47. Luna.

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Luna.

Enamorada.

Esa era la frase que me describía al pensar en él.

Atzu.

Recuerdo el día en que nuestros padres nos presentaron. Ambos eramos solo unos niños.

Con su cabello morado oscuro y desordenado con reflejos rojizos, sus ojos azules... él tenía una sonrisa de medio lado cuando lo conocí. Una sonrisa atrevida.

Crecimos juntos, él y yo hacíamos travesuras. Solíamos ir de un lado a otro haciéndole la vida imposible a los demás demonios.

Al cumplir los 16 años, asistimos a la academia de demonios en donde nos asignaron un humano a cada uno, el cual debíamos tentar a hacer el mal, mientras competiamos con los ángeles del cielo.

Amábamos retarlos y ganar.

Si querías ser un demonio que hiciera a los demás caer a tus pies tenías que ser realmente malo. Y con tal pudiera llamar su atención, me esforzaba al máximo.

Todos estaban rendidos por mí, era la chica más popular de la academia. Pero ... sin embargo él no me miraba.

Para ese entonces él se había ausentado de las clases. Todos creían que él solo dejaba de seguir las reglas, era una inspiración para todos los demonios. ¿Y cómo no?

Él era su príncipe.

Los profesores aplaudían sus faltas. Su padre estaba orgulloso.

Un día me llamaron al castillo. Muy gustosa y emocionada fui con mis padres, los duques.

— El duque Marte la duquesa Neptun  y su hija lady Luna están aquí. — anuncia el demonio recibidor.

Por consiguiente las puertas se abren y entro en compañía de mis padres a la sala del trono.

Él estaba allí, el Rey de ese entonces. El imponente Rey Huracán.

Nos inclinamos ante él. Entonces sonrió mostrando sus colmillos.

— Se preguntarán porque los he llamado. — habló.

Centré mis ojos en sus manos repletas de joyas. Todos los dedos de sus manos tenían anillos de oro con diferentes tipos de gemas.

— Si, majestad. Nos inquieta la incertidumbre.— respondió mi madre.

El hombre asintió.

— Pues verán. Su hija Luna es la mejor candidata a esposa para Atzu.

Mi corazón dejó de latir.

— Ella es la prometida ideal. De una familia noble, del mismo modo es malvada y quisquillosa. Es perfecta para él.

Me trague la ganas de reír. Me trague las ganas de gritar a los cuatro vientos que sería la esposa de Atzu. ¡Sería reina!

— ¡Esas son estupendas noticias! — mi padre se emocionó.

Mis esfuerzos habían sido recompensados. Mi sueño desde pequeña se haría realidad.

— Al anochecer en la fiesta de pre- coronación se anunciará. Sin más que decir, ¡Guardias! ¡escolten a la futura reina a una de las alcobas reales, debe alistarse para la media noche!

Miré al rey con una sonrisa pícara ocultando mi alegría.

— No necesito ser escoltada por demonios de segunda. Recuerde mi categoría.

Él me devolvió la sonrisa.

— Adoro tu manera tan irrespetuosa de hablar. Eres perfecta.

Le guiñe un ojo y sin despedirme de mis padres salí por esa puerta.

Doremi 16 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora