Renato tiene una semana antes de que Liam regrese de Nueva York, y es una semana llena de trabajo. Está completamente agradecido por las largas horas que pasa atrapado en la oficina, su mente ocupada de otra manera para que al menos no pueda tratar de pensar, recordar, lo que sucedió el pasado viernes por la noche.
Escucha por casualidad que Gabriel se fue inesperadamente a Los Ángeles. No está completamente seguro de cómo sentirse al respecto.
Liam llega a la ciudad el viernes por la mañana y vuelve a trabajar a media tarde, decidido a mantenerse despierto para vencer el desfase horario. Está tan alegre y feliz de ver a Renato, contándole historias sobre los nuevos estudios que se están construyendo en Nueva York y las reuniones que tuvo, que Renato casi olvida lo que él y Gabriel le hicieron. En el momento en que lo recuerda, cuando Liam menciona que Gabriel regresará de sus vacaciones espontáneas, es como si un cuchillo se retorciera bruscamente, nauseabundamente en sus entrañas, y lucha por mirar a Liam toda la tarde.
—¿Estás bien?—comenta Liam en un momento cuando está sentando en su escritorio y Renato se inclina sobre él, revisando su agenda. —¿Estuviste mal mientras estuve fuera?
—No—dice Renato rápidamente y se aleja. —¿Por qué?
Liam se encoge de hombros. —Estás pálido. Te ves cansado. ¿Has estado durmiendo mal?
Sí, Renato piensa culpablemente para sí mismo. Se ha acostado en la cama todas las noches durante la última semana mirando al techo hasta las primeras horas de la mañana, repitiendo en su mente el viernes pasado. Pensando en Gabriel, y la forma en que se sentía tocarlo, estar con él.
—Estoy bien—murmura Renato, inmediatamente atrayendo la atención de Liam a su agenda de nuevo, aunque solo sea para distraerlo y evitar que haga más preguntas.
Renato tiene otro medio día libre porque había estado en un lanzamiento de un álbum con Liam, y él había quedado verse con un cliente durante la tarde y le había dicho que podría irse a casa después del almuerzo si quería. Fausto había quedado de verse con alguien la noche anterior, y no tenía la intención de regresar a casa por lo que recibió un mensaje suplicante esta mañana para que por favor pasara a su trabajo y le llevara una camisa limpia, pues había olvidado tomar una y no tenía tiempo de ir a casa y llegar a tiempo al trabajo. Renato tiene todo un día de planes y cosas que debe hacer, y lo último que necesita o espera justo después del almuerzo es toparse con Gabriel en la escalera fuera del estudio de grabación.
—Necesito hablar con vos—Gabriel inmediatamente le dice en voz baja, con la mano apretada en el codo y arrastrando a Renato hacia la ventana.
—No puedo hablar, lo siento—espeta Renato, no es una mentira. Finalmente terminó lo que estaba haciendo y ahora tiene que salir para encontrarse con Fausto para entregar la camisa doblada en su mochila.
—Por favor—enfatiza Gabriel. Sus ojos parecen desesperados, y Renato traga saliva al recordar la forma en que Gabriel había dicho esa palabra la noche pasada, mientras estaban en el sofá, sobre su regazo. Por favor, he estado pensando en esto por años.
—Lo siento, tengo un lugar al que ir—Renato comienza, arrojando la correa de su mochila sobre su hombro. Estaba literalmente a punto de salir de la oficina.
—Entonces voy a ir con vos—Gabriel lo corta. También tiene un bolso con él, uno elegante de cuero negro que se ve que es de diseño. Renato mira de reojo la placa de metal del costado: es Tom Ford.
—¿Estás... estás seguro?—Renato frunce el ceño. Cualquiera podría verlos, juntos.
—Necesito hablar con vos—repite Gabriel, con voz firme. Renato tiene la sensación de que no aceptará un no por respuesta.
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No te vi llegar
Fanfic-ADAPTACIÓN- Renato cree que podría enamorarse del prometido de su jefe.