La mañana siguiente estuvo muy fría. Julian despertó con algo húmedo en su cara, abrió los ojos despacio y se encontró con dos cachorros moviendo la cola, bajó la cabeza y se encontró con Oriana, desnuda y dormida en sus brazos. Supuso que su familia habría alertado a los hombres, así que éstos no tardarían mucho en entrar por la puerta. Decidió despertarla, no quería que vieran desnuda a su mujer, ese espectáculo era sólo para sus ojos. Acarició su cabello, sus mejillas, sus labios.
-Ori?
-Hmmmm?
-Arriba, dormilona!
-Mmmmmmno! no quiero!- lo apretó más fuerte.
-Yo tampoco, cariño, pero los hombres seguro van a venir, y si alguno llegara a verte desnuda no voy a tener otra opción que arrancarle los ojos.-dijo riendo. Eso provocó que ella abriera los ojos.
-Cuanto van a tardar?
-Ya está amaneciendo, así que no creo que mucho más.
-No hay tiempo?
-Para qué?- Oriana no respondió, sólo se sonrojó y desvió la mirada. Julian soltó una carcajada.- No hay tiempo, cariño. Pero tampoco lo haríamos otra vez. Debe dolerte, y te dolería más si volviéramos a hacer el amor.
De repente Oriana abrió los ojos bien grandes y se sentó de golpe, haciendo que la manta cayera amontonada en su cadera, dejando su torso desnudo a la vista de Julian.
-Y los perritos?-él se obligó a desviar la mirada y agarro a los dos traviesos que aún estaban a su lado.
-Estos dos me despertaron a mí. Cúbrete, por favor, mi control está llegando a su límite.- dejó uno en su regazo mientras ella sujetaba la manta contra su pecho.
-Podemos llevarlos al rancho hasta que encuentre un lugar?
-No será necesario buscar ningún lugar.- Oriana lo miró asustada.- Por Dios, Oriana! te dije que no voy a hacerles daño! van a quedarse. Necesito perros en el rancho, y es mejor que aprendan de pequeños a pastorear.
-Te los vas a quedar?- sus ojos brillaban.
-Si. Nos los vamos a quedar.
-Oh, Julian! Gracias!- se tiró en sus brazos y le beso toda la cara. Él reía, tan felices estaban que no sintieron cuando la puerta del granero se abrió, hasta que los cinco pequeños fueron a enfrentar a los desconocidos, sus ladridos alertaron a la feliz pareja. Julian buscó su ropa interior y su vaqueros, se los puso y salió al encuentro con sus hombres, antes de que vieran a la enteramente sexy mujer que estaba desnuda a su lado.
-Muchacho!- sonrió Bill- tu familia está muy preocupada.
-Estamos bien, Bill- vió que uno de los peones más jóvenes desviaba la mirada detrás de él, se giró y pudo ver que Oriana había logrado ponerse la ropa interior, pero como no alcanzaba a la ropa, se había estirado y había dejado a la vista su respingado trasero cubierto por un pedazo de sexy encaje. Se cruzó tapando las vistas y miró al joven con furia.
-Se te perdió algo?
-N-no...no... señor.
-Bien. Fuera, entonces. Todos! Bill, dile a mis padres que estamos bien, que en un rato volveremos a la casa.- Iba a girarse, pero recordó a los cachorros- ah! y lleva a estos pequeños al rancho. Son cinco, y la madre.
Se acercó a Oriana y volvió a cubrirla con la manta, luego le alcanzó la ropa que todavía luchaba por agarrar, ella lo miró sonriente.
-Tres empleados nuevos tendré que conseguir.
ESTÁS LEYENDO
Y que le guste el Rancho (Adaptada)
RomanceJulian Serrano, un apuesto ranchero, lleva años buscando a la mujer ideal. Ésta debe ser hermosa, carismática, humilde, amable, y por supuesto, debe gustarle vivir en el rancho. Oriana Sabatini es, efectivamente, hermosa, amable, humilde y tal vez...