancios.
La bandeja evidenciaba un almuerzo que el paladar no saboreara.La sonrisa que contenia la pesadez.
El manto en descomposición la maleaba con un fragante rencor.Veia las puntas de cada rociador ordenadas en patron en el techo. Se habia instalado un sistema de tuberia humeda hace 10 meses, solo por su facil instalación, no calidad.
Me acerque al mostrador del quiosco, encima de la superficie de entrega, de la vidriera, coloque la bandeja.
Las puertas a la sala del comedor estaban abiertas, se movian con el viento de forma ligera. Paso a paso, mostro su presencia.
Disimulaba como un rumor dentro oleaje de palabras. Su rostro era un monton de lineas entrecruzadas de distintos tonos de la piel.
En frente de la mesa donde estudiandan algunos, con sus apuntes, trabajos de la semana que no entregaban, libros prestados por la señora Elena de la biblioteca, asento sus pies firmemente.
Una pequeña botella de jugo, la saco de su bolsillo junto a dos mecheros. Abrio la tapa, dejandola caer resonando "Tap,tap" en el suelo. Lanzo sin más la gasolina en la superficie de la mesa, esta se escurrio por los bordes, cayendole en la ropa, mochila y brazos pequelas gotas a ciertos compañeros.
Seguido, en cada mano, movio el pulgar hacia abajo para encender los mecheros y lanzarlos hacia adelante.
¿Deberias tragarte las palabras?
Hazlo, se que no seran empalagosas.El agua bordeaba cada lado, mi orejas no hacian indiferencia.