12- ¿El after?

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Pov Ethan

Nos estamos dirigiendo hacia mi auto, debo admitir que cuando comenzó a responderle a Madison quedé impactado, y no porque lo haya hecho, ya que no es la primera vez, pero si la amenazo, y la forma en que le habló, fue sorprendente, había algo en su mirada, que nos dejó a todos sin palabras. Cuando se dio media vuelta y se fue me di cuenta de que estaba ebria, y en un lugar desconocido, así que comencé a buscarla. Cuando la vi al borde de la pileta, decidí hacer una de las mías, porque sabía que si le hablaba normalmente de la nada me ignoraría, y no terminaría bien, así que vi una chica que pasaba, y le pedí que la aventara a la pileta, sí, cruel, pero bueno, aproveché y acá estamos. Mis intenciones no son malas, al menos no ahora, pero no podía hablarle así como así y esperar a que ella me siguiera la charla como si nada.

—M-m— escucho a Bailey y me doy vuelta— Lo siento, es que ibas como ido, y estabas caminando en línea recta— dice y veo que pasamos el lugar donde estaba mi auto.

—Oh, lo siento— me disculpo y le doy una sonrisa— Mi auto es aquel— señalo mi Audi y vamos hacia el.

La traje por dos cosas: 1- está mojada y creo que tengo algo de ropa para que se cambie (sé que es culpa mía que ahora muera de frío, pero lo remedio) 2- no puedo dejar que quede en la fiesta cuando causó revuelo, y ahora todos hablan de ella.

—¿Me vas a decir que hacemos aquí?— pregunta rendida.

—Estás ensopada, Bailey, y creo que tengo algo de ropa seca, además, ¿pensabas quedarte aquí toda la noche?— pregunto sabiendo la respuesta.

—¿Dónde piensas que voy a cambiarme? No creas que lo haré frente a ti, no te daré el...— la interrumpo divertido.

—Pensaba en que te cambiarás en mi auto, tiene las ventanas templadas, no te veré— le explico y parece tranquilizarse— Confía, Bailey, prometo no ser un idiota.

—Es imposible prometer algo que no puedes cumplir, y no me quejo, no puedes pedirle a un perro que deje de caminar en cuatro patas y haga sus necesidades en un inodoro— expone y me ofendo por esa comparación, aunque es ingeniosa.

—Me ofendes, pero puede que no estes del todo equivocada— le doy la razón— Vamos, cámbiate— le digo extendiéndole un suéter que tenía en la cajuela. Es color gris y tiene las iniciales de Los Ángeles, me lo compré en mis pasadas vacaciones.

Veo que vacila por un momento, pero termina aceptando y tomando el buzo, le abro la puerta del auto y ella entra a cambiarse. Mientras tanto tarareo una canción y cierro los ojos. Amo cantar, mi madre me cantaba cuando era pequeño, pero luego todo cambió, y dejé de hacerlo, al menos no lo hago en público, normalmente tarareo los ritmos de las canciones, pero no canto la letra. Pasan unos 15 minutos cuando Bailey sale del auto con mi buzo puesto, me dedico a observarla por unos segundos, se ve realmente bien. Mi buzo le cubre hasta un poco más de la mitad de los muslos, dejando ver sus piernas, es realmente chiquita, aún tiene el cabello mojado, lo que me hace sentir un poquito mal. Ella se da cuenta de que la estoy observando porque carraspea llamando mi atención.

—Gracias— agradece de forma honesta— ¿Qué haremos ahora?— pregunta.

—Pensaba llevarte a tu casa, pero si quieres hacer otra cosa...—digo sabiendo que va a malinterpretar.

—Ew, no, a mi casa está bien— dice y al parecer busca su celular porque empieza a tocarse (no malinterpreten) y después busca por el suelo, y su expresión cambia radicalmente— Oh shit, this has to be a fucking joke, it can't be, shit shit*— maldice en inglés.

—¿Qué pasó? Calma— intento calmarla.

—Mi celular quedó en la pileta, diablos, no puedo creerlo— dice frustrada.

Vida de Una Chica no tan Común Donde viven las historias. Descúbrelo ahora