Capitulo 7

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Oriana tenía el sueño liviano, asi que, cada mañana, cuando escuchaba ruido en la habitación de al lado, se levantaba, preparaba café con galletas o alguna torta y desayunaban juntos. Julian se sentia mas feliz que nunca. Amaba a esa mujer, y cada dia estaba mas convencido que era la ideal para el.

Habían pasado tres dias desde que había conocido a Libertad. Cada dia se acercaba a pasar un rato con él. Siempre llevaba zanahorias o manzanas. Y se quedaba charlando con el animal, siempre era suave con ella. Muy contradictorio a lo que veía por la ventana de la cocina cuando los trabajadores intentaban domarlo. Se les estaba haciendo dificil. Había veces que estuvo tentada a abrir la cuadra y dejarlo libre, pero no le correspondía esa decisión. Y Julian confiaba en ella, eso le había dicho, así que ella no iba a decepcionarlo. Luego hacía su trabajo y después salía a caminar un rato.

Esa mañana, como todas las anteriores, era muy calurosa. Julian, por primera vez desde que le había mostrado el rancho, estaba con los peones domando, o intentando domar, a Libertad. Como todas las mañanas, se acerco con un bidon de agua fresca y unos cuantos vasos. El ranchero se percató de su presencia y se giro sonriendo.

-Buenos dias!

-Buenos dias, señor Serrano - Oriana se sonrojo, cada dia le pasaba mas seguido en presencia de su jefe. Suponía que con el calor que hacía él creería que era esa la razón de su sonrojo.

Libertad, que estaba cerca de ellos, se acerco a buscar una caricia de la joven. Julia  la tomo de la cintura para alejarla cuando vio su intención de acariciar al animal. Esa bestia había mordido a más de un hombre cuando se descuidaban. Pero ya era tarde, Oriana había apoyado la mano entre los ojos del majestuoso animal y la movia provocando la fricción de la caricia. No podía creerlo. Ese animal casi le habia hecho perder dos dedos a uno de sus trabajadores, y ahi estaba, dejándose mimar por una chica que no tenia ni la menor idea de lo que era un caballo. Se sentía feliz. Miraba maravillado la hermosa sonrisa de Oriana. Esa mujer podría poner a sus pies al mismísimo Lucifer si le sonriera así.

-Hola amigo! Como amaneciste hoy?- la dulzura de su voz derretía el corazón del vaquero.

-Malhumorado, como siempre. Deberias tener cuidado, Oriana, ha mordido a algunos hombres.- no pudo evitar sentirse celoso. Queria que sacara la mano de su cabeza y la apoyara en su mejilla, y que lo mirara con el amor que miraba a esa bestia indomable. Rio bajo ante la ridiculez de la situación.-es el más rápido que vi en mi vida. Supera con creces a los de carrera.-dijo para sacar conversación.

-Cómo lo sabe?

-Yo los entreno. Cuando lo encontramos, solo pudimos atraparlo cuando lo interceptaron.

Oriana se quedó mirándolo.

-Trajiste agua?-dijo Julian por fin.

-Si, lo siento, lo habia olvidado- levanto el bidón y le sirvió un vaso. Mientras bebía se quedo mirando su torso desnudo, su piel ligeramente morena brillaba bajo la luz del sol como si estuviera aceitada. No era consciente de sus movimiento cuando estiro el brazo y pasó un dedo por su pecho como quien busca polvo en un mueble. Julian se quedó de piedra, no había esperado esa caricia, aunque no pareciera una. La miro con una ceja arqueada cuando la vio frotarse los dedos índice y pulgar, como probando una textura.

 La miro con una ceja arqueada cuando la vio frotarse los dedos índice y pulgar, como probando una textura

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