17- Revelaciones que duelen

371 12 3
                                    

Pov Patrick

Estoy en este momento esperando a mi padre, en su oficina. Desde que me enteré de que se fue por el embarazo de Tiff no he querido hacer otra cosa que decirle lo idiota que es. ¿Cómo puede hacer eso? No puede irse cuando su hija le dice que está embarazada. Es... muy inmaduro y de mal padre. Estoy sentado en su escritorio cuando siento que alguien entra, es el.

—Hijo, ¿cómo has estado? Tanto tiempo— dice sonando poco convincente.

—Dejemos esto de lado, papá. ¿Por qué diablos te fuiste? ¿Cómo te da la cara para irte justo en este momento?— voy al punto y cambia la expresión.

—Hijo...— dice con un tono de advertencia que ya conozco.

—No, hijo nada. No puedes fingir que no pasa nada, que no tienes una hija que está embarazada, e irte porque no estás de acuerdo o lo que sea que se te haya venido en mente cuando te fuiste, ¿sabes lo mal que se puso Tiff?— cuestiono— Explícame, porque la paciencia que tengo en estos momentos tiene un límite, y sabes que si no respondes por voluntad propia, haré algo para que respondas a la fuerza— advierto.

—¿Me estas amenazando?— pregunta sorprendido— ¿A mi? ¿A tu padre?

—Tómalo como quieras, pero responde.

—Bien, ¿quieres saber? ¿Quieres ser tan valiente para defender a tu hermana a cambio de oír lo que vas a oír? ¿Seguro?— pregunta brusco y yo frunzo el ceño.

—¿A qué te refieres?— pregunto dudoso.

—Fui a Londres, porque me enteré de que mis dos hijas ya no viven ahí, que su madre falleció, y que ambas están aquí, por eso me fui. No fue por tu hermana ni su repentino embarazo, fue porque tengo dos hijas más a las cuales les di la espalda para venir con tu madre— confiesa elevando el tono de voz.

Esperen, ¿qué mierda acabo de escuchar? Tiene que ser una puta joda, aunque sé que no lo es. El hombre al que creía mi figura de apoyo, mi ejemplo a seguir, nos ocultó a todos, a mi hermana, a mi madre, a mi, que tenía dos hijas más a las cuales abandonó. Esto es una locura.

—¿De que mierda hablas?— espeto furioso— Explícate ya si no quieres que las cosas se vayan a la mismísima mierda.

—Conocí a tu madre hace 30 años, a los 18, cuando íbamos en la Universidad, nos llevábamos muy mal, imagínate que ella era creída, niña rica, caprichosa y mimada, y yo solo era un rebelde más.— comienza— Nunca tuvimos una buena relación, excepto en los últimos dos años universitarios, que coincidimos y comenzamos a hablar, pero fueron sólo esos dos años. Cuando terminé la carrera me fui a Londres a trabajar en una empresa que mi familia me había dejado a cargo, y tu madre no lo sé, creo que se quedó aquí. En Londres, conocí a una mujer que trabajaba conmigo, se llamaba Evelyn Murphy, y era hija de los abogados de la empresa, comenzamos a hablar por asuntos del trabajo, hasta que comenzábamos a coincidir en muchos sitios, y no mentiré, me llamaba la atención, era una mujer hermosa, simpática, divertida, decidida, firme y muy encantadora, así que un año después le pedí que saliéramos. Todo funcionaba muy de maravilla, tenía 26 años y una vida espectacular, dueño de la empresa familiar, con una mujer asombrosa a mi lado. Un día tuve que venir a California por unos negocios, y me cruce con tu madre, estaba muy cambiada, pero su mirada era la misma, nos hablamos y me invitó a salir, acepté y salimos en la noche, pero no salió del todo bien, bebimos demasiado, demasiado, enserio, y terminamos acostándonos— cuenta y hago una mueca al imaginar a mi madre y a él acostándose— Decidimos que lo olvidaríamos, y así fue, volví y seguí con mi vida normal, aunque no negaré que por momentos la culpa era horrible. Eso hasta un año después, cuando me enteré que tú madre había tenido una hija, a tu hermana, hice las cuentas y todo daba que esa niña podía ser mía, desgraciadamente, lo dejé pasar. Dos años después descubrí que iba a ser padre, Evelyn estaba embarazada. Pasaron así 7 hermosos años, y yo ya era padre por segunda vez, de dos niñas hermosas, una de 7 años y otra de 4, nada podía salir mal. Un día recibí una llamada, era de Cintia, me contó que hizo unas pruebas de ADN porque quería sacarse la duda, ya que había sido madre por segunda vez, y confirmó que la niña era mía. Había tenido una hija con una mujer que no era la mía. Enloquecí, la culpa me carcomía, noches sin dormir, porque no sabía que hacer, así que fui a buscar a tu madre. No sé porque lo hice, pero dejé abandonada a las tres mujeres de mi vida, y me vine con tu madre, y tu hermana. Cuando llegue Cintia estaba destrozada, porque el hombre con el que estaba la había abandonado cuando se enteró de su embarazo, a los pocos meses de éste. Cuando yo llegué habían dos niños, un niño de 5 y una de 9. Reconocí a mi hija, y me hice cargo del niño, pero al poco tiempo terminé también emparejándome con tu madre. No voy a mentir, nunca olvide a las mujeres que abandoné en Londres, y la culpa aún me destroza, fui un imbécil, un mal padre, un mal hombre, pero tampoco me arrepiento de la vida que llevo aquí, con ustedes— finaliza y una lágrima se desliza por su mejilla, y varias por las mías.

Vida de Una Chica no tan Común Donde viven las historias. Descúbrelo ahora