Capítulo 15

10 2 0
                                    


I should've kissed you.

—¿Por qué no decoras tu carpeta? —preguntó Adam de repente, echándole un vistazo a las cosas dentro de mi mochila.

Estaba sentado en el asiento de copiloto de mi auto, mientras yo manejaba con la vista enfrente. Las calles de Portland estaban iluminadas por el sol de la tarde y el clima estaba cálido para estar a finales de septiembre. Esta era la primera vez que usaba mi auto desde que salió del taller. Estaba un poco nerviosa de venir con Adam, él podía hacer que chocara con un poste con sólo respirar.

—¿Porque no quiero? —respondí lentamente, extrañada por la pregunta.

—La miro y no me dice nada de ti. Se supune que algo tan personal puede mostrar quiénes somos. —comentó con su voz de intelectual.

Me reí desganada.

—Bueno, me gusta así. Es elegante, color perla y bastante profesional.

Me detuve en un semáforo. Este había roto la sucesión de semáforos en verde que habíamos cruzado desde la UP.

—Bastante simple, diría yo. Y cuando te miro a los ojos —hace una pausa y se voltea completamente para verme, y le respondo de vuelta—. Como justo ahora, no veo nada simple ahí, es raro. Pareces una ecuación compleja.

Me acerco lentamente hacia él y lo miro con seriedad.

—¡Que sueño! —grité con exageración para alejarme y voltear al frente.

Yo en definitiva no tenía material de actriz.

—¿Disculpa? —Adam se vio genuinamente confundido.

—Siempre soñé ser comparada con las matemáticas. —contesté con aires fingidos de princesa.

Diablos, señorita. Acabas de matar el momento. —El chico de los ojos felinos sonó aburrido.

Ambos reímos ante eso.

—Lo sé, lo siento. Supongo que mi carpeta universitaria no es lo suficientemente personal para mí.

—¿Y qué sí lo es? —preguntó Thrussell curioso.

—Mi habitación.

Ni lo pensé dos veces. Segundos más tarde entendí lo que eso podía significar para cualquiera. Adam era otro chico que, a pesar de verse muy educado, podía caer ante alguna provocación. Incluso si no hubiera sido intencional.

—Genial, me gustaría conocerla. —bromeó él con voz dudosamente traviesa.

Diablos, señorito. Vas algo muy rápido. —copié sus palabras.

—Si, creo que es un poco temprano para esas bromas.

Después de eso, lo dejé en la puerta del edificio donde él vivía. Al día siguiente de la fogatada, me había confesado que el auto en el que me llevo a nuestra primera salida había sido rentado. Thrussell quería devolverlo cuando me vio abrazada a Ed, pero no hubo reembolso. Así que el auto fue utilizado. 

Ahora, esta experiencia se sentía más cotidiana. Como si nosotros hubieramos roto esa barrera que teníamos y ahora fuéramos conocidos desde siempre. Todo era tranquilo y sin presiones o pensamientos absurdos de sí estoy vestida para la ocasión o no.

•••

La forma que Selene decidió celebrar el regreso de mi auto fue una salida a Starbucks esa misma tarde. Estabamos relajadas en nuestros asientos de cuero oscuro en una esquina del establecimiento. Marsden estaba saboreando un frappe de chocolate mientras yo probaba un poco de mi smoothie de frutos rojos, con los libros de estudio y notas esparcidos por la mesa, pero ni siquiera les presentábamos atención.

No te quiero pero también te sufro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora