Capitulo 6

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 Bill la miró estupefacto. Esa chica tenía que estar bromeando. Está bien que querían que un caballo la tire, pero no querían que la mate! Ese potro salvaje la dejaría hecha papilla en menos de lo que canta un gallo.

-A este? No! este no se deja montar aún ni por el jefe que es quien más se impone, mucho menos con una jovencita como usted, le prepararemos un caballo mansito, así aprende, le gustaría?

-Claro!- Oriana se quedó mirando el majestuoso animal hasta que lo llevaron de vuelta a su cuadra. Por la misma puerta salió el mismo joven con otro caballo. Este era marrón con una gran mancha blanca en medio de los ojos. Venia con una silla de montar sobre su lomo.

Había un atisbo de diversión en la mirada del muchacho, pero decidió ignorarlo.

-Sabe como hacerlo? Quiere que la ayude a subir?

-No se hacerlo, pero digame y lo intentare.

El capataz se acercó a ella y se agacho poniendo a la altura de sus rodillas las mano con las palmas hacia arriba y los dedos entrelazados.

-Apoye su pie aquí y yo la impulsare hacia arriba.

Oriana hizo lo que le dijo y despues de dos intentos estuvo sentada sobre el lomo del animal. Acto seguido le entregaron las riendas y le explicaron cómo moverlas para indicar al animal los movimientos que deseara. En el momento en que los hombres se separaron, el caballo se encabritó y la hizo volar por los aires y caer a unos cuantos metros. Si ese era el caballo manso, no quería imaginar como era el resto. Mucho menos como era el corcel negro que había visto hacía un momento.

Los hombres se acercaron para ayudarla a levantarse. Noto que estaban conteniendo la risa. Eso la enfureció y se puso de pie por sus propios medios.

-Parece que no estaba de muy buen humor esta mañana. Tal vez mañana se encuentre mejor- dijo Bill girando sobre sus talones para dar la orden de que llevaran al animal adentro.

-De ninguna manera!- Bill sonrió, la niña no quería volver a intentarlo, justo como creía. Pero Oriana volvio a hablar- lo intentare de vuelta. Ponga sus manos, por favor.

Bill intentó detenerla con alguna excusa, pero no se le ocurrió nada convincente. No esperaba que la muchacha quisiera intentarlo nuevamente, mucho menos en el mismo momento, con el mismo caballo. Podia lastimarse seriamente con una mala caída, mucho más con reiteradas, pero no había manera de hacerla cambiar de opinión, o de caballo. Se subió y se acomodo, pero una vez más, cuando los hombres se alejaron, esta vez más preocupados, voló por los aires.

Lo intentó cinco veces en total. Cinco veces se subio. Cinco veces el caballo se encabritó. Cinco veces voló por los aires. Los hombres sudaban, más que por el calor, por el miedo a que se hiciera daño. Que Dios los ayudara si se lastimaba! El jefe no pararía hasta verlos a todos muertos y enterrados. Respiraron tranquilos cuando por fin, con la cabeza agachada y con una profunda tristeza, dijo que tenia que irse a hacer su trabajo. Se sintieron avergonzados por su actitud. Pero felices, después de todo, la muchacha no se había rendido y llorado cuando cayó la primera vez, y tal vez volviera a intentarlo otro dia.

Oriana se dirigió directamente a su habitación a darse un baño. No quería que Jovita la viera en ese estado, toda llena de polvo, dolorida y con los ojos llenos de lagrimas. Aprender a montar en sencillo, cualquiera puede hacerlo. Eso le había dicho Julian. Cualquiera, menos ella. Quería agradarle, adaptarse. Pero al parecer había empezado con mal pie. Tal vez los caballos no fueran lo suyo, pero podía encontrar algo en lo que fuera buena.

Se relajó bajo el chorro de agua y cuando se vistió bajó a ayudar a Jovita con el almuerzo.

Cuando bajo se la encontró entrando por la puerta de la cocina con una canasta llena de huevos. Cuando la vió la saludó.

-Huevos frescos! El jefe los adora con papas! Gracias a Dios hace un trabajo pesado, sino estaria pesando 150 kilos con todo lo que come!- Oriana sonrió. No podía imaginarse ese cuerpo escultural con una enorme panza, definitivamente, la imagen de un hombre obeso no encajaba con la de Julian.

-Todos los días sacas huevos?

-Si, hay épocas en las que ponen más, esta es una.

-Y es fácil?

-Qué cosa? sacar los huevos?- Ella asintió- Por supuesto! Entras, lo coges y sales. Así de sencillo. Alguna gallina puede enojarse y aletear, pero nada que no se pueda controlar.

Oriana pensó que tal vez un día se ofrecería a sacarlos ella. Cuando su orgullo se hubiera recuperado de las cinco caídas del caballo.

Ese día almorzaron solas, y después de terminar el poco trabajo que tenía, salió nuevamente de la casa. Los hombres se habían retirado a hacer otras labores, asique el lugar estaba prácticamente desierto. Caminó hasta el establo y se acercó a la cuadra donde se encontraba el potro salvaje.

-Hola amigo!- el caballo asomó la cabeza, ella apoyó la mano en su hocico y él movió la cabeza.- Quieres comer algo?

Miró a su alrededor hasta que divisó una cesta con zanahorias.

-Te gustan las zanahorias?-el caballo parecía entender, porque movió la cabeza como asintiendo. Busco una y se acercó- No vas a comerme la mano, verdad?-poco a poco la acercó a su boca, el animal, presintiendo su temor, tomo la raíz lentamente y luego alejó la cabeza para masticar. Oriana lo miraba sonriendo.

-Caballito?- él la miró- puedo llamarte Libertad?- el animal golpeó el suelo con su pata, ella lo tomó como un sí.- Afuera....- no siguió hablando, estaba hablando con un caballo! y aunque parecían entenderse, no podían mantener una conversación fluida. Lo acarició otra vez y prometió volver al día siguiente.

Esa noche mientras cenaban, Julian la noto en la luna.

-Si, por que?

-Esta todo bien?

-No lo se. Te noto distraída.

-Hoy conoci al caballo negro. Es hermoso.

-Lo es, si.

-Hace mucho que lo compró?

-No lo compre, apareció en el rancho. Debe ser salvaje, no tenía herraduras, ni montura, nada.

-Y estaba solo?

-Si, es extraño, porque no suelen separarse del grupo. Cerca del rancho hay un bosque. Supongo que de allí viene, pero no parece tener muchas intenciones de volver. Aunque tampoco se deja domar- dijo con una sonrisa.

-Los hombres dijeron que usted era el mejor domando.- Julian soltó una carcajada.

-Si, bueno. Creo que les pago un buen sueldo para que digan eso.

-Yo no creo que lo dijeran de compromiso. Lo aprecian... sus hombres...

-Y yo a ellos. No suelo contratar gente a la que no le tenga absoluta confianza.

-Para el rancho...

-En cada aspecto de mi vida. Ni siquiera un peluquero. Nadie sabe lo que puede hacer con sus tijeras.

Oriana se quedó mirándolo embelesada. Ese hombre estaba diciéndole que confiaba en ella? Julian noto el cambio en su mirada.

-Que?- dijo

-Usted confía en mí- dijo sin más.

-Tanto como me gustaría que tu confies en mi.

Julian no dejo de mirarla hasta que terminaron de cenar. Su intensa mirada la ponía nerviosa, pero se sorprendió al darse cuenta de que no la asustaba.

Después de terminar se despidieron al pie de la escalera. Oriana subió a su habitación y Julian se fue al despacho.

MARATÓN 2/5

Y que le guste el Rancho (Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora