Capitulo 8

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Oriana estaba nerviosa, no le gustaban los gritos. Y amaba a los animales, asi que la amenaza de Julian de dispararle a uno le había agitado el corazón. Quería dejar la bandeja e irse, pero él le habló.

-Eso es Lemon Pie?-sus ojos brillaban de una manera especial.

-Si... me habia olvidado, asi que le traje una porción con café.

-Y para tí? Ya comiste?

-Tengo mi porción en la cocina. Permiso.

-Espera, Oriana! No quieres traerla? y la comemos juntos?

-Yo... no quiero molestar, señor.

-No molestas. De hecho, me gustaria que tomaras el postre conmigo.

-Esta bien.

Mientras Oriana volvia a la cocina por su porción, Julian hizo lugar en el escritorio para que ella pudiera sentarse. Cuando volvió le corrio la silla y la sostuvo para que ocupara su lugar. Y en vez de volver a su asiento, se sentó a su lado.

-Mmmm...- el gesto de placer en su rostro calentó algo muy adentro en el vientre de la joven, que inmediatamente se sonrojo- Jovita se superó esta vez! Está delicioso!

-N-no... N-no lo hizo...Jovita.- Estaba nerviosa, nunca habia sentido algo parecido.

-No?

-No.

-Quien...?-no quería ilusionarse- tu...?- ella asintió con timidez. No esperaba que le gustara tanto. Pero aun así se sentía orgullosa de sí misma. Habia hecho algo bien.

-Dios, Oriana! esto es increíble. Nunca había probado algo tan exquisito!

-En serio?

-Por supuesto! No miento cuando se trata de Lemon Pie!- Las ganas con las que comio le demostraron que no mentía.- Puedo comer otro pedazo?- Ese hombre iba a matarla con esa cara de perrito mojado.

-No es bueno tanta azúcar antes de dormir.

-No vas a servirme otro pedazo?

-No, señor.

-Bien. Esperaré a que te acuestes y lo buscaré yo mismo.

-Muy bien, señor. En ese caso, mi trabajo aquí terminó.

Juntó las tazas y los platos vacíos y los llevo a la cocina. Cuando terminó de lavarlos se giró a guardar la tarta en la heladera, pero antes, y con una enorme sonrisa de satisfacción, sirvió otra porción en un plato y lo dejó en la mesada. Así lo encontró Julian, cuando entró en la cocina después de escuchar los pasos que subían la escalera. Y así, con el plato en una mano, una cuchara en la otra, una enorme sonrisa surcando su rostro y corazones en los ojos, volvió a terminar su trabajo.

Hacía dos noches que Julian no dormía. No había vuelto a despertar con gritos, pero una noche, acostado en la cama y pensando en Oriana, se le ocurrió que tal vez ella sí estaba teniendo las pesadillas, pero él no se había despertado. Se sintió pésimo por estar fallándole, y ya no pudo dormir. Ella no gritaba, pero él no podía estar seguro de despertarse si lo hacía. Esa noche, el sueño finalmente lo venció y se entre durmió. Habían pasado cinco minutos, o eso le pareció, cuando le pareció oír un llanto. Oriana no había gritado, pero lloraba. Se levantó y caminó a su habitación. La puerta estaba abierta, había comprobado cada noche antes de irse a dormir que Oriana no cerrara la puerta con llave, y no lo había hecho. La puerta se abrió y él comprobó que, efectivamente, Oriana lloraba, pero no estaba despierta. Solo Dios sabía lo que habría sufrido esa muchacha para llorar tan desconsoladamente mientras dormía.

Estaba en un hermoso parque, todo verde, todo florecido, rodeada de familias, se sentía feliz. Por fin las divisó, su madre y su hermana, pero no estaban solas, había un hombre, pero le daba la espalda, una espalda ancha y musculosa, creía conocerla. Se acercó y abrazó a su madre, luego miro a su pequeña hermana y le acarició la mejilla. Dió la vuelta para ver la cara del hombre, pero ya no había nadie alli. Pensó que tal vez lo habría imaginado, pero de cualquier manera le preguntaría a su madre. Cuando se volvió a mirarla ella tampoco se encontraba allí, ni su hermana. Las familias habían desaparecido, junto con el parque y las flores. Ahora todo era tenebroso, árboles muertos, tierra sin color, cielo sin sol. Y estaba sola.

-Mamá? Mami? no me dejes! no me dejes sola por favor!- gruesas lágrimas corrían por sus mejillas- por favor! ya no quiero estar sola...-dijo en un susurro.

-Oriana?- podía oírlo, pero no verlo. El bosque era cada vez más oscuro, los árboles se acercaban, encerrandola entre ellos como en una pequeña prisión. y seguían acercándose, hasta que estuvo atrapada entre sus ramas y no la dejaron respirar- Oriana, cariño, despierta!

Se sentó en la cama y llevo sus manos a su cuello. Había sido muy real. Muy tenebroso. Y muy nuevo. Nunca había tenido esa pesadilla. Levanto la cabeza y vió los ojos llenos de preocupación de Julian, inmediatamente se tiró a sus brazos. Él le dedicaba palabras consoladoras y frotaba su espalda con una mano. En ese momento se dió cuenta de que aún estaba llorando y se apretó más a él.

-Tranquila.. ya pasó todo... yo estoy aquí- la hamacaba suavemente y besaba su cabello. Volvio a sentirse amada después de la muerte de su familia. Le gustaba la sensación de pertenecerle a alguien. La mantuvo en sus brazos un largo rato, y cuando sintió su respiración acompasada, se dió cuenta de ya dormía nuevamente. La acostó y la tapó, se levantó de su lado y se giro hacia la puerta. Entonces ella lo tomó de la mano.

-Pensé que dormías.

-No quiero quedarme sola. Quédese esta noche conmigo....Por favor- su tono de súplica le estrujó el corazón, y no tuvo más remedio que aceptar. Después de todo, tampoco iba a dormir esa noche. No podría soportar tenerla tan cerca y con tan poca ropa. Iba a volverse loco.

-De acuerdo- iba a buscar una silla para sentarse a su lado, pero Oriana corrió las sábanas del otro lado de la cama- n-no cr-creo que s-sea l-lo co-correcto- no podía dormir a su lado! esa mujer quería matarlo!

-Somos adultos señor Serrano. Demasiado esta haciendo por mi. No podría permitir que duerma en una silla. Pero si le incomoda, no se preocupe. Estaré bien...solo tengo...

-No, Oriana. Me voy a quedar contigo, Es a ti a quien no quería incomodar. Lo lamento, no quise que te sintieras mal. Te prometí que haríamos esto juntos y voy a cumplir con mi palabra.

Se acomodaron en la cama ambos mirando el techo, él con las mano a los costados y ella sobre su pecho, tratando de calmar los latidos de su alocado corazón. Tal vez su jefe tuviera razón, tal vez aquello no fuera buena idea. Pero ya estaba hecho Ahora tenía que intentar dormir.

Después de un largo rato ambos seguían despiertos.

-hmmm?

-Señor Serrano?

-Está despierto?- él giró la cabeza en la oscuridad, como si pudiera verla.

-Si, que sucede?

-yo... le molestaría... que tome su mano?- Iba a matarlo, pero tuvo la necesidad de reconfortarla.

-No, Oriana. Tengo una mejor idea. Ven aquí.- Levanto su brazo y la atrajo hacia sí, haciéndola apoyar la cabeza en su pecho, luego le rodeó los hombros.

Sólo habían pasado cinco minutos cuando ambos estaban durmiendo, sus cuerpos encajaban como si de un puzzle se tratara, como si estuvieran hechos el uno para el otro. Así los despidió la luna. Así los recibió el sol. Así, amándose en secreto y sin conocer los sentimientos del otro.




MARATÓN 4/5

Y que le guste el Rancho (Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora