VIII

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—Y acá está tu pase de abordar—dice Renato, metiendo el papel que todavía está caliente, pues lo acaba de imprimir, en la carpeta con los archivos que ha estado preparando para el viaje de Liam, con su itinerario y notas para las reuniones en la oficina de Nueva York. —Hay un auto que te esperará cuando llegues, solo busca el letrero con tu nombre. Descargué las minutas de la reunión de la semana pasada para que las veas durante el vuelo, y también está el resto de los capítulos de Breaking Bad.

—Impresionante—dice Liam. Se pone el saco que estaba doblado sobre la elegante maleta que había traído a la oficina esta mañana. Renato se acerca y le arregla el cuello, y luego presiona la carpeta y el ipad en las manos de Liam.—¿Dónde estaría sin vos?

—Seguro te las arreglarías—murmura Renato, pero le arden las mejillas y el cuello; hay una pequeña quemadura de orgullo que parpadea cada vez que Liam dice cosas así. Le gusta ser útil.

—¿Estás seguro de que estarás bien durante la semana? Laura siempre puede ayudarte si...

—Estaré bien—Renato lo corta con un firme asentimiento. Es mucho más seguro que como se siente por dentro: es como si su estómago se estuviera rompiendo en pedazos con lo nervioso que está, con la responsabilidad que se le ha impuesto. —Puedo hacer esto.

—Tengo toda la fe en vos—sonríe Liam. Bosteza y le da a Renato una risita de disculpa cuando se topa la boca con la mano. —Lo siento, no dormí mucho anoche. Voy a intentar hacerlo cuando esté en el avión.

—Es buena idea—asiente Renato, como si supiera exactamente lo que quiere decir.

Liam sonríe con cansancio. Tira de la correa de su bolso de cuero sobre su hombro, colocando el archivo y el ipad debajo del brazo. —Será bueno escaparme.

—El clima no es mucho mejor allí que acá—se ríe Renato. Liam da una pequeña y tranquila carcajada en respuesta.

—Cierto. No, quiero decir, Gabriel realmente se ha estado quejando por el viaje. Está enojado, y se quedará solo. Aunque la verdad nos caería bien un descanso.

Renato se estremece, como si fuera él de quien Liam habla. Sin embargo, su jefe no se da cuenta; él está mirando su teléfono, los dedos tamborileando en el asa de su maleta.

—Pasaporte—le dice Renato, con la boca tan repentinamente seca que parece que su lengua se está pegando al paladar. Empuja el pasaporte contra el costado de la mano de Liam, hasta que él no tiene más remedio que quitárselo.

—Gracias—dice Liam de nuevo cuando levanta la vista de su teléfono. Alborota el cabello de Renato y él tiene que resistir el impulso de quitarse. Siente que algo en él arde. De repente está muy ansioso por que Liam se vaya.

—Que tengas buen viaje—murmura. Dios, espera que no haya sido demasiado breve o demasiado corto.

—¡Nos vemos en una semana!—Liam hace un último chequeo en su billetera, y luego se dirige a la recepción, saludando alegremente a Laura detrás del escritorio, antes de arrastrar su maleta al ascensor. Renato siente que deja escapar un suspiro que ni siquiera se había dado cuenta de que estaba conteniendo cuando el metal brillante de las puertas del ascensor se mueve para cerrarse.

Se sienta en su escritorio por un momento, mirando su reflejo en la pantalla negra de su Mac.

Hoy no le queda nada por hacer, ya ha pasado la hora del almuerzo, pero en realidad solo estaba aquí porque Liam estaba volando hoy y necesitaba finalizar algunas cosas por la mañana, y Renato necesitaba ordenar su papeleo. Liam le dijo antes que no era necesario que se quedara. Podría... podría ser una buena idea tomar la mitad del día libre. Solo ha tenido uno desde Julio, el día que estuvo enfermo por su resaca. Puede ser bueno irse a casa y relajarse un poco, comenzar el fin de semana temprano.

No te vi llegarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora