Gabi
Adé y Michael corrían detrás de mi. No conseguían alcanzarme, yo era más rápido. Decidí por una vez alejarme de la línea defensiva y pasar al ataque. Estaba llegando a la portería de Jp, pero Arion se interpuso antes de que pudiera tirar a puerta.
-Hasta aquí has llegado - me dijo sonriendo con competividad.
-No me subestimes por ser defensa - le dije con su misma sonrisa, mientras discutía con él con los pies quién se quedaba el balón - porque si lo haces, saldrás perdiendo - en ese momento le pasé el balón entre las piernas y me quedé solo frente la portería.
-¡Gabi, tira! - gritó Víctor, que se encontraba en el mediocampo.
Me acerqué corriendo, me miré el lado derecho de la portería, pretendiendo querer xutar ahí, pero no lo hice. Xuté al lado contrario. Jp no se lo esperaba para nada, y no reaccionó a tiempo, dejando entrar el balón dentro de la portería.
-¡Toma ya! - gritó Riccardo, acercandose a mi - ¿No te has planteado nunca ser un jugador polivalente? Tienes madera para el ataque.
Eso me hizo gracia.
-Que va, se me da mejor defender - le dije - Aprendí del mejor - sañalé a Nathan, que estaba en el banquillo. Este se puso rojo al instante.
-Continuad con el entrenamiento porfavor - dijo Nathan mientras Mark se reía en silencio.
Entonces, de forma repentina, me entró un fuerte mareo. Todo a mi alrededor daba vueltas. Intenté disimular eso, y poco a poco me acerqué al banquillo.
Nathan se debió dar cuenta de que algo no andaba bien, pues se me acercó y me sujetó por los hombros.-Gabi, ¿pasa algo? - me preguntó, nervioso.
-Nathan, no me siento b... - intenté formular una frase, cuando todo se volvió negro. No sentí nada.
Abrí los ojos de golpe, medio levantandome de la camilla, quedando sentado encima de ella. Estaba asustado, sobresaltado. El corazon me iba a mil por hora. Nathan se levantó de golpe de su silla y vino a mi lado para tranquilizarme.
-Tranquilo, no pasa nada - dijo, sujetandome por los hombros, y mirandome directamente a los ojos - No pasa nada, estás conmigo.
Intenté relajar mi respiración. Me di cuenta de que estaba en el hospital, otra vez. El contador de pulsos que estaba al lado de mi cama marcaba una enorme frequencia de latidos por minuto. La pregunta era, ¿por qué estaba tan asustado? No lo recordaba.
A los pocos minutos mi pulso volvió a la normalidad, y Nathan dejó de sujetarme.-Gabi, ¿qué te ha pasado? Digo esta mañana, en el campo - me preguntó.
-No le sé, me entró mareo de golpe, todo pasó muy rápido - le respondí.
-¿Estás seguro? Prometiste no mentir.
-Te lo juro, no miento - le dije.
-Vale, te creo - respondió, y cambió de expresión - Pero ahora va a ser muy difícil que tu hermana no se entere de nada. Creo que lo mejor es contarle todo. Entre los dos intentaremos convencerla de que no se preocupe, que aquí estás bien.
-Vale.
En ese momento, la puerta de la habitación se abrió. Entró Camelia.
-Hola, Gabriel, Nathan - dijo ella, con tranquilidad.
-Buenas Camelia, ¿que te cuentas? - preguntó Nathan a su amiga. Él me había contado que se conocían del Inazuma Japón.
-Notícias, no malas, pero tampoco buenas - dijo amablemente - Gabriel, hemos detectado que tu cuerpo no absorbe las pastillas que te dimos como debería. Vamos a tener que recurrir a otros métodos menos casuales para tratar tu enfermedad.
-Vaya que bien - respondí sarcásticamente - ¿De que métodos se trata?
-Bueno, hay varias opciones, pero como se supone que tu cuerpo aún está en desarollo, lo más recomendable es introducirte los fármacos mediante inyecciones. ¿Tienes pánico a las agujas o algún otro tipo de fobia relacionada?
-No - respondí.
-Perfecto. En cuanto a tu enfermedad, de momento evoluciona bien. Te mareaste porque tu sistema inmunitario detectó las pastillas como algo malo, e intentó eliminar sus efectos, nada más que eso, no hay de qué preocuparse.
-Menos mal - suspiró Nathan - Gracias Camelia.
-Para eso estoy - sonrió - Gabriel, ¿te sientes con fuerzas para levantarte y caminar?
-Creo que sí - respondí.
-Entonces intentalo, cuanto antes podamos inyectarte los fármacos antes podréis volver a casa.
Como seguía sentado, solo me giré, dejando mis pies colgando. Me propulsé levemente con los brazos y me pusé de pie. No tenía ninguna dificultad en caminar.
-Muy bien, entonces quedaos aquí un momento, un compañero mio vendrá para inyectarte. Nos vemos - se despidió la mujer mientras salía por la puerta.
La puerta se cerró y creó un silencio absoluto.
Empezé a deprimirme, así, porque sí, sin ningún motivo aparente.-Esto es una mierda - dije con voz apagada.
-¿El qué? - me preguntó Nathan, entristecido.
-Todo - respondí - Ojalá nunca me hubieran detectado esta enfermedad.
-Si no lo hubieran hecho podrías haber acabado mal a la larga.
-Me da igual, como mínimo podría haber vivido sin preocuparme por ello.
-Pero los síntomas seguirían allí, no se eliminaría por si sola.
En ese momento me quedé en silencio. Nathan tenía razón, no importaba si nunca la hubieran detectado, ella seguiría allí. Nathan iba a decir algo, le vi abrir la boca, pero entró un médico en la habitación con una jeringuilla.
-Buenas - dijo alegremente - Tú debes de ser Gabriel.
-Yo mismo - respondí.
-Muy bien, vamos a inyectarte los fármacos rápidamente y ya te podrás ir a casa. Te prometo que no te va a doler.
El hombre se me acercó, sin deshacerse de esa sonrisa amable, y me subió la manga de mi camiseta arriba, hacia el hombro.
-¿Listo? - me preguntó.
-Cuando usted quiera - respondí, mirando fijamente al suelo.
-Una, dos y...
Noté un leve pinchazo. Sinceramente, me lo esperaba más doloroso. Empezaron a darme pequeños calambrazos en la zona, pero eso como qualquier otra inyección.
-Ya está - me sonrió, y se dirigió a Nathan - Pueden ir a recepción, allí le darán el alta al muchacho.
-De acuerdo, gracias - le devolvió la sonrisa Nathan.
-Vaya bien - se despidió el hombre.
-Venga vamos - me dijo Nathan - Volvamos a casa, ha sido un día muy largo.
-Sí, estoy muy cansado - bostecé.
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Mientras yo esté aquí... [Inazuma Eleven]
De TodoGabi está en peligro. Una enfermedad terrible amenaza con acabar con su vida, y no hay una cura garantizada. Nathan, que vive con él y es su responsable, prometió cuidarlo y protegerlo ante todo. Gabi es como su hermano pequeño, y si le llegara a pa...