Narrador omnisciente. El reloj marcaba exactamente las siete en punto. La primera dama de México mirándose al espejo pasando un peine sobre su cabello, sus ojos color café obscuro estaban perdidos, se reprochaba una y otra vez lo débil que era por no ser capaz de luchar por lo que ama, quizás su madre tenía razón y todo fue un sueño, el sueño más bello que había vivido. -Bárbara apúrate-. Dijo de malas el presidente de la República-. ¿Por qué tienes que ser tan lenta siempre?. La primera dama simplemente ignoró, y siguió perdida en sus pensamientos. -Bárbara, Macarena ya nos debe estar esperando para llevarnos a la pista-. Dijo el presidente abrochando su reloj de oro. -¿Macarena?-. Preguntó Bárbara cabizbaja. -A parte de lenta, sorda, si Macarena-. Dijo El presidente viéndose al espejo. -¿No puede llevarnos Zamora?-. Preguntó Bárbara -Tuvo un problema con alguien de su familia, así que tendrá que llevarnos tú querida Macarena-. Dijo en tono de burla-. Pero Zamora nos alcanzará en Nueva York para que se encargue de tu seguridad.
Una mujer rota, completamente rota, con sus ojos color verde perdidos en la bella vista que le regalaba su gran ventanal, una mujer con mirada triste y ojeras bajo sus ojos, no había tenido una buena noche. -Muñequita-. Dijo Angelica tocando la puerta. -Siga-. Dijo Macarena saliendo de sus pensamientos. -Muñequita de ojitos bonitos-. Dijo Angelica colocándose junto a ella-. Sabes, tus ojitos son hermosos, pero también muy chismositos-. Dijo riendo. -Si, siempre me lo han dicho-. Dijo Macarena sonriendo un poco. -Sabes algo muñequita, la vida a veces parece ser injusta, pero créeme que siempre al final del camino todo tenemos nuestra recompensa, usted tiene que luchar por lo que ama, y por quién ama-. Dijo Angelica sonriendo. -Gracias Angelica-. Dijo Macarena abrazándola. -Los señores te están esperando en la camioneta-. Dijo Angelica.
(Música en multimedia)
Macarena conducía a baja velocidad, no quería llegar a la pista, llegar ahí significaba dejar de ver al amor de sus vidas por más de un mes. De vez en cuando Macarena dirigía su mirada hacia el espejo retrovisor y se encontraba con la mirada de Bárbara, la ojiverde no quería dejar de ver esos ojos que tanto amaba. -Macarena podría ir un poco más rápido por favor-. Ordenó el presidente. Y Macarena solamente asintió.
La mirada de Macarena se dirigió hacia la gran pista de aterrizaje en la cual se encontraba el avión presidencial, sus ojos inmediatamente se llenaron de lágrimas, pero trató de contenerlas. -Gracias por traernos Macarena-. Agradeció el presidente-. Nos vemos en un mes-. Dijo y camino hacia el avión. -Ahora te alcanzo, daré unos indicaciones a Macarena sobre Camila-. Dijo Bárbara al presidente. -Por favor no te tardes-. Dijo el presidente de mala gana.
-Perdóname-. Dijo Bárbara tomando las manos de Macarena. -Estamos a tiempo, podemos subirnos ahora mismo a la camioneta-. Decía Macarena mientras Bárbara negaba con la cabeza-. Vamos por Camila y nos largamos de una buena vez de aquí, qué tal a Monterrey, yo sé cuánto amas ese lugar y ahora yo también lo amo... -Macarena, escúchame-. Dijo Bárbara. -No quiero que te vayas con él-. Dijo Macarena seria-. No tienes idea la mala de noche que pase ayer, de tan solo pensar que estarás sola con él un mes-. Dijo Macarena nerviosa-. ¿Qué tal si intenta golpearte otra vez?-. Preguntó -Eso no va a pasar, no te preocupes-. Dijo Bárbara sonriendo y tratando de tranquilizarla. -¿Que pasa entonces si te pide que hagas el amor con el?-. Preguntó Macarena haciendo un gesto con su boca.
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(Amigas amo esta fotografía, y amo a Macarena celosa)🙊
-Macarena, para hacer el amor se necesita amor, se necesita sentirlo, desearlo, y eso con Patricio no existe-. Afirmó Bárbara regalándole una sonrisa. -Por favor-. Suplico Macarena. -Perdóname, perdóname por no haber sido capaz de defender nuestro amor-. Dijo Bárbara dejando un beso sobre las manos de Macarena.
Bárbara se dio la vuelta y camino hacia el avión, Macarena perdió su vista en ella primera dama. El avión despegó y las lágrimas salieron por fin de esos lindos ojos verdes.
Ya había pasado hora y media del despegue del avión, La primera dama dirigía sus ojos hacia las nubes, mientras el presidente de la República coqueteaba con la azafata del avión, Bárbara, deseaba con todo el corazón haber tenido el valor de escaparse con el amor de su vida, ¿cual habrá sido su error? ¿Haberse enamorado de su guardaespaldas? O ¿haberse casado con el presidente de la República?, las preguntas invadía la mente de la primera dama una y otra vez, y no había una respuesta que la convenciera del todo, primero opto por la segunda opción sin embargo la descartó al recodar a su bella hija, y la primera, ni siquiera era una opción.