Bailey Murphy tenía una vida relativamente normal, como cualquier otra chica, como cualquier otra adolescente casi adulta de su edad, ahí vamos bien. Hasta que llega a Santa Mónica, California, sabiendo una sola cosa: que su vida va a cambiar.
Cuando llegamos a la casa vemos a Ada yendo un lado a otro, al parecer está organizando lo de esta noche, a pesar de que sabía que había algo, creía que era una reunión de negocios según lo que ella había dicho, pero era una tapadera. Admito estar nerviosa por el hecho de conocer a la familia de Ethan, es algo inquietante, pero sé que me hará compañía y no me dejará sola.
—Aquí llegó mi pareja favorita— exclama Ada emocionada— Querida, es un placer que seas parte de esta familia, sabes que eres bienvenida cuando quieras, y te brindaremos todo nuestro apoyo y cariño— indica amable.
—Muchas gracias, Ada, a mi también me hace ilusión ser parte de su familia, y estoy realmente agradecida por este trato tan lindo— agradezco con amabilidad.
Luego de esa leve charla Ada nos anuncia que irá a seguir con la preparación y que mientras vayamos a la habitación a descansar ella se encargará de todo, así que nos dirigimos hacia arriba, yo no sé qué ponerme, como dije, presentarme ante la familia de Ethan es inquietante, pero tampoco me genera tanto estrés o nervios. Cuando estamos en la habitación Ethan se acuesta boca arriba en la cama y se me queda observando.
—¿Qué tanto miras?— pregunto inquietante.
—Lo linda que es mi novia, pero más allá de eso, observaba la situación— aclara y frunzo el ceño— Me fijo en lo increíble que es todo esto, si vamos a un par de meses atrás, nosotros apenas sabíamos que teníamos, si restamos otro par de meses atrás, ni siquiera podíamos cruzar una palabra en forma pacífica, y si quieres ir más atrás, no sabíamos si quiera de la existencia el uno del otro, y teníamos estilos de vida muy diferentes, y ahora estamos aquí, en Alemania, presentándote ante mi familia, y a punto de formar una familia propia, ¿no te parece algo para replantearse?— objeta asombrándose de sus propias palabras.
—Claro que si, pero no lo replantees demasiado porque en 5 meses seremos padres— bromeo— Pero si, es alucinante como el tablero puede voltearse en tan solo cuestión de poco tiempo— confieso— Ahora ¿qué crees que deba ponerme?
—Con lo que sea que te pongas, te verás fantástica— alaba y ruedo los ojos— No vayas tan formal, no es realmente una cena de negocios, eso te lo aseguro, puedes ponerte alguna camisa, un pantalón, un vestido casual, no sé de ropa de mujer, no pongas ese peso sobre mis hombros— bufa de forma inocente y divertida— Bueno, yo iré a hacer un llamado, tu ve buscando, que faltan un par de horas— se levanta y deja un pequeño beso en mi mejilla.
Me pongo a rebuscar entre la ropa que traje para el viaje, pantalones, un par de faldas, blusas, tops ¿en que pensaba cuando hice las maletas? Ni siquiera traje un buzo. De repente veo algo que me convence así que lo coloco sobre la cama y observo: es un vestido corto color negro, de tela fina con tirantes, una chaqueta color rosa pastel y zapatos de vestir celestes. Creo que combinado con algunos accesorios quedará perfecto.
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Cuando ya estoy pronta bajo y veo a Ethan ayudando a su madre en algunas cosas, y están con un hombre que parecería de la edad de Ada, o algo mayor, no dudo que sea su padre. A medida que voy avanzando los tres pares de ojos se posan sobre mi, dos de ellos me miran con cariño, y el que supongo yo es el padre de Ethan me observa de forma analítica y fría.
