Capítulo 6

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En el capítulo anterior :

C: No te hagas el payaso que no me da risa, ¿donde te metiste todo el día? —en ese momento cayó en cuenta que debería de ni dirigirle la palabra por lo que había pasado pero ya no importaba eso.

Seguímos:

F: Esta bien, estaba en Villa Hermosa con Carlos Manuel mi sobrino que acaba de entrar por la puerta de la cocina.

C: ¿Por qué yo no sabía que tenías un sobrino?

F: Porque no nos conocemos en lo absoluto Cristina, por eso no lo sabias.

C: Ni falta que me hacia saber, y que pases buenas noches, ya me voy a dormir —dio media vuelta y empezó a subir las escaleras hasta llegar a su habitación—.

F: Esta vieja es insoportable.

Y así pasó una semana en la que pasaban enojados y no se querían ni volver a ver y no porque no se llevarán bien pero Cristina siempre marcaba una raya invisible entre los dos y por la mínima cosa peleaba con Federico hasta que un día él desidio que eso tenía que terminar.

F: Cristina ven un momento — le grito desde afuera de la hacienda al verla pasar de la sala a la cocina.

C: ¿Que quieres?— cuando salió se cruzó de brazos y posó todo su peso en su pierna izquierda.

F: ¿Que te parece si vamos a el pueblo y luego vamos a la hacienda de tus padres?.

C: No gracias, no quiero salir con tigo a ningún lado —revolotea los ojos, da media vuelta y se mete en la cocina para hablar con Vicenta y Candelaria que se convirtieron en sus confidentes consejeras.

Él con esa negativa sintió que no tenía que darse por vencido, así que llevaba días intentando llevarse de la mejor manera con ella, pero como decia él <esta mujer no coopera> y así se fue otra semana y nada, la verdad él no era un hombre ni pasiente, ni cariñoso, ya con ese tiempo que le estuvo "rogando" así fuera aunque sea para que fueran donde los papás de Cristina, pero ella nunca decía que sí, todo era un no y él se canso de esa negativa así que volvió a su vida de antes, las mujeres, el trago y las apuestas.

(Cocina 7 am)

C: Cande ya no aguanto esto, no se que me pasa pero todas las mañanas me levanto con asco y ganas de vomitar pero no lo hago.

Ca:Mi niña, debe de ser algo que te comiste y te cayo mal.

C: Pues eso fue hace mucho tiempo.

V:¿Cuanto exactamente? — entrando a la cocina viendo a Cristina pelar una mandarina y a Candelaria lavar los platos del desayuno.

C: Como hace 2 semanas o más.

V: Yo creo que deberías de decirle al patrón.

C: Uy, ni me lo recuerdes, ahora solo pasa tomando, apostando y lo mas seguro revolcándose con la mujer que se le antoje.

V: ¿Pues no dijiste que querías que te dejara en paz?  —sin dejarla responder — pues ahí esta, ya no te molesta para nada.

C: Pues sí, pero tampoco es para que no respete nuestro matrimonio o que ni me vuelva a ver —algo ¡¿celosa?! Y fastidiada.

Ca: Bueno mi niña, él patrón nunca a sido un hombre sentrado y tampoco es de los que le ruega a las mujeres.

V: En eso Cande tiene razón mi niña.

C: Bueno pero tampoco para que me ignore.

Y así pasó una semana y lo único que cambió fue que Cristina vomitaba todas las mañanas sin saltarse ninguna y ya de tanto que le insistieron fue a hablar con Federico, además de que esos vómitos la estaban volviendo loca.

Del odio al amor hay solo un paso F&C.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora