-Oh! Mis amores! Volvieron temprano! Oriana dijo que tardarían un par de horas más en volver.
-Por lo general no volvemos tan temprano.- dijo dándole un beso primero a su madre y luego a su hermana, cuando llegó el turno de la secretaria, vio pánico en sus ojos, no quería que la bese delante de su familia. Pero como su espalda tapaba su rostro, se acerco y se saco las ganas de probar sus labios una vez más.
-Oriana preparó unas galletas deliciosas para nosotras! Quieren probar?
-Ya las conozco- dijo Leo- prepara algo cada mañana. Es una excelente cocinera.
-Imagino que si, luego de probar estas galletas, no me cabe ninguna duda- dijo mirando con cariño a la muchacha.
Julian no comprendía la actitud de su madre, aunque agradecía que estuviera tratando amablemente a su amada.
-Y eso que no probaste el Lemon Pie!... Yo tampoco lo hice. Julian no me dejo. Pero tenía una pinta increible!
-De veras?! Debes tener a mi hermano a tus pies, si haces un Lemon Pie tan rico!- acotó Liz haciendo que nuevamente la joven se sonrojara.
-No creo que sea para tanto. Su hermano exagera- dijo mirando significativamente a Leo.
-No lo hace- salto Julian en su defensa.- es lo mas rico que probe en mi vida. De hecho, creo que podrías hacer otro... cuando todos se vallan. Asi no tengo la obligación de compartir.
- Julian Serrano! No es así como te eduque!
-Viste, mamá? Así se comportó cuando llegué!
-Ya, dejen de pelear, van a asustar a Oriana y no va a cocinarles nada mas!
Esa noche cenaron pastas caseras que Oriana preparo con un exquisito estofado de pollo. La familia se quedo maravillada con las dotes culinarias de la joven, que sonrió y agradeció cuando la halagaron. Julián estaba encantado con la buena relación que había hecho su familia con la secretaria. No había esperado un recibimiento agradable, mucho menos que la adorarán como parecían hacerlo.
-Y papá?
-Se quedó. Sus dos hijos en el rancho y no hay nadie que se haga cargo de los problemas en la ciudad. Tenía ganas de venir. Y tal vez lo haga el fin de semana.
-Van a quedarse hasta el fin de semana?
-Algún problema, hijo?
-No, es solo que estoy acostumbrado a estar solo todo el tiempo, y ahora la casa esta llena de gente.
-Gente no. Tu familia. No tienes a ningún extraño en casa para que hables así- aquello incomodo un poco a Oriana. Ella no era familia, y tal vez le molestara su presencia.
-Perdón, mamá.
-Oriana?- ella levanto la mirada que estaba fija en su plato desde aquel comentario de Julian, y miró a Liz.- mañana a la mañana voy a ir al pueblo, a visitar a una amiga, y tal vez a comprar algo de ropa, para el baile del fin de semana. Te gustaría acompañarme?
-Baile?
-Es este fin de semana? como te enteraste?
-Vi los carteles en el pueblo. Es que no sales de este lugar, Julian?
-Tengo cosas mas importantes que hacer- masculló irritado consigo mismo. En el tiempo que llevaba allí, no había llevado a Oriana a conocer el pueblo.
Oriana pensó que sería una buena oportunidad para ver departamentos, por si al final decidía quedarse.
-Me gustaría mucho, gracias.- entonces miro a Julian- tendré todo listo a la mañana temprano. Lo prometo.
-No te preocupes por eso- puso una mano sobre la suya- no hay trabajo atrasado desde que estas aquí, asi que ve tranquila, si no llegas no hay problema. He tenido los papeles en peor estado.
-Eso es verdad- agregó Leo.
-No se hable más! Mañana nos vamos de compras!
Terminaron de comer y se fueron cada uno a su habitación. Julian se quedó ese día sin su beso de las buenas noches. Se había hecho una rutina, amaba esa rutina. La besaba a la mañana temprano, cuando se levantaban, luego antes de salir a trabajar. Cuando volvía le daba otro beso, y el último, el de las buenas noches. Le gustaría besarla mas seguido, pero no podía apresurar las cosas. Siempre eran besos castos y cortos, pero hermosos, que los conectaban de una manera especial.
***
A la mañana siguiente, como siempre, Oriana se levantó a hacer el desayuno. Como siempre, Julian entro a la cocina para ayudarla a llevar todo al comedor, pero antes de hacerlo la tomo de la cintura y beso sus labios, despacio primero, para ir subiendo la intensidad del beso. La apretó contra su cuerpo y acarició su espalda. Oriana había subido los brazos a su cuello, y ya no quería soltarlo. Por fin se separaron.
-Buenos días, señor Serrano.
-Buenos días, señorita Sabatini. Este fue doble. Anoche me fui sin mi beso de las buenas noches.- dijo, y beso su pequeña nariz.
Oriana solo sonrió, llevaron todo al comedor y esperaron a que Leo bajara para empezar a desayunar. Luego, como cada mañana, Leo salió primero por la puerta, y Julian se quedó para despedirse de su amada. La besó suavemente y acarició su mejilla.
-Te veo mas tarde. Pasalo bien en el pueblo. Si quieres comprar cualquier cosa, cargalo a la cuenta del rancho, de acuerdo?
-No será necesario. Tengo dinero.
-Lo se. Solo hazlo y después arreglamos cuentas, de acuerdo?
-Bien- dijo para que dejara el tema, pero no lo haría. Nunca nadie le había comprado nada, y no lo haría su jefe.
Oriana ordenó la cocina y se fue a hacer su trabajo. El primer día que había pasado allí el despacho del señor Serrano era un caos total, papeles por todos lados y todo desordenado. Parecía que ese hombre quería hacer todo al mismo tiempo, pero que al final no hacía nada. Ahora todo estaba ordenado, y era mucho más fácil trabajar. Imprimía, juntaba, abrochaba y archivaba. y en sólo un par de horas, estaba libre.
Cuando la hermana de Julián bajó a desayunar, Oriana ya estaba terminando de ordenar todo.
Cuando entró al comedor, madre e hija estaban desayunando.
-Buenos días, señora Serrano. Señorita Serrano.- saludo a ambas con una inclinación de cabeza.
-Buenos días, Oriana.
-No vas a decirme señorita Serrano! dime Liz!
-No creo que sea correcto.
-Por supuesto que lo es!-exclamó la madre- y a mi vas a llamarme Elisa. Y no se hable más.
-Bien... pueden llamarme Ori, así me dicen.-Julian era el único que la llamaba así, y su familia, por lo que hacía mucho tiempo que escuchaba su apodo, hasta que empezó a trabajar con ese hombre que había terminado por robarle el corazón.
-Oh! querida! me encanta Ori! Así voy a llamarte.
Julián había dejado instrucciones escritas a su hermana sobre las compras. Debía comprar todo lo que viera que a Oriana le gustara, y cargarlo a la cuenta del rancho. El ranchero sabía que su secretaria solo había cedido para terminar con el tema, pero que no iba a comprar nada a su cuenta, asi que se decidió por el plan B, hablar con su hermana. Como estaba durmiendo le dejo una nota en su mesita de luz, indicándole lo que debía hacer.
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Y que le guste el Rancho (Adaptada)
RomanceJulian Serrano, un apuesto ranchero, lleva años buscando a la mujer ideal. Ésta debe ser hermosa, carismática, humilde, amable, y por supuesto, debe gustarle vivir en el rancho. Oriana Sabatini es, efectivamente, hermosa, amable, humilde y tal vez...