Fresas

Temores

Hizo trampa para que pudieran compartir habitación. Sabía que lo normal era que compartiera la habitación con otro pilar, que los juegos por quipen iba a dormir con quién era sólo para los novatos pero él quería pasar todo el tiempo posible con Tanjirou. Inosuke y él realmente no tenían un trato tan impersonal y pudo sólo haberle pedido por favor que le cambiara el sitio esa noche. No hubiera sido tan divertido, sin embargo. Abrazó su futón mientras tocaba la puerta corrediza para anunciar que iba a entrar. El chico ya estaba profundamente dormido. 

Tokitou sonrió, mirando hacia el desierto pasillo, acomodando su futón en la puerta para impedir que cualquiera abriera. Zenitsu comenzaría a llorar y lo sabía, haría un monumental escándalo como ya sabía. Pero no le importaba. Corrió la cobija y se acomodó junto al cuerpo del chico como un gatito, regocijado ante el calor ajeno y la naturalidad con la que le abrazó contra él.

-¿Pesadillas otra vez, Rokuta?- Tokitou se sobresaltó, pero no dijo nada, asintiendo contra su pecho-sólo esta noche ¿Está bien?-

Tokitou se mordió los labios, deteniéndose de preguntar, de contradecir. Esa escena también le era dolorosamente familiar, como todo lo que envolvía a Tanjirou. Alguien lo había consolado en sus pesadillas también, alguien le había reprendido por colarse de noche junto a él, también, aunque le había abrazado para protegerlo con tanto cariño que dolía. Se agazapó más contra él, queriendo disolver el punzante recuerdo que le escalaba por la garganta. Queriendo quedarse para siempre en ese sitio tan seguro, tan gentil. 

-¿Estuviste jugando en el campo? Hueles muchísimo a flores- la voz de Tanjirou apenas era un susurro contra sus cabellos- eres una pequeña flor- rió entre dientes y Tokitou no pudo detener una lágrima curvarle en la mejilla. Estaba invadiendo un momento demasiado personal en la historia del muchacho, estaba presenciando una añoranza tan abrumadora que se le escapaba entre sueños, desesperadapor ser mencionada. 

Los dos habían perdido todo. Los dos estaban condenados a los vacíos, pero ambos lo habían enfrentado tan distinto.

-Soy Tokitou- dijo por fin, avergonzado de estar suplantando una memoria. Tanjirou abrió pesadamente los ojos, apenas lo suficiente para distinguir entre los borrones del sueño el rostro y las lágrimas.

-¿Por qué lloras?- cuestionó, acariciando su cabello, preocupado más que indignado por esa invasión a su espacio personal. Tokitou rodeó su cuello, acomodando su cabeza contra su pecho, sollozando muy bajito-¿Te sientes mal? ¿Te duele algo? Vamos con Shinobu-

-Nunca voy a irme.Te lo prometo. No voy a ser los demás, no voy a sustituir a nadie. Pero nunca voy a dejarte solo- Tanjirou sintió angustia a la par de la humedad en su camisa, al apretón en su nuca por los dedos de Tokitou. 

-Eres muy dulce, Muichirou, eres muy gentil- sonrió apenas, besando sus cabellos- vamos a dormir para no pensar en cosas tristes ¿Está bien?-