Capítulo [ 13 ]

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Rebecca...

Unas horas antes ...

Hablar con Genaro me tranquilizó. Saber que está del otro lado de la pantalla y me está apoyando, me generó paz. ¿Puedo confiar en él? No tengo idea. Solo sé que no me hará daño estando lejos. ¿Saben? Me duele lo que hizo Mateo. ¿Por qué mierda me besó? Juro que no lo entiendo. Quiero hacerlo y no puedo. Estoy llorando sin consuelo y me acobijo entre mis piernas. Me digo hasta el cansancio que soy una pelotuda por haberme dejado llevar. Es obvio que lo hizo a propósito. Y encima me siento traicionada.

¿Qué soy para vos Mateo? ¿No somos amigos? ¿O qué somos? ¿Qué soy exactamente? ¿Una amiga con derechos o qué? No quiero creer que me esté utilizando. Estoy tratando de aferrarme al amigo que sos. Uno fiel, amable y cordial. Servicial. ¿Acaso escondías un rostro que no conocía? Me siento ultrajada. Como si se hubiera desenmascarado algo que jamás noté. Mientras leo las respuestas de Genaro, escucho un golpeteo insistente en mi puerta. Alguien está queriendo entrar al baño. Bueno, tiene lógica, no es un baño con varias reparticiones. Me levanto del inodoro y seco mis lágrimas, enseguida reconozco su voz y siento que mi corazón se detuvo un segundo:

—Rebe, ¿estás bien? Las chicas están buscándote...

Es él. Mateo está del otro lado. Respondo enseguida a Genaro y me retiro. Me alegra pensar que él se preocupa por mí más que cualquier otra persona. ¿Mis amigas? Ellas están en lo suyo. Ya se deben haber enterado que me besó. Creería, ¿no?

—Ya salgo—atino a responder. Sentí mi voz ronca. ¿Se habrá dado cuenta?

Abro la puerta y lo veo a unos metros de allí, contra la pared, con su expresión consternada. ¿Se siente arrepentido? Mateo se acerca para mirarme con esos ojos negros que tanto amo. Sus manos se posan en mis mejillas y secan las lágrimas. Cierro los ojos molesta y lo aparto de mí. Fruncí mis cejas y mis labios, le mostré mi expresión más molesta que pude hacer. El retrocedió a la defensiva. Y bajó la mirada, mordiéndose uno de sus labios. Rascó su nuca.

—Perdón, Rebe. No quise besarte, fue...

—¿Apropósito?—completo en un hilo de voz.

Me siento molesta. Mi voz tiembla, pero no puedo responder como quisiera. Quisiera gritarle y abofetearlo, no me sale nada de eso. La rabia se acumula en mi pecho y se convierte en lágrimas que no dejan de brotar.

—No, no fue a propósito—atajó enseguida. Busca que sienta compasión. No lo haré. Se abusó de mi y de mis sentimientos. ¡Fue cruel!—. Rebecca, perdón. Ese día que te confesaste no sabía qué decirte. Te rechacé por miedo a perder nuestra amistad. Sé que sos una excelente persona y no me sentía digno de vos.

Sus ojos buscan conectar con los míos. No le daré la posibilidad de verme vulnerable. Odio a los hombres manipuladores. Debo sacar la poca dignidad que me queda. ¡¿Por qué fui tan pelotuda de aceptar ese beso? ¡Genaro tiene razón! Debo alejarme de él. Limpio mis lágrimas con mi muñeca y lo ignoro. No me lo creo. Me duele que diga eso. ¿Que no me dijo otra cosa por miedo a perder nuestra amistad? ¡Sos un tremendo boludo! Es un cobarde. Eso es lo que es.

—No me hablés más. Estoy enojada con vos—le grité al fin y salí corriendo en dirección al salón. Debo buscar a mis amigas y salir de acá.

Busco con la mirada a Cinthia y a Marina. Mejor opto por enviarles un mensaje. Cinthia es la primera en responder y me dice que está afuera, fumando con Brian. Corro hasta el patio de la entrada. Al abrir la puerta los interrumpo cuando están a punto de tomarse de la mano.

Ups, lo siento.

—Perdón por interrumpir—sonrío inocente.

—¿Qué pasó que estás tan alterada?—percibió Cinthia y se acercó al notar mis párpados hinchados y mis cabellos desalineados—. ¿Qué pasó Luzi?

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