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Nathan

14 de julio 2012 (hace 7 años)

Los rayos y los truenos eran abundantes. Aquella noche se había desatado una tormenta por toda la Península Balcánica, donde vivíamos nosotros. Iba dando vueltas dentro de la cama, pero no había forma de dormir. Esa noche me había quedado en casa de Gaia, pues habíamos venido a celebrar su cumpleaños, 18 en concreto, pero nos pilló la tormenta. Aaron dijo que no era buena idea que me fuera a pie a mi casa con ese tiempo. Gaia y yo ya éramos pareja así que no era la primera vez que me quedaba a pasar una noche en su casa.
Cansado de no poder conciliar el sueño, me levanté de la cama y me fui al salón. Para mi sorpresa allí estaba el pequeño Gabi, para ese entonces con 8 años.

-Gabi, ¿que haces aquí? - dije casi susurrando para no asustarle.

-No puedo dormir - contestó apenado - Y tú, ¿a qué has venido?

-Estoy igual que tú.

En ese momento cayó un rayo tan cercano que pareció ser de día por unos instantes. Y por no hablar de lo estridente que fue el trueno.
Gabi se estremeció.

-¿Estás bien? - pregunté algo preocupado.

-No me gustan las tormentas.

-A mi tampoco, no te preocupes - le respondí, sentandome a su lado en el sofá.

-Papá dice que soy un covarde - me sorprendió el comentario - Mamá simpre decía que debía ser fuerte y no tenerle miedo a nada, pero no me enseñó cómo hacerlo.

Me sentí mal al oírle hablar de su madre en pasado. Recordar que el pobre había perdido a su progenitora hacía apenas tres semanas me partía el alma.

-Tú ya eres fuerte, tu madre estaría orgullosa de ti - le dije, sujetandole por el hombro - Ser fuerte no significa no tenerle miedo a nada, todo el mundo tiene miedo de algo. Ser fuerte significa ser capaz de apartar y controlar ese miedo cuando es necesario, no dejarte invadir por el pánico.

Gabi era fuerte, mucho para su temprana edad. A pesar de los problemas que había pasado su familia esas últimas semanas, él se mantenia en pie, en mal estado psicológicamente hablando, pero aguantaba.

-Oye Nathan - dijo.

-Dime - le respondí.

-Crees... ¿Crees que podrias enseñarme a jugar al fútbol? - me preguntó.

Se me iluminaron los ojos al instante.

-¡Claro que sí! - explamé en voz baja - Me hace mucha ilusión que me lo preguntes.

-¿De verdad? - me miró encuriosido.

-Por supuesto. Aunque primero debemos encontrar cual es tu mejor posición en el campo. ¿Qué te atrae más? ¿Delantero? ¿Centrocampista? ¿Defensa? - me sentía emocionado - ¿O quizás portero?

Me miró extrañado.

-No te preocupes - le animé - Te enseñaré lo básico y luego veré que te viene mejor.

Esa noche nos pasamos mucho rato hablando. Gabi parecía animado por empezar a jugar al fútbol, pues simpre le contaba cosas sobre el Inazuma Japón y el Raimon. No recuerdo cuando nos dormimos, pero no fue hasta tarde que eso pasó.

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Mientras yo esté aquí...  [Inazuma Eleven] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora