Cuando llegaron el lugar estaba lleno de gente, paseando unos días atrás no hubiera pensado que había tanta gente en aquel pequeño pueblo. Entraron tomados de la mano como una feliz pareja y se acercaron a la familia de Julian, que charlaba con otras personas. El vaquero se dedicó a presentarla a todos sus conocidos, que eran prácticamente, todos los habitantes del pueblo, hasta que en un momento tuvo que excusarse para ir al baño, Julian se ofreció a acompañarla, pero ella se negó y se fue.
Y, como no, en el baño se encontró a Tania, que se hizo la sorprendida, aún después de seguirla hasta el lugar.
-Así que en realidad eres una mosquita muerta?
-Perdón?
-No te hagas la desentendida. Estás con Julian?
-Me parece que eso no es asunto tuyo.
-Realmente crees que puedes hacerlo feliz?
-Insisto, eso no es asunto tuyo.
-Julian necesita una mujer de su mundo, no una citadina. No sabes que es lo que más ama hacer Julian en el rancho?
-Cabalgar-susurro Oriana después de un rato.
-Exacto! cabalgar. Y tu no sabes hacerlo. No sabes como es la vida en un rancho. No puedes hacerlo feliz.
-Si hay amor nada importa. No necesito saber montar.
-Claro, pero crees que la pasará bien estando todo el día metido dentro de la casa? Él es un espíritu libre. Y tú serías una cárcel para él. Dejaría de cabalgar para estar contigo y entonces comenzaría a sentirse triste, hasta que su espíritu muera. Eso es lo que vas a lograr.- Oriana no siguió escuchando y salió corriendo, debía buscar a Julian. No sabía qué le diría, pero con él se sentía segura. Lo vió a lo lejos hablando con otro joven, se acercó, pero no habló porque no quiso interrumpir. Julian no podía verla desde su posición y charlaba con su mejor amigo, Daniel Reagan. Le había hablado de Oriana y de lo especial que ella era. Dijo que esa vez estaba realmente seguro de que era la indicada y no podía esperar a presentársela.
-Es ella todo lo que buscabas en una mujer?
-Te refieres a la lista?- Julian recordó la lista que habían hecho años atrás, con las características de la mujer perfecta. Dan la había encontrado, y se había casado. Y él acababa de hacerlo.
-Cumple con las características de tu lista?
-Recuerdas que decía mi lista?
-No voy a olvidarlo nunca. Todos pusimos "buena en la cama" y "hermosa" al principio, pero tú pusiste "una excelente amazona" y "que se entienda con los animales del rancho".
-Cierto, puse eso. Es que es importante para un ranchero! o no?- ambos amigos rieron, pero Oriana se alejó con la cabeza gacha y no escuchó el resto de la conversación.
-No lo es tanto, cuando hay amor.
-Lo sé. Oriana no quiere aprender a montar. Y tuvo problemas con las gallinas. Pero es que de verdad es especial. Sólo tienes que conocerla, nada tiene que ver con las mujeres que conocí.
-Bueno, brindo por que encontraras el amor, buen amigo! ahora tengo que dejarte, mi mujer me espera.
-Dale mis saludos, un día de estos paso por tu casa.
Se le hacía extraño que Ori tardara tanto, asi que decidió buscarla. La encontró charlando con su hermana, con una bebida en las manos. Se acercó a ella para invitarla a bailar.
-Hey! Aquí estás! Te estaba buscando. Quieres bailar conmigo?
Oriana no levantaba la mirada de su vaso, así que Liz le llamó la atención.
-Ori?
-Que?-dijo mirándola- Oh! si! ve tranquila, no te preocupes por mi!
-A mi?
-Le preguntaba a usted, señorita Sabatini...- Por fin lo miró a los ojos.
-Si, quieres bailar?
-Yo... no se bailar.
-Nunca es tarde para aprender, ven.- la tomó de la mano y la llevó a la pista.-Sólo déjate llevar.
Bailaron despacio un rato, la hora de los lentos había llegado, así que no fue difícil para ella seguirle el ritmo. Después de un par de canciones, Oriana bajó la mano de su hombro a su pecho, y luego apoyó la cabeza. En sus brazos se sentía bien, sentía que estaba en su lugar en el mundo. Decidió olvidar todo lo que Tania le dijo, a pesar de que tenía razón, ella disfrutaría cada segundo que la vida le regalara al lado del hombre al que amaba. Aunque al final tuviera que volver a su vida con el corazón roto. Ella no podría hacerlo feliz, pero podría intentar que los momentos que pasaran justos fueran mágicos. y así poder llevarse un hermoso recuerdo. Dejó de pensar y cerró los ojos. Se sentía flotar, ya no oía los gritos del salón, ni la música, sólo su respiración y los latidos del corazón de Julian. Bailaban sobre las nubes, lejos de todo, y de todos. En un lugar donde sólo existían ellos y el amor flotando en el aire. Quiso quedarse allí toda la vida.
Julian la tomó de la mano y la llevó a un lugar apartado, lejos de la vista de los curiosos.
-No soporto tenerte tan cerca y no poder besarte.-empezó a bajar la cabeza, pero se detuvo.- No vas a pegarme después, verdad?
-No- dijo riendo- no lo haré.
-Muy bien- Junto sus labios en un beso lento, pero apasionado. La apretaba contra su cuerpo y acariciaba su espalda, Pero aquello ya no le alcanzaba, la quería más cerca. La apretó contra la pared y llevó las manos a su cintura, subiendo lentamente hasta tocar sus senos a través de la tela de la camisa. El cuerpo de la joven respondió inmediatamente a sus caricias, arqueando su espalda, rozando sus pezones endurecidos por la excitación contra su mano. La tomó de los muslos y la hizo rodear su cadera con sus piernas. Bella tenía la vista nublada, sólo podía sentir, y lo que sentía en ese momento era la excitación de él contra su intimidad. Ella se tensó brevemente y él lo notó, aprovechó la situación para recuperar un poco de cordura. Oriana sólo tenía una pollera, si no se detenía iba a tomarla al aire libre, donde cualquiera pudiera verlos. La puso nuevamente sobre sus pies y la miró a los ojos.
-Volvamos a la casa.- La brusca separación llevó a Oriana nuevamente a la realidad. Ella era demasiado débil, si él no se hubiera detenido, hubiera dejado que le hiciera el amor allí mismo, a la vista de cualquier curioso. Recordó que Julián le había hablado.
-Qué?
-Volvamos a la casa, Ori.
-N-no... lo siento. No debería haber permitido que llegara tan lejos.- ella se separó nerviosa.
Julian no podía creerlo. Qué iba a hacer ahora con su situación? Dolía como nunca! Entonces recordó que tenía la regla, así que pensó que de cualquier manera, no era un buen momento. Pero no podía volver a entrar. No con el notable bulto en sus pantalones queriendo explotar. Se apoyó en la pared, a un lado de Oriana y se pasó las manos por la cara.
-Lo lamento- repitió Oriana.
-No lo lamentes, cariño. Fue mi culpa. Yo lo siento.
-Yo lo permití.
-Si, pero no debería haber perdido tanto el control. Te tensaste, y si no lo hubieras hecho, no se hasta donde habría llegado.
-No estoy acostumbrada a esto.
-Entiendo. Voy a volver a la casa. No puedo entrar así- dijo mirando sus pantalones, hasta ese momento, Oriana no lo había notado, y se sonrojó.- crees que puedas avisarle a mis padres? hay lugar en su auto para uno más, así que puedes volver con ellos.
-Quiero irme también.
-Estas segura? no tienes que hacerlo.
-Segura.
-De acuerdo, me gustaría pasar un rato contigo. No te preocupes-dijo cuando notó su tensión- Esto no volverá a ocurrir. Lo prometo.
Oriana fue a avisarle a la familia del vaquero que se iban porque Julian no se sentía bien y salió a buscarlo, lo encontró al lado del auto, sosteniendo la puerta para que entrara.
Maratón 3/5
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Y que le guste el Rancho (Adaptada)
RomansaJulian Serrano, un apuesto ranchero, lleva años buscando a la mujer ideal. Ésta debe ser hermosa, carismática, humilde, amable, y por supuesto, debe gustarle vivir en el rancho. Oriana Sabatini es, efectivamente, hermosa, amable, humilde y tal vez...