Extra

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Era una mañana igual a todas las demás, cuando Julian despertó, lo primero que sintió fue el abultado vientre de su esposa, su hijo no paraba de moverse. Oriana estaba en el último trimestre de embarazo, más precisamente en las últimas semanas. Sonrió feliz cuando sintió la patada. Se levantó y se metió en el baño para empezar el día.

Como cada mañana, Oriana, cuando se sentía sola en la cama, se despertaba y bajaba a hacer el desayuno. Mañana por medio discutía con Julian por ese asunto, afortunadamente esa mañana no le tocaba. Hizo una masa para galletas y las cortó, acto seguido puso la bandeja en el horno. 15 minutos después, Julián entró en la cocina, y como cada mañana, la abrazó por la cintura.

-Ya no puedo rodearte.- dijo feliz

-Es hermoso que lo primero que me digas en la mañana sea "gorda".

-Sabes que no es eso lo que quise decir... estás cada día más hermosa.- ella lo miró con ternura y lo besó.

-Las galletas ya están listas.

-Mmmm adoro tus galletas!

-Sólo mis galletas?

-Si comienzo a decirte todo lo que adoro de ti, no podré ir a trabajar.

Llevaron todo al comedor y se sentaron a desayunar. Luego, Oriana subía a dormir otro rato, pero cada mañana pasaba un rato con su esposo. Era algo que se le había hecho costumbre, y era una costumbre que le gustaba y disfrutaba mucho. Mucho más cuando lograba que Julian no fuera a trabajar, cosa que sucedía seguido con sus alborotadas hormonas de embarazada.

Mientras desayunaban, Julian pudo escuchar que un vehículo se detenía en la puerta de la casa, miró a Oriana, que sonreía misteriosa y se levantó para ver quien era.

-Mierda! Qué hacen aquí?

-Quién?- preguntó inocente.

-No te hagas la desentendida!

-Alguien debe acompañarme durante el parto...

-Yo voy a acompañarte! Para eso soy tu esposo!

-Hola!- Elisa entró con una enorme sonrisa.

-Buenos días, Elisa- Oriana se levantó para saludar a su suegra con una enorme panza.

-No es necesario que se queden. Yo voy a estar con MI esposa durante el nacimiento de NUESTRO hijo.

-Nadie lo duda, hermanito.- dijo Liz depositando un sonoro beso en la mejilla de su hermano.

.Querida, estás hermosa! No está hermosa, Harry?

-Lo está. Me recuerda a ti cuando esperábamos a Julián. Siempre estabas radiante.

-Muchas gracias, Harrison. Ojalá tu hijo aprendiera de ti.

-Yo no te dije gorda!

-Eso hiciste, Julian?- se rió Leo.

-Que no! Fuera de mi casa!

-No voy a dejar a mi cuñada sola!- Leo pasó un brazo por los hombros de Oriana, que no paraba de reír con el enfado de su marido.

-Por última vez... no va a estar sola. Yo voy a estar con ella.

-Si, seguro. Si logras despertar antes del nacimiento.- Julián se sonrojó.

-Me desmayé porque no había comido.- masculló irritado.

-Claro. Que tu mujer hubiera tenido una contracción no tuvo nada que ver.

-No. Nada.

-Por Dios, Julian! Comes más que yo! Y eso que como por dos!

Y que le guste el Rancho (Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora