Capítulo 11

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More than words

"Cuando creas cuando creas que está solo,
estaré como un fantasma detrás de ti.
Cuando estés triste y no puedas encontrar palabras que decir,
sabes que te daré las mías.
Cuando el mar, cuando las estaciones cambien
y el sol brille en tu cara,
sí, estaré ahí contigo.
Eres una parte de mí ahora,
tanto como yo soy una parte de ti".
-Little Mix, Kamille

Los días soleados de Oregón son muy preciados para mí, me transmitían una calma absurda. No había sensación mejor que salir a tomar el aire y dejar a los rayos de sol bañar un poco el rostro y el cuerpo -al menos las partes expuestas-. Desde niña tenía la creencia que si el sol brillaba con intensidad sobre mí, mi esperanza sería infinita. Sólo debía cerrar los ojos y dejarme llevar por la sensación.

Y así se sentía este día a mediados de septiembre. Iba de camino a casa después de un largo día de clases en la Universidad de Portland. La paz se sentía como una caricia que me recorría la espina dorsal en el mejor tacto, por lo que decidí caminar de regreso a casa hasta donde me fuera posible.

Sólo me tenía a mí.

Habían pasado un par de días desde que Ed se alejó de mí, o más bien, me hizo hacerlo. Al principio me había disgustado la idea, pero después entendí que era algo que incluso yo necesitaba. En todo este tiempo, había tenido todo tipo de sentimientos en mi interior, pero me era reconfortante dejarlos esta tarde.

Estaba tranquila porque sabía que todo mejoraría. Tenía que hacerlo. No podíamos simplemente dejar de ser amigos por esto que pasó. Si nuestro lazo es así de fuerte sé que estará superado. De todos modos, Ed había dicho que me quería y eso era suficiente para que siguiera creyendo.

Él dijo estar enamorado de mí, pero eso tiene que acabar. Y quiero demostrarle que no importa si hoy estamos alejados, siempre estaré para él.

El tráfico era un tanto moderado a las tres de la tarde, por lo que no se me dificultó cruzar calles que usualmente son transitadas. Estaba aprovechando que este era uno de esos días buenos y le sonreí a cualquier individuo que pasara por un lado mío, incluso al gato esponjoso que cruzaba la calle como si fuera dueño de la misma.

Alrededor de quince minutos después, estaba esperando el autobús a casa en el centro de la ciudad mientras escuchaba la música que salía de los auriculares y entraba directamente a mis oídos, era como una dosis de vida.

Cuando finalmente pise el suelo de los Rayne-Richards, el silencio reinaba en la primera planta. Mamá estaba limpiando la barra integral de la cocina mientras hacía ridículos movimientos con sus anchas caderas, hasta que me vio. Su expresión de diversión paso a la seriedad en cuanto me vio por el rabillo del ojo.

—Estaba demasiado preocupada por ti, ¿por qué demonios no llegabas, Christianne?

Mi madre dejó el trapo en el fregadero y se volteó a verme completamente.

—Baja la voz, las niñas te van a escuchar —puntualicé sin darle mucha importancia a su enojo conmigo—. Simplemente quise aprovechar y caminar de regreso a casa. Se sintió de maravilla.

—Alguien pudo haberte hecho daño. —dijo Gwyneth Richards acercándose a mí lentamente.

—Mamá, ya te dije que no quiero escuchar más de ello. Fue la condición a la que llegamos cuando entre a la UP.

—Tu auto debe estar listo en unos días, por mientras, Dorothy o yo podemos recogerte de la escuela.

—¿Y ver al imbécil de su marido? No, gracias.

No te quiero pero también te sufro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora