-Estoy enamorado.
Dos palabras. Julian había pensado en el momento en que lo diría muchas veces, y había imaginado diferentes reacciones cada vez. Risas, suspiros, enojo. Pero lo que sucedió jamás lo imaginó.
El silencio se hizo en el comedor de la casa de la familia Serrano, cada segundo parecía eterno esperando que algún miembro de su familia dijera algo.
Un minuto entero pasó, aunque para él había sido como media hora.
Había sufrido muchos desamores, y su familia lo sabía, cada vez que creía estar enamorado, que entregaba su corazón, terminaba descubriendo que, o no era el único, o solo querían dinero, o lo peor, que no les gustaba la vida en el rancho. Si, creía que había estado enamorado, pero nunca tanto como para dejar la vida del rancho por una mujer. Tampoco había sufrido tanto las separaciones, se dijo que lo que más había salido herido era su orgullo.
El rancho Serrano era su vida, y no lo dejaría por nada, por eso al final, siempre se daba cuenta de que en realidad, no se había enamorado, sino encaprichado. De modo que para evitar llegar más a fondo, y volver a sufrir, tenía que asegurarse de que su futura esposa podría llevar una vida feliz en el rancho.
Por fin su madre hizo la pregunta.
-De quien?
-Oriana- su secretaria. De vez en cuando tenía que ir a la ciudad a arreglar asuntos de la empresa de exportación que tenía la familia, a él le gustaba la vida tranquila, apartada, por eso se hacía cargo del rancho. Cuando iba a la ciudad se quedaba un par de semanas, un mes como máximo, y como justo la última vez había tanto trabajo, tuvieron que contratar una secretaria para él, ya que la de Leo, su hermano, no daba a basto. Así conoció a Ori, y se enamoró a penas la vio, era perfecta, hermosa. Sus ojos verdes y su cabello castaño le daban un aire de elegancia, y su piel suave y blanca le daban la sensación de fragilidad. No quería pensar en eso, el sol en la zona árida donde se encontraba el rancho podría dañar su piel, y ella podría odiar aquello. Había sido dulce y servicial con él, y eso no había hecho más que incrementar su amor.
-Es de aquí- volvió a hablar su madre.Era una afirmación, no una pregunta. Al instante sintió como se sonrojaba y su hermano soltó una sonora carcajada.
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-Si.-No me lo creo. Tu secretaria?!
-Ahora entiendo porque te quedaste tres meses, hermanito!
El rojo de su rostro se hizo más intenso y fue el turno del resto de la familia de reir. Lo habían descubierto, sabía que se extrañaban de que pasara tanto tiempo en la ciudad, volvía los fines de semana al rancho, pero siempre estaba allí, y nunca se permitía faltar a la empresa, aunque ya no hubiera tanto trabajo, y lo más extraño había sido que nunca había prescindido de su secretaria cuando todo se había normalizado.
-Si...bueno- carraspeó- le voy a proponer que venga al rancho conmigo.
-Por Dios Santo Julian! no puedes pedirle a una mujer que se mude contigo solo por hacerlo! Ni siquieras sabes si le gustara vivir allí!- Su madre tenía razón, y él lo sabía.
-Lo se. Pero no la llevare como mi pareja. Esta vez haré las cosas bien. Voy a llevarla, y si veo que se adapta...
-Ya. De todas maneras no puedes obligarla.
-No lo haré. Si no quiere ir... tema zanjado.- lo dijo, pero no lo creyó del todo. Ori era muy especial, estaba seguro de estar enamorado de ella, nunca se habia sentido asi con ninguna otra mujer, así que esperaba realmente que ella aceptara ir con el.
-Y cómo harás para llevarla al rancho sin que sea tu pareja?
-Como mi secretaria- dijo encogiéndose de hombros
-No necesitas una secretaria en el rancho, Julian.
-Pero ella no lo sabe. Además siempre hay papeleo que hacer, de hecho, seria de mucha ayuda, asi no tendria que quedarme hasta tan tarde haciendolo yo.
-Solo no te involucres tanto, hijo- dijo su madre apenada, sabía cómo había sufrido en el pasado, era un muchacho muy sensible y cariñoso.
-No lo haré, mamá- cruzo los dedos debajo de la mesa, ya estaba involucrado, hasta el fondo. Amargamente pensó que en sus antiguas relaciones había logrado salir con el corazón intacto y el orgullo por el suelo, pero sabía que esta vez su corazón no se salvaría, aunque su orgullo no corría riesgo con el plan de llevar a la bella joven a sus tierras. Rogó por lo bajo que ella aceptara.
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Y que le guste el Rancho (Adaptada)
RomanceJulian Serrano, un apuesto ranchero, lleva años buscando a la mujer ideal. Ésta debe ser hermosa, carismática, humilde, amable, y por supuesto, debe gustarle vivir en el rancho. Oriana Sabatini es, efectivamente, hermosa, amable, humilde y tal vez...