Luego de unos minutos Federico se encontraba en la sala esperando a que Cristina saliera del baño, al haber paso al rededor de veinte minutos asumió que ella ya debía de estar lista y que se había recostado en la pequeña cama, pero la imagen que encontró al abrir la puerta fue una muy diferente a la que se proyectaba en su mente, una Cristina envuelta en un paño blanco el cual cubría lo esencial, ella estaba de espaldas a él viendo a su maleta y así examinando el contenido de la misma para encontrar lo que buscaba, al encontrarlo se inclinó hacia delante para así poder agarrarlo pero al ejecutar dicha acción su paño dejó a la vista su hermosa feminidad, cosa que al verla Federico lo exitó al minuto y no se pudo aguantar más, se le acercó por detrás pegando su cuerpo al de Cristina la cual se estremeció gracias a dicho contacto y aun más al escuchar lo que le dijo al oído <ya no aguanto más, te deseo>.
C: ¡Dios!, Federico — dijo más como un jadeo que otra cosa.
F: ¿No quieres? — dijo y con la mayor de sus fuerzas separándose de ella.
C:... Sí, Federico sí quiero — dijo tomándole de sus manos las cuales ya se iban desprendiendo de su cintura puesto que pensaba que ella no quería.
Después de eso no hicieron falta las palabras, esta claro que se amaban pero ese era un deceo más carnal que romántico. Federico no pudo evitar comenzar a tocar y acariciar todas las partes habidas y por haber en el cuerpo de Cristina por encima de la toalla que cubría su hermosa anatomía, Federico la volteó así pegándola lo más posible a su cuerpo, según lo que su barriga les permitiera, empezaron a besarse de una forma apasionada, voraz, era un beso donde daban a ver la necesidad que tenían el uno por el otro, ese anhelo que tenían por estar juntos desde hacía mucho tiempo y que hasta ahora se les presentaba, Federico ya desesperado por sentir ese cuerpo el cual deseaba tocar con detenimiento le quitó la toalla que aún la cubría, la cual cayó al piso dejando aquella hermosa anatomía bajo la penetrante y oscurecida mirada de un deseoso Federico.
F: Dios mujer, estas más hermosa de lo que mi mente podía recordar — dijo sin quitarle la mirada de encima.
C: Federico, no me mires así que me da pena — dijo mientras en un acto reflejo llevaba sus manos a su partes para así con las mismas taparse, y era comprensible, aunque ya no fuera virgen sería la primera vez que lo haría consciente y eso la ponía un tanto nerviosa.
F: No te tapes, solo admiro tu belleza — dijo mirándola embobado.
Y luego de esas palabras que tranquilizaron a Cristina en su nerviosismo Federico la volvió a acercar a su cuerpo y ahora sí sentirla por completo mientras como una necesidad la volvió a tomar entre sus labios, Cristina fue subiendo sus delicados y finos brazos hasta la nuca de Federico para así profundizar el beso aún más (como si eso fuera posible) luego de unos minutos besándose Cristina bajó con algo de pena sus manos hasta la camisa de Federico, separandosen de aquel beso para buscar la mirada del uno en el otro.
F: ¡Hazlo! — dijo en un susurro por lo deseoso que se encontraba, estaba yendo despacio por Cristina, él sabía que está sería prácticamente su primera vez y eso lo volvía aun más loco de deseo pero lo tenía que controlar por ella, su Cristina.
Ella fue soltando botón por botón hasta dejar de pecho libre y así pasar sus finas manos por el mismo de una forma delicada, algo que había comenzado pasional fue bajando de intensidad hasta volverse a un tono neutro, ni muy apasionado ni muy romántico, era la balanza perfecta.
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Del odio al amor hay solo un paso F&C.
RomansaEsta es una historia en la cual veremos la transformación del odio al amor en dos personajes que nunca creyeron compaginar.